1. Salida del Argo II

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NICO

Nico estaba de mal humor.

Acababa de salir del Argo II con Reyna, el entrenador Hegde y una estatua de Atenea de doce metros de altura. Había discutido, bueno «hablado» con Percy antes de partir y no fue agradable. Al menos en su criterio. Percy le había dado las gracias, pedido perdón y hasta terminó contándole a detalle su experiencia en el tártaro, incluyendo lo ocurrido con Bob.

Bob, mejor conocido en la mitología griega como Jápeto, era un titán. Algo que para todo mestizo capacitado es un monstruo perverso. Pero él era diferente. Después de un incidente en el río del olvido, su mente y su corazón habían quedado limpios. Se volvió la criatura más inocente y noble que Nico había conocido, uno de los pocos amigos reales que tuvo.

Solían sentarse en las afueras del Palacio de Hades, donde Nico le relataba sus historias y experiencias. Le había hablado de las personas importantes en su vida, sobre todo de Percy. Bob era, tal vez el único, que lo incitaba a expresarse de manera abierta. Ambos disfrutaban de sus momentos juntos, ya que el titán se aburría de limpiar y barrer, y Nico se aburría del mundo mortal.

«Cualquier amigo de Nico es también amigo de Bob.» Solía decir mientras tocaba orgullosamente su pecho. «Percy amigo, Bob ayuda a Percy.»

Nico jamás hubiera esperado que lo tomara tan literal. Lo había convencido de que eran aliados. Había llegado a su corazón y no fue falso al hacerlo. Al fin y al cabo, ambos lo necesitaban.

Ahora, gracias a ello estaba muerto.

Aunque su cara no reflejara mucho, Nico se sentía impotente y destrozado. El hecho de no poder percibir el aura de vida de Bob siempre le resultó frustrante. No podía sentir ni su alma como en el caso de los mortales. Fue incapaz de percibir su muerte, la cual, siendo realistas era un hecho. Nadie enfrenta a las fuerzas del tártaro prácticamente solo y vive para contarlo.

Pero eso era algo a lo que ya estaba acostumbrado.

«Todo lo que tocas destruyes» se recordaba. «Ya sean personas o cosas.»

No estaba molesto con Percy abandonar a Bob, no podía. Él ni siquiera sabía por qué estaba tan enojado, sólo sabía que quería salir lo más pronto posible de ahí y desaparecer.

Y así lo hizo.

Ahora rondaban algún lugar de España, contribuyendo a decorar un parque botánico. Nico estaba sentado en el suelo con la cabeza gacha. El viaje por las sombras lo había dejado agotado pero todavía tenía fuerzas suficientes para hacer uno más ese día.

Reyna y Hegde yacían recostados de espaldas contra el pedestal de la estatua. Estaba anocheciendo, y todavía no habían dicho una palabra. A Nico eso le parecía perfecto, su mejor amigo era el silencio y si el entrenador y la romana mantuvieran ese modus operandi durante su misión, se llevarían bien.

Pero Reyna tenía otras ideas.

—Ya que no podemos movilizar la estatua con nuestra fuerza deberíamos descansar aquí —propuso mientras removía incómodamente la cuerda que tenía en su hombro.

—Todavía puedo hacer otro viaje por las sombras —contradijo Nico, tratando de ocultar la irritación en su voz.

—Si haces otro, sería más largo y tendríamos que cruzar el mar. No creo que sea buena idea —objetó Reyna.

—Puedo hacerlo —insistió Nico.

—¿Estás seguro?

—Sí, lo estoy. —Nico apretó puños.

La ira de la tierra  [HoO Alternative #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora