Parte 35

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- Niall, ¿Quieres a Emma Jefferson para amarla y respetarla hasta que la muerte os separe?

Me miró.Sonrió. Le imité tímidamente.

- Sí.-sonrió y me miró.

-Y tú, Emma, ¿Quieres a Niall Horan como tu legítimo esposo para amarlo y respetarlo hasta que la muerte os separe?-

Boom.

                    *   *   *

  Desperté agitada. Me levanté de golpe. No estaba en mi cama. Me lleve una mano a mi pecho, el cual subía y bajaba con mucha rapidez.

  Tapé mis manos con mi rostro y lloré. ¿Esto nunca se iba a acabar? Todos las pesadillas, los dejavús. Era demasiado para mí. No podía vivir sabiendo que el peligro me persigue, sabiendo que no estoy a salvo, que en cualquier momento caeré y nadie podrá levantarme para entonces.

  Miré mi reloj. Las siete de la tarde. Me eché el pelo hacia atrás y mi cabeza estaba inclinada hacia abajo.

- Debí de quedarme dormida después de ver aquella película de terror.-susurré para mí misma.

  Me levanté del sofá y subí las persienas, que no sabía el por qué pero estaban bajadas.

- ¡Boo!-oí una voz detrás mía y me sobresalté. Pegué un salto y me volví para ver a mi hermano con una sonrisita en la cara.

- Vete a la mierda Louis, ¿nunca vas a parar con tu bromitas?-le dije de mala gana. Louis frunció el ceño.

- Sólo era una broma no te lo tomes así.-rió entredientes.

- Sí, sí me lo tomo así porque...da igual.-pasé por delante suya para irme pero me paró, agarrando mi antebrazo.

- ¿Qué narices te pasa?-

- No me pasa nada.-miré hacia otra dirección.

- Excusas.-le miré de reojo, parte de su cara.

  Le mostré mi dedo corazón y el rió.

- Vaya, ¿dónde quedó la dulce e inocente Emma?-reí

- Creo que se perdió en Londres.-reímos los dos.

- Bueno, ¿me lo vas a contar?-agaché la cabeza.

- Pues verás, es que...-me interrumpió.

- ¿Te acuerdas cuándo te rompí aquel juguete tan raro de un gato?-

- Se llamaba Gideon.-me entró nostalgia.

- Yo te lo rompí y, me acabaste descubriendo. Con esto quiero decir que aunque no seamos hermanos de sangre, nos conocemos muy bien el uno al otro.-forzé una mueca de tristeza.- Ahora me toca a mí descubrir que has roto.-dibujó media sonrisa en su cara.

- ¿Si te digo que tengo alucinaciones o dejavús, me creerás?-

                      *   *   *

  Toqué al marco de la puerta de la habitación de Niall. Niall se giró y me miró con ojeras en los ojos. Arrugué la frente. Se volvió a gira y yo me apoyé en el marco, cruzada de brazos.

- ¿Puedo pasar?-me limité a decir.

  Subió los hombros como contestación.- Me lo tomaré como un sí.-

  Me senté al lado de él, en una mesa que había al lado y agarré su mano. Le miré pero él no me devolvió la mirada. Hice una mueca.

- ¿Te pasa algo?-no obtuve respuesta.- ¿Niall?-este seguía con la vista perdida.- ¡¿Niall?!-casí chillé. Le giré la cara desde la barbilla.

  Entonces fue cuando pude ver, su perfecto moratón que se había teñido de un morado negrizo.

- ¿Qué te ha pasado?-pregunté enfadada, simplemente porque no me lo contó.

  Agachó la cabeza y negó.

- Niall...-dije.

  Una lágrima empezó a caer de su párpado inferior y, antes de que pudiese llegar a la mejilla, paré su recorrido.

- Soy una cobarde, Emma.-comenzó a decir entre sollozos.- Mis fuerzas se debilitan cuando estoy en la pista de combate.- hice una mueca de extrañeza.

- Pero, Niall, ¿Qué ha...?-

- Pasa que no puedo defenderte, Emma, que me es imposible, cuando soy débil...- le interrumpí cogiéndole de las mejillas, haciendo que nuestros ojos se encontraran. Podría ser una buena anestesia, porque se calmó.

- Dime.-dije en susurros.- Dime que ha pasado.-cuando estuvo más calmado, le solté las mejillas pero seguimos mirándonos. Dicen que cuando miras a alguien y no te resulta incómodo, es que surge química entre esas personas. Eso me pasa con Niall. Nunca me cansaré de mirar sus ojos zafiro, sintiendo un gran placer.

- Es Zayn.-se escapó un hilo de voz de esas palabras. Era de dolor y de sufrimiento.

- ¿Qué pasa con Zayn?-

- Tiene algo que me debilita, algo que nos perjudica.-

- ¿Cómo que?-

- No lo sé.-escondió su rostro con las manos.

  Suspiré.

Sangre de dos ||n.h||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora