there's no way out.

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Es en ese entonces que todo el sentimiento de esperanza se esfuma, se evapora como el agua hervida, se desploma y cae al vacío cual pluma. El mal tiempo que habían pasado, lo descompuestos que caminaban sin él, lo vacíos que se sentían... todo eso no valió la pena; se cayó por la borda de un abismo que no tenía fin. Era tan profundo que recuperar esas esperanzas sería netamente imposible.




Nadie articulaba palabra, ninguno tenía el valor de decir siquiera lo mínimo. El sonido del motor era irritante, la tensión que emanaba en el ambiente no colaboraba en lo absoluto, ni siquiera el lindo atardecer que se escapaba por las ramas de los árboles en el bosque contribuía paz y serenidad. El caos era inminente, pero nadie se atrevía a dar el primer paso.




Los ojos del chico seguían perdidos, y por el brillo que irradiaban sus ojos, demostraba estar asustado. Quien conducía mantenía su vista al frente, pero por dentro estaba a punto de gritar de la rabia, o de tristeza; no era seguro. La persona que estaba a su lado contaba hasta cincuenta para no tener que dejarse llevar por sus impulsos, y Jeno, era el más desesperado de todos los que se encontraban allí, sin embargo, él tendría que ser el que tomase las riendas en la situación, y procurar no desatar un desbarajuste, y arruinarlo todo.




—¿Cómo? —Jeno soltó una risita nerviosa, y miró a RenJun con el ceño fruncido. El mayor seguía mirándole a los ojos con aquel ápice de desorientación. Se estaba esforzando para poder reconocerle—. ¿Qué estás hablando, RenJun? —Se acercó un poco hacia él para acariciarle el rostro, pero el otro se encogió de hombros, y se alejó inmediatamente de él, asustado, como si fuese a hacerle daño. Jeno quitó su mano al instante, y volvió a su posición inicial—. Somos nosotros... tus amigos. —Murmuró.




RenJun quitó la vista de quien se hacía llamar su amigo, y miró a los otros dos que iban adelante. Ninguno volvía la vista hacia él, se les veía demasiado concentrados en la pista. Empezó a analizarlos, mirando primero al copiloto, quien parecía ir demasiado tenso. Su brazo derecho estaba apoyado en la ventana, sujetando con su diestra su cabeza. Su mano izquierda palmaba su pierna siguiendo un ritmo inexistente, quería aparentar ir calmado, pero todo su cuerpo estaba tieso como el yeso. Su rostro brillaba por la grasa y la transpiración, su cabello castaño estaba opaco, y su cara estaba pálida. Sus ojos demostraban que bien no se encontraba, estaban anegados en lágrimas, y unas venitas rojas se le asomaban desde el rabillo. Por más que se le quedó mirando, no pudo reconocerlo. Sabía que le conocía de alguna parte, pero no tenía ni la menor idea de quién podía ser.




Giró su vista ahora, mirando al chico que conducía. Se le observaba igual de nervioso que el chico anterior, sólo que él sabía disimularlo un poco más. Su mandíbula estaba tensa, se relamía sus secos labios cada dos segundos, y gotas de sudor caían por sus sienes. Miraba fijamente hacia adelante, ni siquiera se tomaba las molestias de mirar por el espejo retrovisor de vez en cuando. Parecía una estatua, porque no movía siquiera un pelo. ¿De dónde los conocía? ¿Por qué y cómo? No tenía ni la menor idea de quiénes eran, ni tampoco sabía porqué se hacían llamar "amigos de él".




Se sentía extraño, fuera de lugar, desorientado. Por más que se calentaba a cabeza, no aparecía ningún recuerdo junto a ellos, no podía recordar sus rostros, con suerte recordaba su nombre. Recuerdos vagos flasheaban en su mente como fotogramas, pero eran tan fugaces, que mucho más no podía hacer. Eran recuerdos irrelevantes: él yéndose de casa de alguien, enojado. Luego, saliendo de otra casa, y después, una sala blanca llena de luces. Y finalmente, todo vuelve a estar en oscuridad.


blood pact ー 00 lineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora