Capítulo Ocho

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Todos voltean a verme como si me hubiese vuelto loco mientras me acerco a ellos, el coronel y el resto se devuelven rápidamente hasta quedar todos frente a mí esperando una explicación:

_ Jacinta. Ese es el nombre de la monja que se llevó a Lexie para el orfanato el día que nos separamos.

_ ¿Vivías en la calle?_ preguntó Liam.

_ ¿De qué está hablando soldado?_ preguntó coronel.

El ultimo orfanato en el que estuve fue el mismo en el que adoptaron a Lexie, lo dirigía una monja llamada Jacinta, ¿quién podría olvidar ese nombre? Lexie es la única persona para la que ese nombre podría significar algo y si no es ella, tendría que ser una coincidencia muy poco probable.

_ No tengo tiempo para explicarlo señor, pero confié en mí, es ella_ dije rápidamente.

_ Tengo la ubicación, si la quieres_ dijo Iñaki mirándome.

Miré al coronel con la esperanza de que me dejara ir, con el ceño fruncido aceptó no sin antes advertirme de que si no resultaba ser ella, me enviaría a la otra base donde se habían ido algunos de mis compañeros hace unos días, y quedaría claramente fuera de la misión. Iñaki y Taison aceptaron ir conmigo, el primero para guiarme y el segundo por si necesitaba algo de fuerza bruta y porque se ofreció antes de que le preguntara.

La computadora de Iñaki señalaba nuestra ubicación con color rojo y la de Lexie con verde, mientras Taison manejaba, el pelirrojo nos indicaba hacia donde virar. Llegamos a una clase de almacén abandonado en el centro de la ciudad, al bajar del auto me di cuenta de que la puerta estaba entre abierta y de inmediato le hice una señal a Taison para que prestara atención. Comencé a avanzar sigilosamente hasta lograr asomar la cabeza hacia el interior del edificio. Entre el polvo logré distinguir unas latas de comida y un colchón en la esquina, me acerqué y encontré una mochila con ropa de mujer.

_ Al parecer alguien estuvo viviendo aquí_ dijo Taison detrás de mí.

_ Encontré la maquina desde donde enviaron el mensaje, y algo mas_ dijo Iñaki del otro lado de un viejo mostrador.

Taison y yo atravesamos la habitación hasta llegar junto al pelirrojo que estaba en cuclillas mirando algo, al llegar junto a él me dio un trozo de papel que reconocí de inmediato; era la carta de que le había enviado a Lexie semanas atrás.

_ Lexie estuvo aquí_ dije dándome vuelta.

_ Pues, alguien la encontró primero_ dijo Iñaki levantándose, al ponerse de pie, quedó a la vista un charco de sangre fresca en el suelo.

De repente escuchamos como se apagaba un motor en la parte de atrás del almacén. Taison arrastró a Iñaki hasta quedar contra la pared del mostrador, yo hice lo mismo pero me quedé en la orilla para poder ver de quien se trataba. La sangre me hirvió cuando Esquivel atravesó el marco de la puerta trasera junto a otro tipo desconocido para mí:

_ Busca cualquier cosa que pueda guiarlos a la hija de Henderson_ dijo Esquivel.

Por el borde de nuestro escondite lograba verlo junto a su compañero hurgando en las cosas de Lexie. Un momento, Esquivel volteó a ver hacia la máquina que estaba en nuestros pies, comenzó a caminar hacia nuestra dirección y mi corazón empezó a palpitar. Comencé a sacar el arma que tenía en el pantalón al mismo tiempo que Taison, me puse en cuclillas y la cargué mientras me temblaba el pulso. Cuando Esquivel estaba sobre el mostrador su compañero llamó su atención y se dio vuelta antes de que notara nuestra presencia.

Minutos después ambos salieron con las cosas que habíamos encontrado, no dejaron rastro de que alguien hubiese estado viviendo ahí. Cuando escuchamos el auto arrancar corrimos a toda prisa hacia el nuestro para seguirlos, al rodear el almacén noté que habían hecho una fogata para quemar las pertenencias de Lexie, Taison giró el auto para esquivarla y seguir a toda velocidad a Esquivel y su compañero. Tratamos de no vernos muy sospechosos dejando que nos rebasaran un par de autos en la autopista, tiempo después estacionaron y nosotros hicimos lo mismo unas calles antes:

_ ¿Por qué vendrían aquí? _ preguntó Iñaki asomándose entre los dos asientos delanteros.

Los observamos mientras entraban a la mansión del senador Henderson, en la entrada dos hombres custodiaban la puerta. ¿Acaso habían traído a Lexie de vuelta a su casa?

_ ¿No se supone que el senador está desaparecido?_ dijo Taison mirándome. Apenas pude afirmar con la cabeza porque no lograba comprender nada de lo que estaba pasando y solo había una manera de averiguarlo:

_ Tengo que entrar_ dije.

_ ¿Estas loco? Esquivel nos traicionó, apenas vea a alguno de nosotros nos pondrá una bala en la cabeza, no sabemos para quien trabaja, y si trajo a tu amiga con sus jefes no puede ser por una visita amistosa_ dijo Taison.

_ No tengo opción, si vuelvo a la base sin ella el coronel me sacará, además ¿Qué si todo está relacionado? En la carta ella dijo que su padre estaba involucrado en un asunto del capitolio, ¿qué tal si ella sabe algo más y la buscan por ello?_ dije.

_ Está adentro_ dijo Iñaki detrás de mí, me di vuelta junto a Taison mientras el pelirrojo giraba su computadora para que pudiéramos ver la pantalla, en ella había una serie de imágenes y en el recuadro superior derecho se veía Lexie en la que parecía ser la oficina de su padre, estaba recostada sobre una enorme silla negra detrás de un escritorio igual de grande_ puedo buscar un mapa de la casa para ver por donde entrar_ volvió a hablar.

Con ayuda de Taison preparamos un plan que consistía en entrar por la chimenea, igual que Santa Claus. En lugar de ser una casa ordinaria con dos habitaciones, sala, cocina y baño; esta tenia al menos tres de cada uno de ellos, lo cual la convertía en un verdadero laberinto. Según el mapa que Iñaki descargó, en el segundo piso, al final del pasillo estaba la oficina del senador y convenientemente al otro lado de este había una pequeña sala de estar con una chimenea. Dimos un par de vueltas en la cuadra para vigilar el perímetro mientras Iñaki lograba entrar en el sistema de seguridad, Taison estacionó el auto en la parte trasera de la casa para que se me hiciera más fácil subir al techo:

_ Muy bien, pon atención Oliver, cuando salgas de la chimenea, no te distraigas con nada, tienes quince minutos para entrar y sacar a tu amiga antes de que el código que instalé deje de funcionar y las cámaras comiencen a grabar de nuevo en tiempo real, usa el cronometro de tu reloj_ me dijo Iñaki señalado mi muñeca.

_ Los recogeremos en la esquina, junto al semáforo, no se muevan de ahí porque no llevaras radio para no llamar la atención_ dijo Taison mientras me daba una cuerda.

_ Entendido, deséenme suerte_ dije bajando del auto mientras amarraba la cuerda a mi cinturón. Crucé la acera mirando hacia ambos lados asegurándome de que no hubiera nadie que pudiera verme, me brinqué la cerca de madera y me escabullí entre los arbustos. Cuando puse mi pie sobre el primer ladrillo de la pared y me disponía a comenzar a trepar escuché el sonido de unas pisadas que se acercaban a mí, de inmediato, me agaché y me oculté detrás de un contenedor de basura que había junto a mí, cuando el tipo de traje pasó frente a mí, tuve el impulso de cerrar los ojos, pero si lo hubiera hecho no hubiese reconocido al hombre de traje que cojeaba frente a mí. 

El Secreto de EstadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora