04 El héroe de Oliver

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Oliver caminaba a su casa, el trabajo lo había dejado muy cansado ya que tuvieron muchos pendientes el día de hoy, a decir verdad se sentía feliz por estar cerca de Alejandro.

Aquel hombre le parecía alguien interesante e inteligente además era muy guapo y más de uno o una en el corporativo se derretía por él, era como un dios griego en la tierra.

Era cierto que mantenía un carácter fuerte y complejo, era muy estricto y le gustaban las cosas bien hechas o si no las aventaba a la basura.

— ¿Ya no te acuerdas de mí Oliver? — le preguntó una voz masculina a sus espaldas.

Sintió asco al escucharlo, no podía creer que aquel que lo había lastimado meses atrás estuviera hoy aquí detrás de él.

— Vete Rubén — replicó Oliver molesto.

Rubén soltó una ligera carcajada al escuchar la negativa de Oliver por hablar con él, sabía que hace años lo había lastimado mucho y por eso no deseaba entablar una conversación con él.

— No me iré pequeño — lo tomó del brazo bruscamente — ¿O es que necesito recordarte que te amo y no luego vivir sin ti?

La respiración agitada de Rubén logró noquear por completo a Oliver quien se quedó paralizado completamente en aquel instante, las uñas de aquel hombre se encajaron en su piel con total dominación.

— He dicho que me sueltes — suplicó Oliver casi llorando —me lastimas.

Rubén volvió a reír, conoció a Oliver años atrás en un antro cuando el muchacho acompañó a su mejor amigo, al principio le parecio un tipo interesante pero con el tiempo descubrió que padecía de esquizofrenia y comenzó a molestar al chico hasta que tuvo que ponerle una orden de restricción.

— ¡Ha dicho que lo sueltes! — le gritó Alejandro molesto quien inmediatamente le propinó un golpe en el rostro.

Rubén cayó al suelo mirando hacia la nada, gritó furioso y en un descuido de Alejandro logró sacar una navaja que tenía escondida para asustar a Oliver si se resistía.

— ¡Te voy a matar por meterte en lo que no te importa! — gritó Rubén y se acercó amenazante encontra de Oliver.

Pero una persona más lo detuvo, se trataba de Cristo quien estaba en el lugar corrector y el momento perfecto para salvar a Alejandro y Oliver del loco de Rubén.

— ¿Estás bien mi Oli? — inquirió Cristo preocupado.

Alejandro lo miró con desdén, le parecía un tipo naco y con un aspecto de delincuente por lo que no dejó de mirarlo de forma despectiva hasta que Oliver se dio cuenta de eso.

— Él es Cristopher — lo presentó — un amigo.

— Mucho gusto señor Cristopher — le extendió la mano pero el mencionado solo choco los puños.

— Así que tú salvaste al pequeño Oliver — dijo Cristopher — es un gusto saber que él tiene cuates que lo defiendan

Alejandro lo miró extrañado, la verdad no le parecía nada agradable aquel tipo con un aspecto no muy favorable ante sus ojos.

— Temo que me tengo que ir pequeño Oliver, tengo cosas muy importantes que hacer — dijo Alejandro serio — iré con un cliente que vive por aquí cerca, así que la veo después González.

Alejandro se terminó de despedir, se subió a su coche y arrancó de inmediato dejando suspirando a Oliver.

— Se ve que ese tipo tiene dinero — dijo Cristopher — ¿Qué es tuyo?

Sin CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora