capítulo 17

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Maldita playera con baja calidad y maldita la hora de gimnasia que lo hizo sudar. La tela se había mojado un poco por ese sudor, eso no es problema, la mayoría tenía esas manchas en la espalda y axilas. El problema era que la tinta de la playera se estaba corriendo y se manchaba su brazo.

Se metió a uno de los cubículos de los sanitarios y cerró, se estaba limpiando con papel higiénico mojado y alternando con uno seco, no hubo mucho daño y pronto quedó sin manchas. Miró la camisa violeta tirada en el suelo y la pisoteó con saña para luego observar su otra playera (que usaba abajo para que el sudor no manchara la de encima, pero claro, no contaba con que sería una clase épica y que el profesor los odiaba y que el sol estaba muy fuerte y que la puta camisa era de tan baja calidad que se despintaba), estaba igual de manchada, solo pudo salvarle un poco antes de que se diera cuenta, se la quitó también y quedó sólo con la camiseta de resaque. Observó una vez más sus brazos y hombros. Suspiró. Bien, solo tenía que llegar a su casillero tras gimnasia y se pondría su suéter ligero que había guardado ahí.

Estaba por abrir la puerta cuando escuchó las voces y sintió curiosidad, quedando ahí, subiendo sus pies a la taza y tomando su barata camiseta "pinta axilas". Eran Leopold y Kenny. Por Dios, estaban discutiendo.

-¿No podemos solo intentarlo esta vez?

-Kenny, es que... ya te dije que no estoy muy seguro ¿entiendes? Siempre te he querido pero... ¿qué tal si no te quiero así como dices?

-Entonces... no me quieres así. –Kyle escuchaba y casi podía imaginar la cara de los dos.

-¡No! No... no sé. Sí me gustas pero... Mis padres me regañarían.

-Yo hablaría con ellos. Podemos incluso guardarlo en secreto de ellos. Todos nos apoyarían, Leo. –Kyle sintió empatía recordando cuando habló con Eric.

-No creo que debamos... es meternos en problemas.

-¡El amor no es un problema nunca!

-Basta, Kenny. Es mucha poesía, ¿sabes? Pero la realidad es esta. Yo... quiero estar contigo, de verdad, pero no puedo darte más que esto.

-... ¿Mas que esto? Es que... -Kyle escuchó un golpe, seguro estaba estresado ya. –Leo... tu empezaste con esto ¿recuerdas? Cuando me viste que estaba intentándolo con ella... me... ¡Me detuviste! ¡Lloraste! ¡Yo sé que sientes algo más por mí! ¡Lo siento! Aquí...

-Kenny, no...

-No tengas miedo...

-Estamos en problemas y... además, yo... es que tengo dudas. Por favor, entiéndeme tú también. No es fácil saber qué siento. –Kyle rodó los ojos, molesto. ¿Es en serio? Lo sabes. A veces no quieres aceptarlo pero lo sabes, siempre. Incluso él o el gordo que hasta en momentos como este lo molesta con su voz en su cabeza.

-... Te he estado esperando... te he... Leo, tú sabes todo lo que he hecho por ti. No ha sido fácil ¿lo sabes? Es... es que en verdad espero que me correspondas después de esforzarme así por ti. Leopold... -escuchó un pujido. –Leo... te quiero... te quiero tanto y me gustas. Y yo te gusto. Así de fácil. –Kyle asintió apretando su playera a su pecho.

-No es tan fácil... lo siento, Kenny. Lo siento. Necesito tiempo. –un portazo se escuchó. Luego un golpe fuerte, como si hubieran pateado algo. Otro portazo.

Esperó unos segundos y abrió el cubículo. Estaba vacío los sanitarios ahora. Se miró al espejo y aprovechó para revisar su espalda pero todo estaba bien. Se lavó las manos aun manchadas por la anterior limpieza y recargó su cabeza en una pared después mientras sus manos se secaban con el aparatejo pegado ahí mismo a la altura suficiente para los más pequeños también. El ruido del secador resonaba y lo llevaba a recordar varias cosas.

Como cuando vas creciendo y el "yo nunca" se convierte en un "¡Joder!"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora