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Pasado mañana era el día del juicio.

Los días habían pasado demasiado rápido. El bulto en mi vientre era apenas reconocible, pero estaba ahí.

Lety se había comunicado conmigo por teléfono hace unos días, para dejarme saber el día del juicio y para percatarse de que supiera que ella también asistiría.

En cuanto a mi pequeño bebé, está sano y perfectamente feliz, según mi pediatra. Fátima va conmigo a las sesiones en las que me toca hacerme la revisión y se emociona cada vez más.

Ni hablar del día que me sacaron una copia de la imagen en la pantalla que mostraba a mi bebé. No mostraba mucho pero se veían dos brazos y dos piernas pequeñas.

Bueno, pues tuve que hacer nueve copias de esa foto. Cinco para los chicos, incluyendo al padre, quien tuvo la excelente idea de tatuarse la imagen en su piel, pero le frené a tiempo, diciéndole que era mejor esperar al día que naciese, para poder tatuarse mejor su nombre.

Paul se pasaba día y noche con la foto, inventándose que se podía ver una cabellera negra igualita que a la de Tristán, lo cual nos hacía partirnos de risa.

Otra copia era para Fátima, quien fue la primera en llevarme a la sala de impresoras para hacerse ella misma una copia.

Otras dos fueron para mi hermana y mi madre que quedaron encantadas en la tarde que vinieron a conocer a Tristán.

Mi hermana se enamoró del guardia y cada vez que viene intenta seducirle, fallando. Mi madre me emocionó al dejarme saber que estaba en buenas manos, ya que estaba más que encantada con el padre de mi hijo.

Y finalmente la última copia era para mí. La cual besaba cada noche antes de dormir.

Todos a mi alrededor parecían haber alcanzado la felicidad gracias a la criatura que estaba en mi interior, la cual creo que estaba también feliz de ser tan querida sin aún haber nacido.

Me encontraba con Rob y Cris, mientras los demás chicos ayudaban a Dora a mover cosas de mi habitación a la de Tristán. Ya que según ellos era como si estuviera casada con él, pero sin anillo.

El piso de Rob a veces me daba miedo. No sé, las fotografías de gatos negros y serpientes que tenía por doquier, me hacían sentir muy observada.

-¿No os molesta? - señalé con la cabeza la pulsera negra que llevaban atada al tobillo.

Cris permaneció con los pies encima de la mesa.

-Qué va, casi ni la sientes. Pero no sabes la guerra que da si intentas salir del edificio- le miré con una ceja alzada.

Rob asintió, de acuerdo con las palabras de su amigo.

-Sin exagerar, la mitad de las patrullas de Sydney estarían en la puerta en menos de dos minutos- mi boca se abrió exageradamente y fulminé a Rob cuando me metió una uva de las que estaba comiendo.

La mastiqué asumiendo el gran grado de protección  que tenían encima.

-¿Sigue sin haber luz en tu apartamento? - negó con la cabeza y me levanté para caminar hacia la ventana, ignorando una de las tantas velas que había para alumbrar la estancia.

-Ni en mi apartamento ni en todo el edificio. Dicen que el electricista viene mañana temprano- informa y yo asiento, observando la luna blanca en todo lo alto.

Unos golpes sonaron en la puerta de Rob y mientras Cris iba a abrir, yo caminé esquivando las velas.

-Deberías quitar algunas Rob, podría quemarse algo- le dije cogiendo su mano para ayudarme a esquivar algunas.

GITANA✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora