Capítulo Final

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Luego de casi media hora de viaje, por fin habíamos llegado al hospital. Bajé rápidamente del auto y fui hacia emergencias, allí nos recibieron con una camilla y de inmediato se llevaron a Camila sin decirnos nada. Ahora me encontraba sentado en una maldita silla en la sala de espera, mientras pasaban los minutos para que me dieran alguna razón de ella.

Un nudo en mi garganta hacían que miles de lágrimas salieran sin parar. Tenía un dolor en mi pecho que me estaba consumiendo... Y aquel pensamiento de culpa se apoderó de toda mi cabeza.
Nunca había sentido tanto miedo dentro de mí... No podría soportar que a Camila le sucediera algo; esa chica me ha entregado absolutamente todo y no puedo permitir que la vida me la quite. Mierda, ella confío en mí.

-Ya llamé a la madre de Camila. - habla Richard, sentándose al lado mío.

-Yo debería estar ahí... - una lágrima corrió por mi mejilla.

-Christopher, ella va a estar bien. - dice Richard, poniendo una mano en mi hombro.

-Ella ni siquiera debería estar aquí. - mi voz se quebró - Ella  debería estar en su casa, con su madre... No en puta carrera. - voltee a verlo - ¿Te das cuenta Richard? - mi voz se quebró - ¡La metí en el puto infierno!

-Christopher...

-Y si a ella le pasa algo... - lo interrumpí - Nunca me lo perdonaría. - mi mandíbula se tensionó.

-Ella va a estar bien. - dijo Richard dándome un abrazo - Es muy fuerte... No perdamos las esperanzas.

........

Pasaron veinte minutos. Richard preguntaba como estaba Camila... Después de un tiempo, la madre de Camila al igual que la mía llegaron al hospital.

Ni siquiera tenía la fortaleza de ver a la señora Karen a los ojos, simplemente mi cabeza estaba enterrada en el piso mientras ella me hacia miles de preguntas que no podía contestar. Para mi fortuna, Richard se encargó de responder todas las dudas de la señora Karen... Y yo solo podía sentir la mirada decepcionante de mi madre.

Mi cuerpo temblaba, en cada segundo un escalofrío pasaba por todo mi ser. Un maldito remordimiento lo invadía, y con eso, unas inmensa ganas de llorar, de gritarle a medio mundo, de golpearme por haber sido tan imbécil, por haber pensado que la podía proteger, por haberme metido en su vida, por querer que ella sea parte de la mía sabiendo que estoy untado de pura mierda que siempre termina dañando a todos los que están a mi alrededor... Y saber que por un maldito beso en la puerta de su casa, el cual no pude resistirme a dárselo, ella terminaría aquí... En un hospital.

Estaba metido en mis pensamientos pero podía escuchar las suplicas que pedía la madre de Camila. Ella que confió en mí para que cuidara a su hija y le fallé de la peor manera, dejandola al borde de la muerte.

Mientras tanto escuchaba a mi madre decirle que se calmara, a mi madre que ni siquiera podía verla los ojos, me sentía tan mal, sentía que la había decepcionado, pero si me soy sincero... ¿Qué ve ella en estos momentos? A un hijo que se encargó de criar de la mejor manera, pero lo único que hice fue meterme a un mundo de mierda con la maldita excusa de unos padres divorciados.

-Familiares de la joven Camila Miller... - escuché a un doctor, lo cual hizo que saliera de mis pensamientos.

-¿Cómo está Camila? - me levanté de inmediato.

-Doctor, yo soy la mamá. - habla la señora Karen, acercándose al doctor- ¿Cómo está mi pequeña?

El doctor miró fijamente a la señora Karen, pero este jamás respondió.

-¡¿Qué cómo está Camila?! - grité de desesperación al ver que el doctor no decía nada.

-La joven llegó con un golpe en la parte de atrás de la cabeza. Justo en la parte inferior...

-¿Y cómo está? - mi voz se quebró.

-Hicimos todo lo que pudimos. Pero la joven no resistió... Acaba de fallecer.

Mi corazón se detuvo, mi mente también... Un gran vacío se formó en mí mientras una lágrima bajó lentamente por mi mejilla. Mis piernas se comenzaron a desvanecer, haciendo que cayera de rodillas al piso. A mis oídos llegaron los gritos y los llantos de las personas que estaban a mi alrededor, pero yo no podía sacar lo que llevaba dentro, solo sentía un inmenso dolor que nunca se iría y un inmenso amor que yo mismo maté.

De mis ojos comenzaron a salir lágrimas como si fuera una acto natural, mientras que mi cuerpo no lo podía mover. Mi respiración me comenzaba a faltar y cada recuerdo llegó a invadir mi memoria.

Aquella hermosa sonrisa se posó en mi mente, y sentía que podía escuchar su voz. Todo dentro de mí se iba destrozando con lentitud, haciendo que sienta cada maldito desgarre de mi corazón... Y ahora, solo tenía aquél hermoso rostro en mi cabeza; ese rostro que jamás volveré a ver.















Fin... 🥀


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