©23©

1.4K 121 22
                                    


-No podemos seguir así, Lucas.

Esa simple frase, ocasionó que el rostro del doctor sentado en frente de nosotros, cambiase por completo.

Dejó la copa de vino a un lado y me observó en silencio, detenidamente.

Me puse nerviosa y Tristán solamente se quedó allí, pacífico y en silencio, observando orgulloso la escena.

-¿Hay otro?

Esas palabras me hicieron encogerme en mi sitio y llevarme la copa de vino a la boca para hacer tiempo e inventar algo.

Pero fue una mala idea, porque el señorito fue más rápido.

-Sí- Lucas le miró confuso- Yo soy quien le ha aconsejado el que te lo diga, porque veo que eres un buen... Un buen hombre, y no mereces ilusionarte más- le miro con los ojos como platos.

Lucas permanece sentado, con una cara de póquer increíble.

Gira su cabeza para observarme y eleva una ceja.

-¿Y qué es lo que te ha atraído de ese? ¿Su dinero? ¿Su profesión, quizá? - pude distinguir la burla en su voz.

Me empecé a alterar porque sabia de ante mano que el futuro de Fátima estaba en sus manos.

-Pues te equivocas. No tiene nada de eso, pero tiene un atractivo y una sensualidad que... - se calló cuando se dió cuenta de que había hablado de más-... Que a mi como hombre, me baja demasiado el autoestima.

Toda la estancia se quedó en silencio.

Tragué saliva cuando echó su silla hacia atrás y se levantó. Forzó una sonrisa y dando un breve asentimiento como despedida, se encaminó hacia la puerta

Maldije y me apresuré a alcanzarlo.

-Lucas, lo siento, de verdad- no me miró, pero asintió- Espero que ésto no influya en Fátima.

Mi voz débil e insegura hizo que su mirada chocase con la mía.

Forzó otra sonrisa.

-Por favor, Annie. ¿Qué tipo de persona crees que soy? - susurró.

Le sonreí en agradecimiento y le observé desaparecer por el pasillo en silencio.

Escuche cómo sus pisadas se alejaban cada vez más, hasta que casi no se percibían. Me quedé un rato más en el pasillo, recordando su pregunta.

Tristán no tenía ni dinero, ni una profesión... Pero fue el único que me atrapó, después de pasarme toda la vida corriendo.

Y creo que eso es mucho más importante que el dinero, la profesión o la belleza.

-Gitana- me giré, para observarlo apoyado en el marco de la puerta, con una media sonrisa- ¿pasas la noche conmigo?

No lo dudé y asentí.

Sus labios formaron una hermosa sonrisa de dientes perfectos y blancos.

¿Porqué es tan hermoso cuando sonríe? ¿Y porqué yo siento hormigueo en mi barriga cada vez que lo hace?

Mientras le ayudaba a recoger los platos y lavarlos, me le quedé mirando en silencio.

Estaba tranquilo, hace mucho que no he presenciado otro ataque de pérdida de nervios, lo que es música para mis oídos y mis sentimientos.

-Sabes... Estoy sintiendo algo grande por ti- el plato que sostenía entre mis manos se cayó, rompiéndose en mil pedazos. Elevé la mirada, húmeda, para fijarla en su rostro- Lo que has hecho ésta noche significa mucho para mí, no lo dudes.

GITANA✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora