Capítulo 3: La Noche

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"Nadie se ha preguntado ¿Por qué la noche trae sentimientos? Los aflora... Como si el color del cielo, oscuro y grisáceo, ayudase a sacar todo lo que hay dentro en lo más profundo de nuestro corazón. Como si desatara un movimiento en tu interior que hace que el océano de emociones rebalse y cada gota de este va saliendo poco a poco, hasta que ya no queda nada y has sacado todo."

Recuerdo perfectamente esa noche después de fingir todo el día diciendo que estaba bien y que no pasaba nada. Estaba desconcertada, no era simplemente tener el corazón roto por un rechazo; sino la incertidumbre acerca de su paradero, no saber si la persona a la cual quisiste tanto se encuentra bien o no.

Lo peor de esta situación es que no me di cuenta hasta que lo perdí que estaba enamorada de él. ¿Y cómo lo supe? Con la llegada de la noche y su tiniebla de emociones.

Dicen que cuando alguien mira tanto la luna, es porque está enamorado. Yo creo que es porque la luna es lo único que une a dos personas con sentimientos encontrados, necesitándose mutuamente.

Y por supuesto, ahí estaba yo, sentada en un bus de camino a mi casa haciendo solo una cosa: observar la luna. Por alguna razón me atraía a ella, y por alguna otra razón le estaba hablando a la luna, diciéndole todo lo que debí haberle dicho a Fredick... Lo que debí...

—Bueno... No sé cómo tomes esto, pero creo que los dos sentimos lo mismo. Con el pasar del tiempo he sabido tratarte, quererte y ash no sabes cómo me arrepiento de no haberte dicho esto antes, pero estoy enamorada de ti...

Murmuraba al borde del llanto.

—Amor, ¿está hablando sola?

—No lo sé, todo el día estuvo muy rara, luego le preguntaremos qué pasa.

Sip, esos eran mis padres cuestionándose por qué su única hija parecía recién salida de un loquero, pero la verdad los ignoré, no tenía fuerzas para despegarme de aquel asiento ni de la ventanilla del bus mientras observaba el astro.

Apenas llegué a mi casa no pude más, corrí a mi habitación y empecé a llorar desconsoladamente, me sentía tan sola a pesar de estar rodeada de familia y amigos. Solo se fue uno y pareciera que se hubieran ido todos.

—¡¡Kat!! Ábreme la puerta, ¡ya te dije que no me gusta que te encierres así como así!

—¡Ugg! Ya voy, ya voy —dije mientras me secaba las lágrimas lo más rápido posible— no entiendo por qué no te gusta.

Le abrí la puerta mientras tapaba mi cara con mi cabello para que no se notaran mis ojos rojos e hinchados.

—Tú solo hazme caso ¿o prefieres quedarte sin puerta?

Entorné mis ojos y respondí negativamente.

—Eso pensé —sonrió triunfante— bueno, quería saber cómo estabas, tu papá y yo te vimos muy distraída últimamente. Incluso le estabas hablando a la nada, la luna que se yo, como si estuvieras enamorada o algo así.

Volteé a verla de la impresión, mis padres no pueden saberlo.

—Pero... ¿Has estado llorando? —interrogó mientras tomaba mi cara entre sus manos.

—¿Qué? Eh... No... No. Pasa que, tú sabes, en atletismo haciendo salto largo y eso, me entró arena y por eso está así mi ojo... Sí —sonreí haciendo mi mentira más creíble, ay pero como odiaba mentir.

—Claro —no puedo decir con exactitud si me creyó o no, así que pasé a la siguiente fase: exagerar.

—¡AY! ¡Justo ahora me está doliendo! Mamá, ¡¿Qué hago?! ¿Tienes un remedio o algo por el estilo? ¡Duele!

—¡Ay, Cielo! Cálmate, déjame pensar... ¿Cómo se llamaba el remedio?

Soy una genio...

—Ah sí, se llamaba: Podrías empezar diciéndome la verdad.

...pero una genio muerta.

Después de convencer a mi mamá que sí lloraba, pero de frustración por no haber obtenido el resultado que esperaba en la competencia, cerré la puerta.

—Nos volvemos a encontrar, soledad.

Así fue como saqué todo lo que me aguanté en un día aquella noche. Y así fueron muchas veces más, viendo la luna y siendo provocada a llorar por alguien o mejor dicho algo: La noche.

Lápiz y Papel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora