Valentina Copper.
Llevaba una semana organizando la boda y aún no terminaba de organizar los tipos de flores ni las mesas, estaba segura que si no fuera por el cariño que sentía hacía mi padre y lo agradable que era Amelia yo jamás hubiera aceptado algo como esto. Las personas no deberían casarse, era algo innecesario actualmente.
Eché mi cabeza hacía atrás causando que la misma chocará contra el respaldo del sillón, las voces de los chicos en la cocina logró tranquilizarme ya que les había dejado claro que no me molestarán mientras trabajaba.
¿Pedirle ayuda a Amelia? Eso no estaba planeado ni en mis sueños.
Bajé mi vista a la hoja que estaba frente a mi y comencé a sacar cuentas con la calculadora, no superé los diez minutos cuando rompí el lápiz debido al estrés que comenzaba a mezclarse con furia. ¿Por qué acepté?¿Por qué maldita razón?.
— Al parecer alguien está molesta.— susurró Alex a mis espaldas mientras me abrazaba.
— No puedo con esto, mi cerebro va a explotar.— susurré como un robot.— ¿Acaso es posible tener tantos invitados en una boda? Y dime, ¿Desde cuándo importa la diferencia entre una rosa y un jazmín? ¡Ambas son flores!.
— Ven.— respondió tomando mi mano y llevándome a la puerta principal.— ¡Más tarde volvemos! La chica acabará mareándose con tantos papeles.
— Tengo muchas cosas pendientes, Alex.
— Llévatela, yo puedo encargarme del resto.— intervino Amelia guiñándole el ojo a Alex quien sonrió.
Subimos a su coche y no tardamos en llegar a la avenida principal, observé la ventanilla en silencio mientras memorizaba las fechas para ir a probar el pastel, para visitar el vivero donde compraríamos las flores y aún faltaba hablar sobre la decoración.
— Llegamos.
La voz de Alex me trajo a la realidad y noté que estábamos en una especie de parque que tenía una laguna enfrente, caminamos hasta llegar a una banca donde nos sentamos. El sonido del agua chocando entre sí era relajante pero me sorprendí cuando Alex tomó mi cabeza y me obligó a recostarme en su regazo.
— Cuando estoy molesto pienso que todo tiene una solución y me esfuerzo por encontrarla, incluso si la solución no es de mi agrado sé que otras personas saldrán beneficiadas.— dijo mientras me acariciaba el cabello.— No debes hacer todo sola, yo estoy para ti al igual que el resto y podemos ayudarte. Está bien pedir ayuda.
— No quiero molestarlos.
— Nunca nos molestas, ese tipo de pensamientos acaban torturándote porque crees que debes hacer todo solo cuando no es así.
Sonreí y volteé hacía arriba para observarlo, sus ojos cafés estaban sobre mi mientras sonreía con dulzura, no era una sonrisa normal con picardía de por medio.
— ¿Te encuentras bien?.— pregunté tomándonos por sorpresa a los dos.
— ¿Por qué no lo estaría?.— respondió y me encogí de hombros.
— Te noto extraño, tal vez es mi imaginación.
Él sonrió.
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Pequeño Demonio: El Comienzo ✔
RomanceSe supone que a los dieciséis años una chica debe estar de novia y ser feliz, pero no es su caso. Ella no es cualquier chica, ella rompe los estereotipos de una adolescente y destruye las reglas. Tras mudarse con su padre, quién no ve hace años, to...