Escribiré aquí mismo la segunda parte porque ps, me da flojera crear otro libro (UwU)
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I
-Shh...
Mi corazón latía a mil por segundo, juraría que haría un hueco en mi pecho y saldría por ahí. El aroma sutil y penetrante tan característico de él no hacia otra cosa mas que alterarme.
-No hagas ruido, podrías despertar a los muertos... como TaeHyung.-forcejeamos un poco hasta que JungKook me lanzó al piso causando que mi cabeza chocara con el mueble aturdiendome en el acto y con su mano libre posó el cuchillo en el pecho de mi bebé.
-¡No lo hagas! ¡Detente! ¡JungKook!- gritaba entre llanto y desesperación.- ¡Sueltala! ¡Matame a mi! ¡MATAME A MI!
-Nunca debiste traicionarme sucia perra. Tú y el malnacido de TaeHyung sufrirán por el resto de sus vidas.- Levantó a Aurora en el aire por el cuello ahogandola hasta ponerse violásea.
-¡NO! -No se de donde saque fuerza pero lo hice. Trataba de arrebatarsela y de pronto el ensordecedor estruendo de la pistola provocó que despertará de golpe, todo había sido una maldita pesadilla, una que se sintió muy real. Me giré en la cama y pude ver el rostro pacífico de Tae durmiendo.
Baje a la cocina para beber agua y retomar el sueño pero la desconfianza me gano y termine visitando el cuarto de mi hija. Ahí estaba ella, durmiendo tranquilamente. Su respiración era lenta y calmada.
Una vez tranquilizada mi mente me fui a recostar para dormir nuevamente. Levanté las sábanas y me metí en ellas; enseguida TaeHyung paso su brazo por mi cintura acercándome más a él. Dormimos juntos hasta el otro día.
-Amor, ¿Estas bien?- dijo mi esposo preocupado.- No has tocado el desayuno.
-Anoche soñé con Jeon... Él estaba aquí, en casa y nos quería hacer daño, sobretodo a la niña.-Observe preocupada a Aurora quien movía sus manitas en el regazo de TaeHyung.
-Cielo, sólo fue un mal sueño.- Tomó mi mano y la unió con la suya.- JungKook está en una prision de alta seguridad, no va a escapar.
-Tengo miedo de que esta vez sí consiga hacernos daño.
-Si quieres podemos ir a la cárcel y ver que está ahí, encerrado. Eso sí, tenemos que ir con JiMin.
Él primo de Tae, JiMin había sido nuestro abogado y defensor para que a Jeon lo sentenciaran a 10 años.
-Creo que estaría más tranquila.
[...]
-¡Lucy! ¡TaeHyung! ¡Buenos días!.- saludo JiMin.- Ya e hablado con los guardias y no hay problema para que vayan a verlo.
-Gracias JiMin.- dije con una sonrisa a lo que el respondió con el mismo gesto.
-No es nada, sólo quiero ayudar.
-¿Nos vamos ya?- TaeHyung aún tenía esa "rivalidad" con su primo, una que nunca entendí y tampoco me e atrevido a preguntar.
Caminamos por unos extensos pasillos que parecían no tener fin, hasta que llegamos a la celda indicada que estaba siendo custodiada por dos policías.
-Puedes mirarlo por la ventanilla.- murmuró JiMin.
Con cautela me acerqué y miré. En efecto ahí estaba JungKook sentado en el suelo mirando a la nada. Sus ojos no tenían brillo, era como un muerto viviente. De pronto y sin esperarlo hicimos contacto visual, uno que yo rompí inmediatamente luego de que me sonriera tiernamente... Como en nuestra infancia.
Nos retiramos de allí con más tranquilidad. Jeon seguía encerrado y mi pesadilla sólo había sido eso, un muy mal sueño.
Invite a JiMin a almorzar a nuestra casa para tratar de "limar" las perezas entre el y Tae, desgraciadamente no pudo porque lo llamaron con urgencia de la corte sobre un caso que no entendí muy bien.
-¿Estas mejor, amor?
-Sí.-Dije mirando a través del vidrio concentrada en el paisaje.-Lamento las molestias... ¿Sabes? siento lastima por JungKook, no sé por lo que habrá pasado para convertirse en el monstruo que es.
-Descuida, no es nada...Mejor no hablemos más de él.- Frenó cuando el semáforo dio Luz roja y se volteó a mi con una mirada que conocía demasiado bien.- Lucy... ¿Por qué no vamos a jugar un rato los dos solos?
-¿Cómo decirte que no?
Necesito a TaeHyung como el desierto necesita la lluvia.
~•~
-Ya sabes que hacer, se cauteloso. No quiero verme involucrado con una sabandija como tú.
-Deja de darme ordenes.
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•°• CIRCLE •°•
Historia Corta- ¡Prometo que cambiaré!.- pidió mientras sostenía mis manos. - No me dejes. - ¿Debo creerte está vez?. - Tienes que hacerlo, eres mi esposa. La misma chica estúpida e ingenua, el mismo hombre que pedía oportunidades para desaprovecharlas más tarde...
