INTEGRIDAD Parte 2

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Escuchaba algo afuera, pasos, no sabía quien la había ayudado (esperaba que la haya ayudado) pero tenía que cubrirse antes de que entrara. En una esquina de la habitación, estaba la maleta a la que se aferró como una tabla de surf para sobrevivir. No era la suya, era claro, pero dentro había ropa. La maleta era de esas que están prácticamente selladas, son duras y rígidas. Por eso había roto la ventana con facilidad, un escalofrió la recorrió al pensar en que hubiera pasado en caso de que la maleta la hubiera golpeado directamente a ella. Abrió la maleta a prisa, encontrando un leotardo de la obra que iban a presentar, un tutú y un par de zapatillas de ballet. No había nada más adentro, aparte de algunos maquillajes, pero eso no le iba a servir. Los pasos se acercaban.
Se apresuró a cambiarse, y lo logró, justo antes de que la puerta se abriera y una silueta no muy alta y de delgada complexión se pusiera frente a ella. Era la silueta de una mujer. Por un momento se sintió aliviada, pero no fue antes de que la mujer encendiera la luz, que se llevaría el susto de su vida.
Ingrid miraba incrédula, frente a ella tenía a una chica más o menos de su edad (unos 15 años), con una enorme sonrisa que mostraba imponentes colmillos blancos. Con cabello de color rojo en una coleta. Piel de color azul y un par de agallas en dónde deberían estar sus orejas. Ingrid trató de tomar una pequeña caja musical que había al lado de la cama para defenderse, pero la chica no dejaba de sonreír de forma un poco burlona. 

-Que graciosa –Exclamó- Quien debería estar asustada soy yo, ni siquiera te pareces un monstruo que haya visto.
-¿Gra…ciosa? –le dijo Ingrid- ¿Monstruo?
La chica azul se acercó un poco lento para no provocar que Ingrid se alterara más, tenía en sus manos una pequeña bandeja. En ella había un plato caliente de pasta y al lado una taza de lo que parecía té. Ambos humeaban y emitían dos clases de olores deliciosos. El estómago de Ingrid, en ese momento, se quejó de hambre.
-No tienes que decir nada –Dijo la chica azul, mirando el estómago de Ingrid- Tu estómago lo dice todo.
Dejó la bandeja en la mesa que estaba al lado de la cama, sin dejar de ver a Ingrid en ningún momento, su sonrisa no se borraba. Salió de la habitación y luego se escuchó otra puerta, seguro había salido. Ingrid estaba asustada, pero también mucho más tranquila. Volteó a ver el plato con pasta y la taza de té. Aunque no era desconfiada, no sabía si era buena idea tomar algo que le dio una extraña, y más si era… un pez. 
Terminó sucumbiendo al hambre y al frio, y cuando estuvo lista, salió del cuarto, había una cocina justo saliendo, se veían algunos platos para lavar en el fregadero, y se escuchaban golpes afuera, como si golpearan un saco de boxeo (y hablaran con él). Tenía que hacerlo, no se podía quedar así, debía salir y hablar con ella, preguntarle sobre ese lugar, y como salir de ahí. 

Pero ¿Para qué? Ni siquiera me gusta mi vida. Vivir entre hombres pez suena más cool.

Ingrid se armó de valor, caminó con precaución a la puerta, tardó cerca de 15 segundos en decidirse a girar la perilla para salir. Ahí estaba, la misma chica, golpeando a un extraño maniquí. Parecía muy determinada en entrenar, lo golpeaba con fuerza, con ritmo, e incluso parecía danzar. Ella respetaba a esa chica azul, aunque no la conociera, la chica azul tenía una INTEGRIDAD innegable.
-Disculpe –Dijo Ingrid con sutileza- ¿Quién es usted?
-Oh, al fin saliste –Dijo la chica con entusiasmo, jadeaba un poco- Me llamo Undyne, soy parte de la guardia real. El rey me está entrenando para ser la líder, pero no soy muy fuerte todavía. –Undyne bajó la mirada, parecía un poco apenada por lo que estaba sucediendo-
-Yo la veo muy fuerte, señora –Respondió inocente, Ingrid-
-¡Hey! ¿Cómo que señora?, aún soy joven y fresca como una flor eco
-¿Qué es una flor eco?
Undyne se le quedó viendo, por un momento parecía un momento incómodo, pero no era nada de eso. Ambas vieron dentro de ellas en ese momento, a través de los ojos de la otra. Después de verse por un rato, ambas comenzaron a reír. No había necesidad de juegos de palabras, bromas ni nada, simplemente una mirada, de complicidad, de fraternidad, de amor.
Ingrid había disfrutado viendo a la chica azul entrenar, en realidad era muy satisfactorio. La forma en la que peleaba, la fuerza con la que lanzaba sus golpes, era tan… hermoso. Luego del intenso entrenamiento, ambas volvieron a la casa. La chica azul le pidió que esperara mientras ella tomaba un baño, que no quería estar toda sudada con ella de invitada. Ingrid, sin ningún remilgo, se quedó sentada, admirando la casa. ¿La chica era en serio tan joven, y ya podía vivir sola? Ese pensamiento la acosó durante tanto tiempo que no se dio cuenta cuando la chica salió del baño, se dio cuenta en el instante y se ruborizó. La chica había salido únicamente con su toalla cubriendo muy poco. Ingrid se tapó los ojos rápidamente, 
Pero es tan hermosa

Luego de unos minutos, la chica se acercó, riendo de nuevo. Traía puestos unos jeans y una blusa de tirantes negra, su cabello rojo recogido en una coleta.
-¿Qué tienes? Parece que viste un fantasma… algo que no sería muy raro. Por aquí hay algunos. Pero la mayoría son muy buen rollo
-Lo… lo siento, es que, saliste y no me di cuenta y… Oye, ahora que lo pienso. No nos hemos presentado, me llamo Ingrid.

Historias de las 7 almas humanas UNDERTALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora