CAP. O4

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— ¡He llegado lo más rápido que pude! — Anunciaba a gritos su llegada un chico peliblanco entrando al apartamento sin ni siquiera tocar. La primera imagen que sus ojos presenciaron era la decaída expresión de su mejor amigo, su imagen se amplió y ahora veía a Hiccup junto a su esposa consolándolo, brindándole caricias para calmar su ansiedad, intentó recuperar la cordura antes de dejar salir su idiotez como usualmente le sucedía si sólo se dejaba llevar. Caminó a la pareja con pasos cortos y precisos, tomó asiento en el comedor tratando de buscar alguna frase de fortaleza pero su mente estaba en blanco 

Quiso creer que la respuesta estaría en Astrid, por lo que discretamente hablaban con miradas tratando de que Hiccup no lo notara, pero su comunicación por medio de expresiones se detuvo cuando el castaño suspiró y añadió

— ¿Quieren dejar de hacer caras raras? Creo que las palabras estarían bien — Jack intentó no mostrarse algo incómodo con la situación, y tenía sus razones. No sabia en cierta parte que estaba ocurriendo, estaba al tanto que era un hecho bastante importante para tener a su amigo tan deprimido, pero no sabe quien, como, cuando, por que ocurrió. Así que necesitaba detalles, incluso si eran insignificantes él siempre estaría para Hiccup, siempre...

— ¿Estás bien? — Una pregunta bastante tonta, él sabia que no estaba bien. Pero debía asegurarse de que aquello fuera real, todavía pensaba que desde la llamada que hizo Astrid desesperadamente había sido solo una ilusión, que cada lágrima que Hiccup derramaba era un espejismo o una terrible pesadilla, pero en el momento que el castaño tomó su pálida mano y miró el color rojizo de sus ojos eran señales suficientes para hacerle saber que todo era real, su tacto no era un sueño

— Traeré un poco de café — Astrid estaba al tanto de que algún tiempo Jack estuvo perdidamente enamorado de su esposo, e incluso sabía que aquel sentimiento seguía vivo después de tantos años, a pesar de que el peliblanco no lo aceptará, las miradas lo decían todo. Jack aún sentía amor por Hiccup

Sin embargo, aunque deseara ser la chica mala de la historia o la mujer que quisiera separarlos, ella no podía, porque ese pálido chico le daba estabilidad a su esposo, le daba esa tranquilidad que ella no podría transmitirle nunca y hay algo que se prometió en el momento que decidió casarse con Hiccup... Hacerlo feliz

Tal vez podía darle amor y cariño, pero Jack era parte de la vida del castaño, y Astrid no podía quitársela. Sería incapaz, es por ello que sabia en que momento dejarlos solos, y ese simple toque fue la pista suficiente para alejarse con cualquier excusa y dejarlos conversar

Cuando Astrid abandonó la habitación, el silencio inundó todo el apartamento por unos segundos. Hiccup era feliz, incluso si en un principio le dolió la perdida de su pequeño hermano, tenía a las personas suficientes para hacer olvidar cualquier momento que lo llegó a lastimar. Hoy en día tenía una hermosa esposa, amándola como el primer día que la vio, un grandioso amigo que podía conversar con libertad a pesar de los problemas sentimentales que ocurrieron en el pasado, su tío Bocón seguía a su lado visitándolo cada fin de semana, logró conocer con más profundidad a Elsa y sus dos hermanos menores, sobre todo Storm, ese chico que le recordaba a su pequeño hermano cuidándolo como su propio hijo. Tenía todo en orden, pero en el fondo sabía que en su corazón se encontraba un hueco vacío y aquello apareció frente a su puerta la noche anterior

No iba a mentir, desde que se enteró que era Toothless deseó abrazarlo y cuidarlo hasta que despertara pidiéndole disculpas tras otras de haberlo abandonado, de no haber peleado lo suficiente para estar a su lado. Pero sus recuerdos le hicieron dudar... Su mente todavía seguía recordándolo cada noche

(...)

En el momento que perdió la custodia de su pequeño hermano, lo primero que hizo fue mirar a Toothless, este observaba a su alrededor con desesperación, como si buscara a alguien con necesidad

Hiccup Es Mi... ¿¡Hermana!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora