02 El chico nuevo

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Después de comer con Cristo este lo encaminó a su casa porque el barrio donde crecieron era muy peligroso, se despidió mostrando una sincera sonrisa al hombre que siempre estaba para él y era uno de sus mejores amigos en la ciudad.

Su abuela lo recibió con un pastel de mango y una taza de leche fría, no se pudo negar ya que ella lo quiere mucho y lo preparo porque sabía que le darían el trabajo.

Lo miró orgullosa, un semblante de serenidad se dibujo en su rostro después de saber que él había obtenido un empleo en uno de los corporativos más importantes de la ciudad y el país.

— Me alegra mi niño — lo felicitó — Te mereces el cielo entero.

Sonrió ante sus palabras porque ella era la única persona que siempre había estado a su lado en sus fracasos y triunfos.

Ni su padre lo estaba, él simplemente abandono a su madre en su enfermedad y a mi también, mi abuela fue la única persona que se preocupó siempre por mi bienestar.

Su padre era su hijo pero jamás pudo ser un buen hombre y por eso Doña Estela trataba de no recibirlo enfrente de Oliver por un problema que tuvieron años atrás aunque ambos no soportaban no hablarse pero eran muy orgullosos para admitirlo.

— ¿Tú ya cenaste abue? — le preguntó Oliver.

Su abuela asintió y comenzó a contarle que había echo bistek en salsa porque había estado su padre con ella.

La verdad se sintió triste, él jamás le perdonaria el ser homosexual porque era un hombre educado a su manera por su abuelo, mientras la abuela era un amor porque siempre lo había querido a pesar de pensar diferente.

Pero a la vez él tenía la culpa porque fue quien lo corrió aquel día en el que le echó en cara el ser homosexual, además los reclamos por la enfermedad de su madre salieron a flote aquel día por lo que Sebastián lo sacó de la casa.

— Mañana es mi primer día en el trabajo estoy nervioso — le contó a su abuela.

Se metió un pedazo del pastel a la boca y lo saboreó, la verdad estaba muy delicioso en ese instante descubrió porque su abuelo se había enamorado de su abuela.

— Ay mijo tú eres un fregón — le comentó su abuela — eres el más inteligente de mis nietos.

Se sonrojó pero su abuela tenía una hija quien era hermana de su padre y tiene varios hijos quienes se llaman Andrick, Jadiel y Erick entre los 7, 9 y 13.

— Se van a poner celosos abue — bromió.

— A ellos también los quiero mucho hijo pero tú eres mi primer nieto y el de mi nuera favorita a pesar de que tú padre es un... — le decía ella pero él decidió interrumpirla.

— No hablemos de mi padre abue, sé que es tu hijo pero me duele que no acepte quien soy y lo que quiero, jamás ha respetado las decisiones de los demás aún cuando ha cometido muchos errores y... — se detuvo un momento por contener el llanto — él no es perfecto, y vive criticando a los demás es lo que me molesta.

Su abuela lo abrazó porque sabía lo que era que tu padre quisiera decidir sobre tu vida, recordó aquellos días de primavera en los que su padre le cortó las alas y no le permitió estudiar como a todas las muchachas por ser mujer.

— Te entiendo mi niño — le dijo su abuela — solo trata de comprenderlo, para tu padre es muy difícil asumir que su hijo es homosexual, recuerda que es la viva imagen de mi padre.

Oliver miró a su abuela con alegría, ojalá nada llegará a destruir su felicidad y tranquilidad.



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Sin CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora