"No todos se dan cuenta lo que hay detrás de una máscara. Claro, si esta tiene fisuras es posible ver algo del artista... Pero al tener esa máscara en diferentes circunstancias por un largo tiempo, no se rompe ni con el más fuerte suceso. ¿O sí?"—¡Ay cenicienta! ¿Cómo es que puedes dejar tirado tu zapato, y salir corriendo por las calles? ¡El asfalto duele ¿sabes?! —Le gritó al televisor, Mel, mi amiga con algún fetiche a las princesas de Disney.
—Exacto, ¡recapacita amiga! —le grité también al pobre televisor que no tenía la culpa de nuestro retraso —¿Te das cuenta que esos zapatos son de cristal?
—Es verdad, hey Kat, ¿Qué se sentirá tener un accesorio así de cristal? Yo lo cuidaría más que ella definitivamente.
Yo ya tenía un accesorio de cristal, pero no un zapato, sino una máscara. Me la ponía cada vez que salía de mi habitación: Una máscara de felicidad y paz que me funcionaba muy bien. Sin embargo me di cuenta que era de cristal, por lo que era fácil de romper si usabas el material adecuado.
Y así descubrí que se iban creando fisuras poco a poco. Necesitaba un pegamento; uno que me hiciera ignorar los "¿estás bien?", los "¿qué te pasa?" o los "pareces deprimida" que me hacían recordar el dolor. Y lo encontré, ese pegamento llamado: indiferencia.
Es verdad, había afrontado la realidad, pero eso no significaba que hubiera superado el dolor, ni a la persona que con su ausencia lo había provocado.
—Kat —llamó Mel poniendo su mano sobre mi rostro— ¿estás bien?
Hora de ponerle pegamento a mi máscara.
Lamí su mano para que se apartara, ¡por poco y me ahoga!—¡Casi me ahogas! —se lo hice saber— ¿Crees que estoy bien? —dije entre risas.
—Iugg ¿y por qué me lames? Enferma.
—Defensa personal —me encogí de hombros y miré el reloj— ya me tengo que ir a mis clases de italiano, nos vemos luego.
Cuando llegué no había casi nadie en el aula, así que pude escoger un asiento adecuado. Todo estaba perfecto, ya estaba empezando la clase y no había alguien en el lugar de mi izquierda donde estilo poner mi bolso. Simplemente perfecto, hasta que lo vi: un chico alto en la puerta.
—Por favor que esta no sea su aula.
Entró.
—No te sientes a mi lado, no te sientes a mi lado, no te sien...
Se sentó a mi lado.
¿Es que el mundo me odiaba?
Empezaron las clases y todo transcurrió con normalidad, descubrí que el chico se llamaba Alex, no era mi intención saberlo pero él me lo dijo. Cuando sonó la campana agarré mis cosas y salí rápidamente, ya estaba a la mitad del pasillo cuando sentí una mano en mi hombro. Volteé.
—Katlyn, ¿cierto?
—Pues... sí. Tú eres Alex, claro, ¿qué se te ofrece?
—Bueno —se rascó el cuello nervioso— yo vivo cerca a tu casa, y pues, me pareció muy interesante lo que me contaste sobre tus viajes...
Toda esa información se la dije cortesía del profesor asegurando que practicaríamos nuestra pronunciación conociéndonos mutuamente.
—...y quisiera saber más sobre eso, ¿te parece si nos vamos juntos?
La verdad mi primer pensamiento fue un no, pero se me ocurrió algo, quizá demasiado imprudente, pero algo en fin: "Un clavo saca otro clavo". Yo quería superar a Fredick y un amigo por el momento no parecía mala idea.
—Bueno, quizá sea buena idea conocernos más, después de todo estamos en la misma clase y nos veremos todos los días —contesté— ¿Vamos?
Y así fue todos los días, aveces nos encontrábamos en el camino y nos íbamos juntos a las clases. De regreso igual, me dejaba en mi casa y él seguía su camino. La verdad es que tener un nuevo amigo ayudaba a no estar tan deprimida, mi objetivo se estaba cumpliendo, hasta que...
—¡¿Cómo puedes decir que no te gusta el fútbol?! —me alarmé, yo amo el fútbol.
—No es nada fuera de lo normal.
—¡Claro que sí! ¿Qué prefieres entonces?
—Mmm... ¿Sabes? Amo el cine, preferiría no comer pizza por un mes a no ir al cine por un mes.
Blasfemia.
—La pizza es irreemplazable, amigo.
Borró un poco su sonrisa, pero lo disimuló muy bien ¿qué le pasa?
—Hey —me llamó— ¿y si vamos un día al cine? Podría ser el viernes, ¿qué dices?
Vale, nunca había ido al cine sola con un chico, lo sentía algo... Incómodo. Pero bueno, siempre hay una primera vez para todo, además solo vamos como amigos, ¿verdad?
—Acepto —sonrió.
¿Qué podría salir mal?
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Lápiz y Papel ©
Historia Corta"Al regresar a mi casa tomé su consejo y decidí intentarlo. Al final ya no tenía nada que perder, pues sentía que ya lo había perdido todo. Examiné mi habitación y lo primero que vi fue un lápiz y una hoja de papel. Sonreí cansada para mis adentros...