[ MIÉRCOLES 23 DE DICIEMBRE, 2O15 ]
Era una mañana fría en Chicago y aún más lo parecía ser en la casona Fassbender. La programada visita de Anne nos había tenido de pie más temprano de lo habitual, agregando un poco más de tedio a las horas que habíamos pasado en avión desde Londres y las ansiosas horas después en cama tratando de conciliar el sueño ante un escenario tan importante.
Cuando Sebastián invita a su abuela a su despacho sé que no me queda más que esperar pacientemente. Mientras tanto, intento trabajar, pero mi avance es mínimo cuando mi preocupación abarca cada uno de mis pensamientos. Sara, tan intuitiva como de costumbre, me ofrece un té para tranquilizarme, encontrándome en el tercero cuando vemos a Anne aparecer, y tan fuera de su carácter, salir por la puerta principal sin una palabra pronunciada, pero, sin duda, aireada por decir lo menos. En el pasillo, camino a su oficina, reina el silencio y una penumbra en el marco de su puerta que me causa tremenda desazón.
—¿Puedo acercarme?— susurro de pie en la puerta, teniendo una visión bastante apagada de sus ojos azules al instante.
Sin embargo, el gesto que sigue es fascinante para mí. Una sonrisa, delicada y pequeña, se asoma en sus labios, al tiempo que su brazo se extiende en el aire reclamando por lo que yo acababa de pedir. Mi urgencia es tan grande como la fuerza con la que su abrazo me recibe. Mis brazos se alzan para que así mis manos cayeran alrededor de su rostro, sosteniéndolo y juntando nuestras frentes en un gesto que resulta ser muy tranquilizador para ambos.
—Ella necesitará tiempo, como también Henry lo hará.— le recuerdo algo que habíamos ya conversado hace solo unas horas, aun cruzando el cielo gris de Londres. —¿Cómo te sientes?
—Muy extraño.— susurra y abre su mirada para encontrarse con la mía. —Sus palabras no fueron tan duras como ver en su mirada tanto horror. Tanta decepción.
—No creo que eso sea lo que siente. Creo que debe estar muy confundida, e incluso, debe sentirse muy culpable.— suavemente, su mirada se entrecierra y en su semblante cruza una mueca de total descontento a la idea planteada. —Cuando vea todo con un poco más de claridad, tendrán tiempo para hablar de lo que necesiten. Ahora, debes estar tranquilo y darle tiempo.— aquello tampoco le gusta, no obstante, sabe que es el mejor escenario al cual aferrarse en esos momentos.
Había decidido, de cierta manera sintiéndose entre la espada y la pared por las recientes circunstancias, contar su historia con Leyda a su abuela. De igual manera, sabía que una conversación sobre aquello con su hermano se aproximaba.
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{ III } SUEÑOS CONFIABLES (EN EDICIÓN)
Novela Juvenil✓ ❝estamos destinados a estar juntos...❞ Cuando la felicidad se siente ser para siempre, se nubla nuestra capacidad de percibir los peligros que pueden estar acechándonos. Aún cuando los secretos han sido compartidos, Catherine y Sebastián siguen...