capitulo 57: y voy desvistiendo tus ganas de amarme

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Habian pasado 6 meses desde que Spencer y Maes regresaron de Las Vegas, Maes siguió trabajando junto al equipo y junto a Roy, Hotch se habia echo a la idea que Spencer no era para el, constantemente salía con Rossi quien buscaba una forma de animarlo, habia hablado con Morgan y decidieron que todo quedaría en el pasado y seguirían siendo buenos amigos
Roy llevaba 3 meses saliendo con un chico mas joven que el, su nombre es Eduardo Rodriguez, un chico e increíblemente se parecía a Edward salvo por los ojos que eran azules, el chico se llevaba bien con Spencer y llego a tenerles cariño a Diana y Matt
Maes con ayuda de las chicas y a escondidas de Spencer organizo una velada inolvidable, sentía que era momento de que Spencer y el estuviesen juntos para siempre.

—¿A dónde vamos? – preguntó Spencer al ver que iban a salir de la ciudad. Habían dejado a los bebés con Roy y su novio Roy opto por quedarse junto a Maes.

—Es una sorpresa, amor — dijo Maes, sonriente y enigmático. Siguió conduciendo unos minutos mas, hasta llegar a aquel hotel, a las afueras

—¿Qué significa esto? —preguntó Spencer, confundido.

—Ven conmigo — pidió Maes cuando estacionó, bajó y abrió la puerta del lado de Spencer. Le ofreció su mano y Spencer la tomó, con cierta reticencia.

—Tengo algo muy importante qué decirte — murmuró Maes y le besó la mano.
Ambos entraron. El lugar era hermoso, bastante amplio y algo lujoso.
Un empleado los recibió e inmediatamente los guió hacia el restaurante. Había una sección de éste con balcón, y ahí fue donde los llevaron. En el medio de la mesa había un pequeño cartel que ponía "Reservado".

—Maes... —Spencer no entendía ya qué pasaba. Maes le acomodó la silla para que se sentara y luego tomó asiento él.

—Mi amor...— esta noche es para nosotros... Quiero que te olvides de todo... Los niños están bien... Hoy vamos a estar solos tú y yo... Y tengo algo muy importante que pedirte...— le dijo suavemente. El mesero llegó con dos copas de vino y encendió las velas que había al medio de la mesa. Spencer se mantuvo en silencio, totalmente desencajado.

—Quiero que brindemos... Por nosotros...—Maes alzó su copa y Spencer lo imitó.

—Por nosotros...—murmuró Spencer.

—Por que el amor sea eterno...

Spencer pasó la mitad de la velada en silencio. Maes lo observaba todo el tiempo, embelesado, hasta que el castaño se atrevió a hablar.

—¿Hiciste algo malo? —preguntó, no pudiendo evitar el dolor en su voz.

—¿Qué? ¿De qué hablas? — preguntó Maes, extrañado.

—¿Por qué estás haciendo esto? Dime, Maes

—No entiendo...—murmuró—. ¿Crees que hice algo?

—¿Quién es la mujer que llamó? —pidió saber.

—Ah, eso... Era una sorpresa... Spencer... Era Penelope, ella me ha estado ayudando porque... Quería que esto fuese especial...—respondió tranquilamente.

—¿Qué cosa? — preguntó Spencer, extrañado.

—Eres tan encantador cuando te pones así —Maes alargó su mano hacia la mejilla de Spencer. Se había sonrojado, como cada vez que Maes se comportaba así con él.

—Quiero que... Respondas—

—No comas ansias... En unos minutos más sabrás... —pidió.

La cena siguió tranquilamente... Bueno, Spencer estaba realmente ansioso, pero no quería externarlo... Era como una especie de sentimiento de anticipación...
De pronto, en el balcón, entró un hombre vestido con frac y tocando con violín una melodía muy hermosa. Spencer estaba anonadado, pero quedó aun más cuando Maes se puso en pie y fue hacia él, se hincó a su lado y se llevó la mano hacia la parte interna de la solapa del saco.

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