17. Desayuno de diez

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PERCY

Al ver a sus amigos allí, Percy se abalanzó sobre ellos sin pensarlo dos veces. Los demás lo imitaron.

No podía estar más feliz.

Llamar a última semana difícil sería un eufemismo. El solo hecho de que todavía no llegaran a su destino debía ser prueba de ello. Tuvieron ataques de monstruos y dificultades por doquier. Era como si el mundo entero quisiera detenerlos, lo cual desde la retorcida lógica de que su enemigo era la tierra misma, era cierto.

Casi todos los días soñaba con Tártaro. Presa de pánico, se levantaba bruscamente a media noche con la respiración agitada y sudando. Para su suerte, Annabeth siempre estaba ahí. Ella también se levantaba gritando todas las noches, así que se apoyaban mutuamente con abrazos largos y palabras reconfortantes susurradas al oído. Al final decidieron dormir en la misma habitación, no en la misma cama, pero sí en el mismo lugar. Así al menos sabían que estaban cerca del otro, y eso hacía todo más soportable.

Percy sólo esperaba que las pesadillas cesaran pronto. El cansancio y la falta de sueño se hacían cada vez más notorios. Profundas ojeras habían aparecido bajo sus ojos, y sus compañeros habían comenzado a preguntar.

Cuando Quirón les informó sobre la profecía incompleta, a Percy casi le da un ataque. No porque la noticia le sorprendiera o porque le molestara que no le hayan avisado antes, sino por el contenido de las líneas restantes y porque los pocos amigos cercanos que se habían salvado de ella estaban incluidos. Sin embargo, las noticias tenían sus partes buenas. Los campamentos estaban salvados; Nico, Reyna y Thalia se unirían a la tripulación, y los otros campistas buscarían la forma de apoyarlos también.

Ahora sus amigos estaban allí, y Percy no pudo aguantar las ganas de lanzarse a abrazarlos. Tarde recordó que a Nico no le gustaban los abrazos. Pero, para su sorpresa, durante el contacto, el muchacho sonreía y su cuerpo estaba relajado.

El abrazo grupal fue lo máximo, como una inyección de esperanza y alegría, algo que hacía falta desde hacía mucho. Por un momento, Percy olvidó por completo a Tártaro y sus pesadillas, se concentró en la satisfacción que sentía en ese instante. Sólo esperaba que así lo hayan sentido todos.

No bien se separaron, estallaron los comentarios y los abrazos personalizados.

—¡Hermanita, qué gusto volver a verte! —Jason le dijo a Thalia mientras la alzaba por la cintura y le daba una vuelta en el aire.

—Jason, sabes que es hermana mayor —le recriminó ella, aunque tenía una enorme sonrisa en su rostro.

—¡Están bien! ¡Lo has logrado! —exclamó Hazel mientras abrazaba a su hermano.

—Sí, pero no lo hice solo —contestó él.

Hazel parecía sorprendida.

—Nico, pareces... diferente.

—La diferencia es buena —respondió él, al momento que besaba su frente.

Percy no pudo evitar sonreír por la escena. ¿Qué le pudo haber pasado a Nico para experimentar tal cambio? Parecía otra persona. En un buen sentido, claro.

Una vez que Jason bajó a Thalia, corrió a abrazar a Reyna, cosa que la cogió por sorpresa ya que estaba parada a un lado observando a... ¿Nico?

Por otro lado, Annabeth corrió a abrazar a Thalia, seguida de Piper. Leo caminó hasta Nico y le palmeó el hombro.

—¡Sombritas! ¡Qué gusto verte otra vez! —exclamó socarronamente.

—Igualmente, duendecillo —respondió Nico de la misma manera.

La ira de la tierra  [HoO Alternative #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora