Valentina Copper.
Aquel vestido rosado se ajustaba a mi cuerpo como una segunda piel mientras que los tacones negros me hacían ver más alta, mi cabello fue peinado por Samantha quien decidió hacer una media coleta y adornarlo con hebillas plateadas. Observé mi reflejo una vez más y levanté el mentón en busca de algo que me hiciera sentir segura.
Yo podía hacerlo.
Lo haría.
— ¿Valen?.— escuché la voz de Alex del otro lado de la puerta y sonreí.
— Pasa.
El chico ingresó a la habitación vistiendo un traje blanco que le hacía ver más atractivo de lo normal junto a un reloj plateado, se acercó con una sonrisa lujuriosa y me tomó por la cintura para depositar un beso sobre mis labios.
— Eres hermosa.
— Y tú no te quedas atrás.— respondí con una sonrisa.
— ¿¡Están listos!? ¡Tenemos que ir a la Iglesia!.— gritó mi hermano desde abajo.
Alex me tomó de la mano y ambos bajamos las escaleras como si nada importará, y así era. No me importaba si el mundo ardía en llamas siempre que estemos juntos, él era mi lugar seguro.
Mi padre debía estar en la Iglesia junto al resto de los chicos y mis amigos por lo que sonreí al ver que Amelia descendía las escaleras con su elegante vestido, ella sonrió y asentí.
— Un ángel caído del cielo.— dije con cariño mientras la ayudaba a bajar el último escalón.
— No puedo creer que dentro de horas estaré casada, Dios, estoy tan nerviosa.— murmuró haciéndome reír.
— No debes estarlo, esa Iglesia acabará sumida bajo las llamas de lo ardiente que estás.— respondí encogiéndome de hombros.
— Eres la mejor.— susurró antes de abrazarme y reí.
— Lo sé.— bromeé.
— Tu hermana es demasiado atractiva.— susurró Alex.— A este paso necesitaré ojos en la espalda.
— Lo sé, yo necesitare una escopeta.— respondió Thomas.
Reí junto a Amelia para luego salir de la casa y acompañarla hasta el coche de Alex, Thomas se sentó como copiloto y yo fui en el asiento trasero para tomarle la mano a Amelia y ser su tranquilizante.
— Thomas, no me dejes caer.— soltó haciendo que mi hermano riera.
— Claro que no.
— Si quieres puedo darte algún porro y te olvidarás del drama.— comentó Alex tomándome por sorpresa.
— ¡Collins!.— lo regañe.
— Es broma, mujer.
Amelia se rió al igual que Thomas y noté que el pelinegro me guiñaba el ojo por el espejo retrovisor del coche, ojalá eso fuera una simple e inocente broma, Amelia.
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Pequeño Demonio: El Comienzo ✔
RomanceSe supone que a los dieciséis años una chica debe estar de novia y ser feliz, pero no es su caso. Ella no es cualquier chica, ella rompe los estereotipos de una adolescente y destruye las reglas. Tras mudarse con su padre, quién no ve hace años, to...