Último capítulo del año. Den amor mediante votos y comentarios.
Me sentía agotada.
Y no físicamente. Y eso cariño, era lo peor. Apoyé la cabeza contra la pared blanca, esperando a que la maldita secretaria terminase de hablar con el supuesto dueño de la empresa.
Cierro los ojos y me estremezco al recordar las caras desesperadas de los chicos.
No se si pusieron esas caras porque en serio se habían encarriñado conmigo, o porque tenían miedo de que dijese cosas malas de ellos.
Di un respingo cuando la secretaria apareció delante de mi, y con una sonrisa tensa, me invitó a seguirla.
En el ascensor casi me asfixio debido a que la mujer llevaba unos tres kilos de perfume. Yo ni siquiera llevaba y no olía mal.
Caminamos por estrechos y largos pasillos blancos hasta que se paró delante de una puerta negra grande.
Dió dos golpes y me señaló la puerta. Acto seguido se giró y se fue, contonteando las caderas.
La puerta se abre y tras sonreírle forzosamente al jefe de la empresa de empleos, entro.
-Annie Frall, ¿cierto?
Me sorprendió que supiese mi nombre y mi apellido, pero luego pensé en que debía de ser la única suicida que aceptó éste tipo de puesto.
Me senté y crucé las piernas. Él cruzó los brazos y me miró por encima de su flequillo canoso.
-¿En qué puedo ayudarte, Annie?
Trago saliva.
-Qui-quiero renunciar. No he cogido nada del dinero que me habéis transferido, tranquilo- la sorpresa en su rostro es obvia y se echa hacia atrás.
Inspira hondo.
-¿Que han hecho ésta vez?
¿Ésta vez?
Evito preguntarle sobre eso y carraspeo.
-Nada señor, es solo que... Que yo no estoy lista para ésto.- bajo la cabeza.
Permanecemos un rato en silencio, hasta que se levanta y se sienta a mi lado.
Le miro, con el ceño fruncido.
-Seamos maduros, Annie. Tu has sido la única que a aguantado tanto en este puesto y...
-Espere- levanto la voz, mirándole con los ojos abiertos- ¿Ha habido más... Además de yo?
Frunce el ceño y asiente.
-Llevan unos años metidos en ese bloque de pisos y han tenido dos psicólogas y un psicólogo que renunciaron igual que tú... - suspira y cruza sus piernas.
-¿Porqué renunciaron? - mi curiosidad acabará matándome.
Me mira dudoso.
Pero acaba apretando los labios y mirando a la nada.
-Una de las dos psicólogas renunció por simple miedo a ellos, y el psicólogo renunció por renunciar. Vino lleno de golpes y no quiso testificar en contra de ellos. Se puede imaginar lo aterrado que le dejaron- para mi sorpresa, se ríe.
-¿Y... Y la otra? - susurro.
Ésta vez se levanta y poniendo sus manos en su espalda, empieza a caminar de un lado a otro.
Sigo sus movimientos.
-La otra mantuvo relaciones con uno de los criminales. Y eso es ilegal, lo cual se le quitó el diploma y se la inválido de cualquier trabajo.

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GITANA✓
RomanceMe encontré segura en el sitio menos seguro. *** Queda prohibido, sin autorización escrita del autor, bajo las denuncias establecidas por las leyes, la reproducción total, adaptación, distribución y plagio por cualquier medio o procedimiento. TODOS...