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Mis labios se separan lentamente de los suyos y dejo de degustar el sabor de su saliva con el del tabaco.

No nos separamos.

Nos miramos con las narices unidas y nuestra respiración chocando la una con la otra. Aprieta la mandíbula, ahuecando mi cara entre sus manos y su mirada se vuelve feroz.

-Cada noche mis demonios me matan, diciéndome que cómo un alma tan pura y buena como la tuya, ha decidido atarse a la mía, un alma oscura y destrozada- cierro los ojos y mis mejillas siguen mojadas.

Niego y pongo mis manos sobre sus muñecas para apretarlas ligeramente.

Yo misma sabía bien que la vida duele un poco cuando no te dan amor, duele un poco el alma cuando nadie lo acaricia.

Pero, ¿no sería perfecto que dos almas que no sabían de amor, intentasen dárselo la una a la otra?

-Gitana... - dice en un gruñido torturado, separándose de mí para poner sus manos en su nuca y mirarme. Lucía infernal y ni siquiera era consciente de ello- Soy un asesino, soy un criminal... ¿Eres consciente de ello?

Trago saliva.

-Soy consciente de que no eres ningún asesino. Es una faceta que tú mismo te has creído pero no es así- doy un paso hacia él, sonriendo tristemente- ¿Acaso no ves la verdad? ¡Aquí la puta asesina fue esa mujer que tuviste de novia, ella fue la que asesinó a tu hijo, ella es la jodida asesina aquí, no tú, Tristán! - bramo y las lágrimas bajan de nuevo.

Su cara sufre una descomposición de sentimientos que sería digna de grabar.

Sus ojos se abren como platos y sé que nunca lo había visto de ésta manera. No me acerco, intento darle su espacio, pero no paro de hablar.

No quiero esconder ya nada de lo que hay en mi interior. Estaba harta. Estaba cansada.

Estaba cansada de saber lo que siento, para luego fingir no sentir nada para no sentir nada.

-Eres un ser jodidamente hermoso. Jodidamente destructivo y Tristán, estoy dispuesta a correr por tu tormenta- susurro emocionada, cuando estoy a unos pasos de él.

Fuerza una media sonrisa y baja la cabeza, negando.

-Eres tan cursi que das diabetes, gitana- dice posando su mirada dolida sobre la mía.

Suelto una risa carente de humor y aprieto los labios para luego retirarme el pelo de mi cara.

Miro el techo y suspiro.

-¿Porqué no me quieres dejar entrar, Tristán? Creo que me acabas de confesar la peor parte de tu historia. ¿Crees que saldré huyendo? ¿Has visto en mi cara las ganas de irme? - bramo.

Niega y se pasa la mano por su incipiente barba.

-Es increíble cómo lo que se construye en años, de repente alguien lo puede derrumbar en sólo minutos- murmura para sí mismo.

Mis ojos se fijan en el tatuaje que tiene en forma curva encima de sus pectorales. Camino lentamente hacia él y bajo su mirada, le quito la camisa lentamente.

Noto que aprieta la mandíbula. La primera y última palabra le llegan cada una a un hombro.

Y la frase es la que rompe algo en mi interior.

'' Por los siglos de los siglos, amen''

Le iba a comentar que se le había olvidado poner la tilde a la última palabra, pero no.

Es sin tilde. Por los siglos de los siglos, amen.

Levanto la mirada para chocarla con la suya, que luce curiosa.

GITANA✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora