Capítulo 14

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Aunque muchos jurarían que había grandes cambios en ellos, Kyle los miraba a todos iguales. Maldición, hasta le había tocado un grupo con la mayoría de los anteriores compañeros, incluyendo a Stan y Kenny. Leopold no. Ni Cartman. Eso fue lo aterrador, debe aceptarlo. Cuando entró al salón de inducción de aquella secundaria, con sus libretas en su mochila porque aún no le asignaban un casillero, lo buscó con los ojos, incluso se atrevió a verlos a todos pero no estaba. Se sentó junto a Kenny y le saludó bajo pero no recibió respuesta porque estaba medio dormido y con audífonos. Quiso creer que el gordo también se había dormido pero jamás pasó.

Le dijeron las reglas, le dijeron la historia de la institución, le dijeron los nombres de los directivos y personas importantes y dónde encontrar sus horarios de clase para comenzar a rellenarlos inscribiéndose en las materias. Lo llamó el profesor, que resultaba ser de algebra avanzada, lo invitó inesperadamente rápido al club de matemáticas tras echar una lectura a sus expedientes. Kyle dijo que lo pensaría y salió junto con Kenny, tratando de verse seguro e incluido en la conversación que tenía aquel rubio con Clyde.

Luego lo vio cerca de una jardinera en ese patio... sin juegos. Eso fue lo extraño. Lo sintió extraño. Sintió como si la estructura le dijera "bye, bye, infancia". El patio era áspero, de pavimento y algunas zonas de pasto que estaban prohibidas. Pero Cartman se pasó por el culo las reglas y estaba sentándose mientras intentaba arreglar el cierre de su chamarra nueva, cálida y suave de color rojo también, porque le gusta que brille, le gusta llamar la atención y lo logró... al menos para Kyle.

Llegó y se sentó a su lado, primer día y ya estaba rompiendo reglas, que malote...

-¿Qué clases piensas tomar primero?

-Eres tan ñoño que lo primero que preguntas... -no le miraba, seguía jalando el cierre sin poder cerrarla. –Es sobre las materias.

-Bien... ¿qué piensas almorzar?

-Anda, esa es una... buena... pregunta... ¡Coño! –explotó al sentir que su dedo se lastimaba por el forcejeo inútil.

-Si no sirve, quítatela.

-No puedo, judío. –le dijo mostrando su barriga. –Ya subió a la mitad, no baja ni sube... -le explicó molesto. –Papas.

-¿Qué?

-Papas fritas, voy a comer papas fritas.

-Eso no es un almuerzo... quita tus manos. –se animó a intentarlo, dejando su mochila en el suelo y acomodando su cuerpo frente a él. –Está atorado.

-No me digas...

-¡Silencio! Sabes que no soy paciente.

-NI talentoso, ni bueno en el baile, ni amable, ni con amigos.

-¡¿Por qué no vas a molestar a alguien más?!

-Que yo sepa, judío horrendo, el que llegó aquí fuiste tú. –le dijo sin mover sus manos de cada lado de la chamarra, alisando la tela lo más que podía mientras Kyle acercaba sus dientes y subía poco a poco con el cursor metálico. -¿Alguien te ha dicho que eres una bestia? –le comentó horrorizado por el método utilizado.

-Funciono ¿o no?

-Ah, me gusta como piensas... -le dijo pasando su mano en la espalda alta del otro que se masajeaba la mandíbula. –El fin justifica los medios, sí señor.

-No siempre. –le retiró la mano.

-Como sea... -hurgó en su mochila. –Papas.

-¡No comerás papas! –se las arrebató.

Como cuando vas creciendo y el "yo nunca" se convierte en un "¡Joder!"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora