Alex Collins.
Eran las diez de la mañana cuando llegamos a la casa, los chicos bajaron del coche pero yo me quedé en el mismo durante unos minutos más. No sentía remordimiento por lo que le dije a Valentina anoche, sin embargo, me sentía extraño conmigo mismo. Era como si una parte en mi interior se culpara por ser tan directo y frío con ella.
Pero no podía cambiar lo que soy.
Mi móvil vibró indicando una llamada entrante de mi padre la cual atendí al instante.
— ¿Qué sucede ahora?.— Pregunté luego de suspirar.
— Veo que cumplieron con el encomendado de ayer.— Respondió del otro lado de la línea, abrí mis ojos pero los cerré en el momento que el sol mañanero dio contra los mismos.— Alex, tengo otro pedido para esta noche. ¿Creés que podrán hacerlo? Escuché que los hermanos de Nick y la hermana de Thomas están viviendo con ustedes.
— Lo haremos.
— Ella no puede saber nuestro secreto, nos causaría demasiados problemas.— Respondió.
— Eso no te incumbe, lo tengo bajo control.— Respondí tajante para finalizar la llamada.
Bajé del coche con cara de pocos amigos e ingresé a la casa, desde la sala podía escuchar las carcajadas de Hannah que se mezclaban con la de los mellizos. Al llegar a la cocina vi que Valentina estaba preparando el desayuno para ellos cuatro mientras que los chicos la veían sorprendidos.
— No sabía que cocinabas.— Murmuró Thomas captando la atención de la chica castaña.
— Cuando vives con una madre que te odia aprendes muchas cosas.— Respondió ella y evité su mirada por alguna razón.
Que estúpido, Alex.
— Woah, tienes una perforación en el ombligo.— Soltó Ryan con una sonrisa de oreja a oreja.
Valentina se tensó y todos nosotros observamos su abdomen donde había un destello plateado saliendo de su ombligo, llevaba un short negro y una camiseta top que dejaba a la vista su abdomen por lo que no fue difícil verlo.
Lo difícil fue apartar mi mirada.
— ¿¡Te hiciste perforaciones!?.— No tardó en gritar Thomas y lo miré incrédulo, yo fui quien lo acompañó a hacerse su primer perforación.
En fin, el chico sólo quería dar la buena imagen de hermano mayor puritano.
— Claro que sí, después de todo no es una niña.— Intervino Pierce en un tono obvio y el castaño rodó los ojos.
— Tú también te hiciste perforaciones y una vez estuviste cerca de hacerte un tatuaje.— Aportó Nick.
— De todas formas, te queda genial.— Opinó Hannah sonriéndole y Valentina le devolvió el gesto.
Separé mis labios dispuesto a hablarle pero su cara de pocos amigos me obligó a cerrar la boca de una puta vez.
— Chicos, éste es su desayuno y los chicos los cuidarán.— Dijo mientras se alejaba de la cocina.— ¡Yo saldré un rato!.
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Pequeño Demonio: El Comienzo ✔
RomanceSe supone que a los dieciséis años una chica debe estar de novia y ser feliz, pero no es su caso. Ella no es cualquier chica, ella rompe los estereotipos de una adolescente y destruye las reglas. Tras mudarse con su padre, quién no ve hace años, to...