-Khal... ¡Ven! –su voz le guiaba por los arbustos tan altos que limitaban su vista, lo buscaba con desesperación. -¡Khal! ¡Judío, coño! ¡Que vengas! –tenía que llegar, ya estaba perdiendo la paciencia. Puso sus manos contra un muro de arbustos y lo hizo ceder a su fuerza, brincó una bardita que se interponía y lo encontró de espaldas.
Se acercó entre los rosales y lo vio sentado en el borde de una piscina, estaba jugueteando con sus pies dentro del agua.
-¡Hasta que el judío decidió aparecer! –le dijo con una cara de molestia. Pudo verlo, su pecho y estómago desnudo. -¿Khal? –le miró, sonreía travieso. -¿Si me abrazas, me rompes? –se empezó a reír, sintió un sofoco de calor mientras lo escuchaba burlarse. -¿No te vas a meter? –preguntó. –He estado esperándote aquí mucho tiempo. Te lo juro. –chapoteaba. Él también metió sus pies y le imitó. –Vamos. –se dejó caer al agua por completo, jalándolo de la mano.
Se hundieron y hundieron, Eric lo llevaba hasta al fondo de la piscina, ambos soltaban burbujas mientras se encontraban en el suelo de mosaico azulado.
Eric cayó recostado mientras su cabello se movía con las ondas del agua, tuvo que nadar moviendo sus manos hasta quedar encima de él y cuando sonrieron notaron que no necesitaban el aire. Se reía mientras Eric le decía cosas pero toda su voz salía distorsionada, lo hizo enojar y juntó su frente a la contraria. Daba igual lo que decía. No hacía falta decir nada.
Eric frotó su nariz a la contraria y subió sus brazos por la espalda del pelirrojo. Luego, su dedo índice bajó por toda la columna vertebral regalándole escalofríos placenteros; llegando al borde de la tela de sus bermudas, siguió el camino del elástico hasta abrazarlo por la cintura y pegar sus vientres al mismo tiempo que juntaba sus labios en un romántico beso.
Una guitarra eléctrica le hizo fruncir el ceño y abrió los ojos, notando el techo de su cuarto. Se levantó un poco, tenía la sábana enredada en sus piernas y su pantalón de la pijama estaba un poco alzado en su entrepierna.
-Mierda. –soltó sentándose y jalando la tela de su cintura, su bóxer estaba húmedo. No estaba seguro si había sido su dedo índice recorriendo la espalda o el beso. Apagó su celular y se quitó la sábana. Aun sentía la piel de gallina y si prestaba atención a esa zona, la sensación le estremecía.
-¡Kyle! ¡Haremos panecillos para...!
-¡Mamá! ¡No entres! –subió las rodillas y juntó su pecho a sus piernas en un intento instintivo de esconderse.
-¿Y por qué no? –le decía ella pero se respondió sola. –Bien... -cerró la puerta. -¡Gerald, es hora! –escuchó Kyle aun a través de la madera.
-Si gustan, póngalo en el periódico. –se quejó poniéndose de pie. Era incómodo caminar, se miró de nuevo agachando la cabeza. Tomó su almohada y salió con ella abrazándola. Se asomó primero asegurándose de estar solo y corrió hacia el baño.
-Buenos días, Kyle.
-Hola. –le dijo a su hermano sin verlo, se encerró con seguro y resopló aliviado. –Vamos a desaparecer esto. –se dijo decidido y abrió la llave de la regadera.
Cuando bajó ya vestido y con el cabello húmedo todavía, Ike le veía extrañado por el suéter que traía a pesar de estar en verano.
-Tengo frío ¿y?
-Ike, sube conmigo a doblar las sábanas de tu cuarto. –su madre le dijo decidido, el pobre niño se llevó una de las galletas para el camino, confundido de la decisión de su madre.
Así quedó Kyle solo con su padre, que leía el periódico.
-Así que... el soldadito se puso en firmes.
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Como cuando vas creciendo y el "yo nunca" se convierte en un "¡Joder!"
FanfictionEl término adolescencia puede interpretarse de distintas formas pero una que le gusta resaltar a Stan es el de "dolencia", una etapa en la que la persona sufre, le duele vivir. A Kyle no le gustaba esta interpretación pero comenzaba, poco a poco,a a...