Capítulo 10: La justicia

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"Siento invadida mi privacidad. Y sé que otros no lo entenderían: el estar siendo observada, lo que dices, lo que haces, incluso lo que sientes. No se puede estar tranquila, ¿sabes?"


El lugar era más grande de lo que parecía por fuera, con un techo alto y varias columnas adornadas con diferentes diseños. Las cuatro paredes blancas daban ese aire de pureza que el salón necesitaba. Por todos lados transitaban hombres vestidos de traje con pilas de archivos en la mano, algunos viendo su reloj o teléfono móvil. Yo me limité a caminar directo hacia la mesita donde parecía haber una cafetera.

—¿Café?

—Claro —contesté sin mirarlo— ¿quieres verme dormida en el juicio? No dormí mis ocho horas necesarias así que lo necesito.

—La cafeína te pondrá hiperactiva y eso combinado con los nervios que has de sentir —tomó la taza de café que tenía en la mano a punto de llevarme a la boca y la apartó— no hará una buena combinación.

Tomó un sorbo de mi café.

—¡Hey! ¿Y tú por qué sí puedes tomar?

—Porque yo no estoy tan nervioso y tengo dominio propio —me guiñó el ojo.

—¿Enserio? Yo te veo nervioso —me acerqué a él.

—Ya quisieras.

Me quedé mirándolo a los ojos, como tratando de descubrir algún signo de nerviosismo o flaqueza emocional. Entrecerré los ojos, viéndolo más de cerca. No podía entender su tranquilidad o su capacidad por controlar sus emociones, él me dijo que estaba aterrado pero no lo demostraba. Simplemente sorprendente.

Thiago fue el primero en apartar la mirada para revisar su reloj.

Debemos irnos, el juicio empieza en 10 minutos.


(...)


Me encontraba sentada al lado del abogado que el padre de Thiago había designado. Era un hombre de mediana altura, canoso, pequeños anteojos y con muchos papeles en la mano. Este lugar era opaco, nada que ver con las paredes blancas del salón principal, todo era marrón, seguramente hecho de madera barnizada. Desde que llegamos me había aguantado las ganas insanas de mirar a mi derecha donde se encontraba Álex con ese cinismo que lo caracterizaba y su abogado.

A medida que fue pasando el tiempo el pequeño salón se fue llenando de gente que sinceramente no sé quiénes eran ni de dónde venían. A los únicos que pude identificar era a los jueces. ¿Ellos iban a decidir mi tranquilidad, justicia y seguridad?

A decir verdad no ponía mi confianza en ellos, se veían somnolientos y desinteresados en esto. ¡¿De dónde los sacaban?! Claramente no estaban calificados. El último que entró fue un hombre que imponía respeto con un traje negro bien cuidado, se sentó en el lugar del medio.

—¡Orden! ¡Orden! —gritó golpeando la madera con un pequeño martillo.

—Él es el juez principal, muéstrate segura ante él y no entres en pánico —me susurró Thiago quien estaba sentado detrás de mí.

Que gran ayuda, gracias.

Nunca había estado en un lugar como este, el juez comenzó a hablar, relatando el motivo por el que nos encontrábamos ahí y simplemente me perdí en sus palabras. Los abogados de cada parte salieron al frente tratando de convencer al juez de que su cliente tenía la razón.

—Invito al señor Thiago Lesarde al estrado como testigo —Indicó nuestro abogado.

Thiago pasó al frente juramentando decir la verdad y nada más que la verdad, se sentó.

El abogado se acercó y entrelazó sus manos, apoyándolas en su barbilla.

—Explíquenos, señor qué estaba haciendo usted en el momento previo al incidente.

—Bueno, había quedado con un amigo para ver una película, nos íbamos a encontrar en el cine, pero él demoraba mucho cuando llegué, así que decidí caminar un poco y ya que no habían personas en los pasillos, pude ingresar con tranquilidad. Seguí caminando cuando reparé en unos sonidos provenientes de las escaleras, no le tomé importancia en el momento hasta que escuché unos gritos. Me paralicé y decidí llamar a la policía, luego de eso los gritos terminaron y me quedé parado frente a la puerta sin saber qué hacer hasta que escuché un último grito y fue ahí cuando decidí entrar.

—Bien, entonces hubo gritos, pidiendo ayuda desde mucho antes que usted entrara y que la policía llegara.

—Así es.

—Muchas gracias, eso es todo señoría.

Bien, eso no fue tan complicado, si debía hacer solo lo que Thiago hizo, todo saldría bien. Solo espero que no me llamen, por favor que no me llamen, que no me llamen.

—Invito a la señorita Katlyn Anderson al estrado, señoría —dijo el abogado de Álex.

Todo el público empezó a susurrar.

Me paré y caminé temblorosa hacia el estrado, donde juramenté y esperé a que esto saliera bien.

—Señorita Anderson, ¿usted está enamorada de mi cliente?

—¿Disculpe?

—¡Objeción! Especulativo —dijo nuestro abogado parándose.

—Reformulo ¿Mantuvo o mantiene usted una relación con el señor Álex, mi cliente?

—¡Por supuesto que no!

—Sin embargo aceptó usted la invitación al cine conociendo que estarían ustedes solos.

—Así es, pero solo como amigos, una simple salida.

—Bien, y cuando ustedes ingresaron a las escaleras mediante la puerta de salida de emergencia, ¿lo hizo usted por voluntad propia?

Me puse nerviosa, si decía que ingresé por voluntad propia pensarían que no hubo forcejeo alguno en las escaleras. Miré hacia donde estaba Thiago y nuestro abogado sin saber qué decir.

—Señorita Anderson —presionó el abogado que tenía en frente.

Cada uno de los presentes me observaba, sentía sus miradas, analizándome, registrando cada movimiento, como leyéndome. No podía estar tranquila. Di la verdad.

—Sí... fue por voluntad propia.

El hombre frente a mí sonrió —Muchas gracias, señoría. Eso es todo.

Bajé del estrado y fui directo a mi asiento con la cabeza gacha. Al resto del juicio no le presté mucha atención. Quizá ya lo había arruinado y desgraciadamente no contábamos con una prueba física que indicara la culpabilidad de Álex, ya que en la pistola encontraron huellas dactilares de los dos: Álex y Thiago.

Luego de casi tres horas de juicio, el juez principal y los demás jueces se reunieron para tal parece dar el veredicto. Podía ver todo en cámara lenta: el juez subiendo al estrado principal, el público atento ante cualquier movimiento de este y yo conteniendo la respiración.

—Atención todos los presentes. Después de haber apreciado la defensa de cada parte, se ha decidido que...

<< El acusado es encontrado inocente.

Se escucharon murmullos en la parte de atrás. Se escuchó mi corazón queriendo salirse del pecho.

—Inocente —mumuré.

Esto debe ser una broma.

Lápiz y Papel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora