28: Los Idiotas

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Valentina Copper.

Los fuertes golpes en la puerta me obligaron a apartarme del escritorio para caminar hasta la puerta, mi padre asomó su cabeza para mirarme con una sonrisa de oreja a oreja mientras que yo fruncía el ceño extrañada. No me acostumbraba a verlo cada mañana, de hecho, me había acostumbrado a su ausencia en la casa.

— Buen día.— comentó con una sonrisa y le sonreí.— ¿Tenías planes para hoy?.

— No.

— Entonces prepárate que saldremos juntos.— respondió pero al ver que me quedé de pie en el mismo lugar decidió seguir hablando.— Será una salida familiar con tu hermano.

¿Salida familiar?.

— Me preparo y bajo.— avisé.

Me apresure en colocarme lo primero que encontraba mientras que una sonrisa estúpida cubría mis labios haciéndome sentir más idiota de lo normal, no recordaba mis salidas familiares ya que era demasiado pequeña en aquel entonces y mi madre jamás quiso salir a un mismo sitio junto a mi.

Estaba emocionada porque saldría con mi hermano a la calle y caminaríamos junto a mi padre como una familia normal, los nervios recorrían cada esquina de mi cuerpo haciéndome sentir un pequeño hormigueo en el mismo mientras que mi corazón latía tan rápido que creía que cualquier persona que ingresará a mi habitación podría escuchar mis latidos.

Tomé el bolso para luego bajar las escaleras corriendo, la felicidad causaba demasiados efectos en las personas y a mi me hacía sentir como una adolescente hiperactiva.

— ¿Se puede saber por qué maldita razón eres tan hermosa?.— soltó Alex llegando a mi lado y sonreí, cruzó su brazo por mi cintura para acercarme a su cuerpo y besar mi mejilla.

— Te recuerdo que sigo presente.— advirtió Thomas mirándolo con cara de pocos amigos mientras alzaba su ceja.

— ¿Sigues creyendo que le haré algo indebido a tu hermana?.— preguntó Alex y mi hermano asintió.— Pues estás en lo cierto, pero aún no me deja.

— Maldito hijo de perra.

Dicho aquello, Thomas comenzó a perseguir a mi novio quien corrió escaleras arriba como si su vida dependiera de ello; para ser sincera, Alex podía considerarse hombre muerto.

— ¿Qué ocurre?.— preguntó mi padre llegando a mi lado y me encogí de hombros evitando sonrojarme.— Estás hermosa.

— Gracias, ¿Los chicos están invitados?.

— No, tienen cosas que hacer.

— ¡Thomas, nos vamos con o sin ti!.— grité mirando hacía la escalera y ambos chicos se asomaron.

Alex tenía parte de su camiseta levantada mientras que el cabello de mi hermano estaba alborotado, ¿Qué demonios hicieron?.

— ¡Cuídense!.— gritó Nick desde la cocina.— Luego nos cuentan qué tal.

Thomas bajó las escaleras para pasar su brazo por mis hombros y acercarme a él mientras que miraba a Alex de una forma amenazante, reí. Mi padre tomó una cesta en la cual parecía haber comida y caminamos hasta el coche.

— ¡Espera!.— me interrumpió Alex cuando estaba por ingresar al auto, lo miré sobre mi hombro extrañada cuando sus brazos rodearon mi abdomen y apoyó su mentón en mi hombro.

— ¿Qué sucede?.— pregunté nerviosa.

— Sólo... Te amo.

— Yo también, tonto.— respondí entre risas y besé su mejilla.

Pequeño Demonio: El Comienzo ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora