No pude salir del hospital hasta entrada la noche.
Gracias a Fátima.
En vez de insultarme y gritarme por lo descuidada que he sido, se puso contenta y delirante de alegría. Justo como debería de estar yo.
Y ni hablar de cuando se enteró de quién es el padre. Unas enfermeras casi le inyectan unos tranquilizantes.
Salió de la cama arrastrando el palo de hierro donde estaba el suero y demás y caminó conmigo hasta una enfermera.
Me obligó a hacerme un chequeo y a comer hasta hartarme en la cafetería.
-Dos semanas. ¡ES FANTÁSTICO, VOY A SER TÍA! - Le cierro la boca con la mano sin poder reprimir una sonrisa- No me calles, me has alegrado la vida joder. ¿Y porqué llorabas, boba?
Tragué el zumo que estaba en mi boca y suspiré.
Me eché hacia atrás y me encogí de hombros.
-Primero, mi futuro bebé no tendrá abuelos. Segundo, puede que ni su padre lo acepte. Y tercero, soy un jodido desorden sentimental, por lo tanto, seré una madre nefasta- la dejé fulminándome con la mirada.
Carraspeo.
-Primero. Tu futuro bebé me tendrá a mí, lo cual es más que suficiente. Segundo, no puedo conocer a nadie que sea mejor mujer que tú, así que no pienses ni un segundo en que el pequeño que llevas adentro no te vaya a adorar. Y tercero, ¿cómo sabes que su padre lo va a rechazar?
Me muerdo el labio inferior.
-Porque le amenacé de muerte.
Cuando levanté la mirada, la vi mirándome con enfado, creyendo que la estaba vacilando.
Pero al ver la seriedad y la vergüenza en mis ojos, se partió de risa encima de la mesa, atrayendo la atención de media cafetería.
No volví al apartamento hasta el amanecer del día siguiente.
Dormí con Fátima en su habitación hasta bien entrada la madrugada.
Ella apostaba su riñón derecho a que era niño, ya que según ella, los niños son los que dejan a una hecha polvo al principio del embarazo.
Le dieron el alta a las nueve de la mañana y me despedí de ella en el asiento trasero del coche de su padre.
-Vendré a verte uno de éstos días, para que me presentes al padrgjfksjf- su madre nos miró raro y yo sonreí inocentemente, quitándole mi mano de la boca de su hija.
-De acuerdo, cuídate mucho y sigue la dieta que te ha dado el doctor- le di un beso en la coronilla.
Me despedí de sus padres y cogí el siguiente taxi para irme también a casa.
Casi río al percatarme de que acabo de llamar casa a un cuartucho de mierda. Aunque bueno, mientras tenga techo...
Mientras estábamos parados en un semáforo, mi vista se fijó en una mujer que andaba por la acera con un carrito de bebe, mientras que una niña rubia caminaba a su lado, sujetándola del pantalón.
Sonreí e inconscientemente mi mano viajó a mi tripa. La acaricié suavemente y apoyé la cabeza en la silla del coche.
-Señorita, ya hemos llegado.
Me disculpé y le pagué al taxista antes de bajar.
Caminé con los brazos cruzados hacia el bloque de pisos y aquí sonrió al ver que, ésta vez el grandullón me abrió la puerta.
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GITANA✓
RomanceMe encontré segura en el sitio menos seguro. *** Queda prohibido, sin autorización escrita del autor, bajo las denuncias establecidas por las leyes, la reproducción total, adaptación, distribución y plagio por cualquier medio o procedimiento. TODOS...