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-Comenta. Estaré dedicando cada capítulo al mejor comentario. -

-¿Puedo pasar o aún tienes el palo?

Una risa sale de mi boca cuando le abro la puerta a Tristán y le encuentro protegiéndose su trasero con una almohada.

Le hago pasar tirando de su camiseta y sin importarme que me acabo de levantar y tengo aún los dientes sucios, estampo mis labios sobre los suyos.

Suelta un sonido ronco y tira la almohada para cerrar la puerta y tirarse encima de mí en la cama.

Suelto un quejido que hace que ambos soltemos una risa mientras sus labios siguen pegados a los míos.

-¿Sigues dolorida? - susurra sobre mi cuello a medida que lo va besando.

Su mano viaja al lazo del cordón de mis pantalones de pijama y cuando dirige su mano un poco más allá y hace una presión, me sorprendo al no sentir dolor alguno.

Él me mira con satisfacción al darse cuenta y quitándose la camisa por encima de la cabeza, suelta un alarido de puro placer.

-No deberíamos de hacerlo cuando sólo unas horas antes lo hemos hecho - digo en un intento de hacerlo enojar.

Él solo se queda quieto, y me mira con socarronería.

Suelto una carcajada cuando rompe mis bragas con desesperación.




-¿Le has dicho ya al doctor que ya no le verás?

Trago saliva y paro de hacer figuras imaginarias con mi dedo sobre su pecho desnudo.

Pienso en Lucas y por un segundo me siento mal por lo que estaba haciéndole. Aunque a decir verdad ni si quiera éramos pareja, así que...

-Pues la verdad es que... - me quedo en silencio cuando mi móvil empieza a sonar.

Estiro el brazo hacia mi mesilla y sonrío al ver la pantalla.

El señorito suelta un gruñido de fastidio cuando descuelgo.

-¡Lucas! ¿Qué tal estas?

Observo con los ojos abiertos cómo Tristán se quita de debajo de mí para coger mis dos senos y enterrar la cara entre ellos.

Trago saliva, intentando concentrarme en lo que la voz de Lucas me estaba diciendo.

-Y por eso estaba pensando en venir ésta tarde a tu casa. Me encantaría volver a ver a tu hermano y ya de paso conocer un poco el entorno en donde te mueves- me quedo helada y no sé si gemir o gritar cuando me empieza a succionar mis pechos.

-Yo... Ehmm... No lo...

-¿Estás bien, Annie?

Y es cuando sube esa mirada pervertida y la fija en mis ojos que quiero colgar y volver a deslizarme entre las sabanas con él.

-Sí, claro.

-Fantástico, entonces nos vemos ésta tarde para cenar.

Y antes de que pudiese decirle que el sí, claro, fue para su pregunta anterior, cuelga.

Dejo el móvil y miro con la boca abierta a Tristán. Cuando me pregunta inocentemente qué había pasado, se lo cuento solo para joderlo.

Claro que como siempre me salen mal las cosas, pues se puso tacaño.

-He dicho que no. No pienso volver a actuar como tu hermano y luego acostarme contigo. Es de degenerados- brama levantándose para ponerse sus calzoncillos- ¿Y mis calzoncillos?

GITANA✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora