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Tardo años en enterrar el dolor que sentía por dentro, muchas noches no contuvo el llanto que ardía en su corazón, despertaba queriendo volver a sentir el calor y los abrazos de su abuela, inclusive llego a extrañar las diferencias y discusiones con su padre.
Le pidió a Cristo que ya no lo buscará, que algún día tendrían la oportunidad de estar juntos como siempre, lo que más le dolió fue no volver a saber nada de Sebastián al que creía su mejor amigo.
¿Y si el mejor amigo que había tenido siempre fue Cristo?
Leía las cartas que le enviaba donde le contaba que cuidaba de las pocas cosas que se pudieron salvar del incendio entre ellas una cajita de madera con información de él.
Cristo se la había enviado para que Oliver la tuviera en su poder e hiciera lo necesario si algún día la llegaba a ocupar, lo que más le dolía también era el no poder velar y estar junto a los cuerpos de su abuela y padre.
— Oliver — lo llamo el psicólogo Rafael — Hoy te ves muy bien eh, parece que después de todo has decidido volver a enfocarte en tus cosas.
— Verdad que si, últimamente he querido organizarme en mis cosas — dijo Oliver — verás después del duelo tengo que continuar y si está es la vida que me tocó, tengo que afrontar las cosas.
Rafael veía en Oliver la imagen de su hijo fallecido, Edgar había muerto en manos del crímen organizado por lo que él se había encargado de entrar en programas sociales para apoyar a reclusos.
— González tienes visita — le dijo un custodio.
¿Quién lo buscaba?
¿Acaso sería Cristo?
Él le pidió no visitarlo por miedo a Dante de la Garza, era un hombre peligroso por lo que no se tentaría el alma para lastimar a la única persona importante en su vida que estaba con vida y ese era Cristo.
— ¿Tienes algún familiar Oliver? — preguntó Rafael.
Oliver negó.
— Puede que sean mis primos, aunque lo dudo — dijo Oliver.
— Licenciado es mejor que González venga, la verdad tengo más cosas que hacer — dijo el custodio.
El muchacho se levantó de su asiento, salió hacia el patio donde se hacían las visitas con familiares aunque dudaba que Cristo pudiera entrar. La última vez hace un año y medio le habían negado el acceso.
— Buen día joven Oliver Jared González Rivera — lo saludo un hombre misterioso.
Aquel sujeto era alto, moreno y robusto. Oliver tomó asiento con duda, pues nunca lo había visto en su vida. Le entrego una tarjeta de presentación en la que venía su nombre.
Alexander de la Vega
— ¿Quién es usted? — inquirió Oliver confundido, no lo conocía.
El tipo tomo un respiro.
¿Cómo explicarle al joven que su abuelo estaba muriendo y apenas lo había encontrado?
— Ya lo vió, mi nombre es Alexander de la Vega. Soy abogado del señor Benjamin Rivera, su abuelo — el silencio inundó el lugar.
¿Cómo que abuelo?
— No entiendo, tal vez te estás equivocando — dijo Oliver — yo no puedo tener un abuelo, es decir yo...
— Su madre la señora Grettel Rivera contrajo matrimonio con su padre el señor González, ella era hija del señor Benjamín Rivera — le contó a Oliver.
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Sin Corazón
RomanceLos años no pasan en vano... Oliver se enamora de Alejandro un hombre que esconde secretos y una doble vida. Es acusado de un desfalco millonario y enviado a prisión por cinco años. Tras un golpe de suerte logra salir de la cárcel y recuperar su lib...