06 El amor de Oliver

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Oliver disfruto aquel beso, se dejó llevar por el momento y en cierto punto olvidó quien estaba frente a él. Las historias de amor se escribían desde encuentros inesperados, este era uno de ellos.

Las manos de Alejandro bajaron hacia su cintura, un frío estremecedor recorrió su espalda y entonces sintió aquello que nunca antes.

— Es mejor que nos vayamos — dijo Alejandro — le diré al encargado del restaurante que prepare nuestra cena, comeremos en mi departamento.

Su departamento

Él me está llevando a su departamento, quiere decir que...

¿No oíste? — susurró el mayor en su oído — vamos pequeño.

Lo que nunca entendí es por que me eligió a mí

Mi corazón, mi vida, mi historia...

— Si señor — dijo en un tono de voz bajo.

Lo que estaba pasando lo volvía loco, Oliver olvidaba por primera vez todos los problemas y las cosas que pasaban en su vida. Alejandro Montemayor fue un amor que de repente se colo en su vida, un hombre que estaba cerca cada vez más de meterse en él.

— No, señor no más — dijo Alejandro — Dime Alejandro.

La ciudad se iluminaba por dos personas, en su cabeza rondaba la idea de tener un cuento de hadas junto al hombre que ahora lo miraba, sin embargo se apartó al sentir que estaba haciendo mal.

— No, esto no puede ser — dijo para ambos — yo me voy...

— Ambos lo deseamos, desde que nos conocimos — dijo el mayor.

— ¿Acaso no entiende? — dijo Oliver — su mundo y el mío no son iguales, usted y la señorita De la Garza tienen algo. No puedo suponer que esté beso y lo que pasaría daría a entender que tendremos algo más.

— Lo siento, si tan siquiera — dijo el mayor con toda la naturalidad del mundo — ¿Es acaso que no lo entiendes?

— No quiero jugar con fuego señor, quemarme no sería una opción — dijo Oliver apartándose de Alejandro.

Corrió como nunca, el aire simplemente golpeaba su rostro mientras pequeños flashes de los que pasó con Alejandro venían a su mente, una y otra vez. El corazón le palpitaba al mil.

Alejandro sintió las palabras de Oliver, no quería ser su juguete. No, ese muchacho era muy diferente a los que conoció en su juventud, a los que estuvieron en su cama muchas noches atrás.

— Parece que la cena no se dio señor Montemayor — dijo el gerente del restaurante, era un anciano — ¿Desea que le enviemos su cuenta?

Alejandro lo ignoro, la soledad le comenzaba a espantar.

¿Quién era Oliver González y porqué le daba tanto miedo?

Miedo

— Me estoy enamorando — dijo para si mismo.

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