Alejandro se estaba preparando para la vida que él mismo había elegido el día que arrojó el amor que dijo sentir por Oliver, hoy se estaba preparando para aceptar una vida que muchas veces había dejado fuera de si mismo. Una vida que lo abrumaría siempre.
La Catedral de Monterrey se había vestido de blanco, las paredes se cubrían por adornos y rosas blancas como lo había ordenado Dante de la Garza, el hombre llevo a su hija al altar donde la entrego a Alejandro. Estaba seguro de que su plan para mantener a Alejandro cerca suyo y en su palma de la mano funcionaría.
— Ella es mi tesoro, cuídala y protegela — sentenció Dante de la Garza en su oído — o desearás que tu castigo sea peor que el de Oliver González.
Asintió.
Su madre estaba ahí, ella lo miro con orgullo y alegría porque después de mucho tiempo su apellido volvería a ser lo que una vez.
— Lo haré señor — dijo casi en un murmullo.
El sacerdote comenzó la ceremonia de matrimonio, el corazón de Alejandro latía a demasiado rápido por lo que estaba haciendo. Se entregaría a una mujer a la que no amaba, y a la que solo utilizaba para sus intereses empresariales y económicos.
— Sofía de la Garza — le llamó el sacerdote y prosiguió — Recibe usted a este hombre para ser su esposo, para vivir juntos en sagrado matrimonio, para amarlo, para honrarlo, consolarlo, cuidarlo, en salud y enfermedad, guardándole fidelidad hasta que duren sus vidas?
La joven estaba emocionada, después de tantos años logró amarrar el amor de Alejandro y sería suyo esta noche. Con una gran sonrisa asintió con la cabeza y soltó un sonoro "sí" que fue escuchado por todos los invitados.
El sacerdote dirigió su mirada con Alejandro, observó su semblante serio y rígido, forzado a casarse tal vez con alguien a quien no amaba. Muchos matrimonios fracasaban cuando no había ni una pizca de amor, el padre le sonrió con suavidad y con voz seria preguntó: Recibe usted a esta mujer para ser su esposa, para vivir juntos en sagrado matrimonio, para amarla, para honrarla, consolarlo, cuidarla, en salud y enfermedad, guardándole fidelidad hasta que la muerte los separe?
Alejandro sonrió forzado, levantó su vista al padre y dijo un: "si" que nadie escuchó, el sacerdote volvió a formular la oración y el hombre volvió a decir la palabra que tanto esperaba Sofía de la Garza, un si.
El sacerdote sonrió.
— Si hay alguien en esta boda que se oponga que hable o calle para siempre — dijo el sacerdote.
Sofía soltó una sonora carcajada.
— Padrecito — dijo la chica — Ya terminemos de casar ya quiero ser la señora de Montemayor.
Algunos giraron su mirada cuando un joven entró por la puerta principal de la iglesia, era hermoso, ojos color verdes esmeralda, piel blanca como la leche y con una mirada peligrosa. Alejandro lo observó con duda y asombro, juraría por Dios que aquel hombre era Oliver, aunque un poco más mayor y con una belleza sin igual.
Sus ojos estaban por salirse de sus cuencas, ¿cómo era posible? ¿Qué hacía aquí?
Sofía estaba interesada en saber el porqué del asombro de su futuro esposo.
— ¿Tiene algo que decir, joven? — le preguntó el sacerdote.
Dante observó al joven igual con asombro y duda, el mismo sentimiento que tenía Alejandro lo tenía él. ¿Estaba viendo borroso?
— Una disculpa sacerdote, nos retrasamos por el tráfico mi abuelo y yo. Tomaremos asiento — dijo el joven tomando asiento sin dejar de mirar a los ojos Alejandro.
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Sin Corazón
RomanceLos años no pasan en vano... Oliver se enamora de Alejandro un hombre que esconde secretos y una doble vida. Es acusado de un desfalco millonario y enviado a prisión por cinco años. Tras un golpe de suerte logra salir de la cárcel y recuperar su lib...