"Las cosas iban relativamente bien para las mejores amigas Ámber, Emma y Brittany hasta que son víctimas del destino y tienen que regresar a los Ángeles.
El destino es caprichoso, siempre lo han sabido. ¿Adivinas su nuevo capricho? Ellas. Problemas...
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Toma una leve respiración para controlar a su alocado corazón y nerviosismo. Las chicas la miran para actuar, pero el pensamiento que tenía en esos instantes de querer vengarse estaba estropeando los planes.
Ninguna podía pensar con la cabeza fría, y menos una de ellas, ya que esta vez el tema no solo era un don nadie, sino que es alguien muy especial y ya saben lo que pasa cuando alguien muy preciado estaba en juego siendo a quien amas. Tu mente se nubla, el temor se adueña de todo tu ser, la ira de creer que le hayan hecho daño te carcome en lo más profundo del alma que si bien estaban cometiendo un error por dejar que esto las consuma, es que no habían aprendido nada del pasado. Estaban repitiendo la misma historia.
Tanto Emma como Ámber y Catherine trataron de calmar a Brittany con palabras y gestos porque a lo que se iban a enfrentar era mejor estar precavidas. Un paso en falso les costaría más que sus propias vidas. Y al ser las dueñas de una mafia, su orgullo de hermandad estaba más que enredado porque la vida del enamorado, a pesar de que todo había comenzado como perros y gatos, también pendía de un solo hilo.
―¡Contrólate ya, Bri!, no ves que esto es una provocación―. La zarandeó Emma.
―Amiga, estamos las tres en esto, pero debemos hacerlo bien ―Ámber asiente, secundándola fijándose a la vez en la hora de su celular ―. Ya es hora del encuentro.
Brittany solo asintió taciturna.
Amigas, en las buenas y en las malas, se encaminaron hacia el coche que las llevaría destino al cementerio. El lugar acordado por parte de Jessica y su séquito.
El ambiente no auguraba nada hermoso, puesto que a pesar de respetar a los muertos, un encuentro aquí era de pésimo gusto. De solo recordar en sus seres cercanos que en paz descansen, le ponía la piel de gallina, como también a sus compañeras. Las rejas y a lo largo de los dos laterales de esta se imponía unos muros largos y rejas negras con símbolos de ángeles adornando la parte de arriba. Observan las tres que las cadenas estaban rotas en el suelo y eso significaba una sola cosa y es que aquellas arpías ya habían entrado, esperándolas.
Nada lejos de la realidad, cuando apenas abrir las rejas detrás de ellas aparecen Miranda y Jessica apuntando desde una escasa distancia previniendo.
―Qué bueno verlas, chicas ―dice con un tinte de sarcasmo Miranda ―. Oh, pero qué maleducada avancen, por favor, la estábamos esperando.
―Las manos donde las vea, y si llegasen a hacer algo estúpido. Verán de lo que somos capaces, en especial con un chico ―ríe a medias la otra, Jessica.
Todas avanzan, una guiando y otra en la retaguardia. Sabían de sobra que lo que ocurriría a continuación no sería nada apaciguador y cada una estaban más que preparadas para lo peor, puesto que cada quien sabían de lo que son capaces y más cuando tienes más enemigos que amigos por ser quienes son.
Eso aprendió todas a la larga, que valerse en este mundillo prevalecía más la astucia, la fuerza, la lealtad y la inteligencia que no tener carácter y ser un insignificante gusano miedoso ―a pesar de que uno siempre sienta miedo, la cosa es opacar para que no te domine―.