PERSEVERANCIA parte 2

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Percy analizó con detenimiento aquella figura tallada en el árbol, cuando un sonido extraño captó su atención. Era… la montaña. No sabía muy bien qué era eso, pero lo escuchaba muy claro. Percy se concentró un poco más en el sonido, se esforzó realmente por escuchar, pero no logró discernir nada. Mientras, su padre seguía hablando con sus amigos, sin haber escuchado nada, es que ¿Acaso él tenía algo de especial que lo hacía poder escuchar cosas? Quizás era su sexto sentido de investigador que tenía. Entonces lo decidió, pero no podía contarle a su padre. Caminó con precaución hasta la pendiente. Con sus habilidades físicas probablemente no podría descender, pero sí con su inteligencia. De su mochila sacó una larga cuerda que su padre le pidió que llevara, ató uno de los extremos a un árbol, el árbol del corazón, jaló dos veces la cuerda para asegurarse de que estaba bien fija. Era valiente, sí, pero no tonto. Comenzó a bajar por la pendiente con su cuerda sin ningún problema, no recordaba de que largo era la cuerda, pero siempre podía regresar si las cosas se ponían difíciles.
Percy bajó por un rato, hasta que se comenzaba a ver más y más oscuro ahí debajo. La cuerda, de pronto, parecía mucho más larga, o quizás él tenía la percepción de que había bajado más de lo que creía. Se alejaba de la luz más y más, pero algo lo llamaba, había ALGO en esa montaña que él tenía que ver, era una corazonada fuerte que no podía ignorar. Poco a poco, consiguió empezar a ver algo un poco más en el fondo, eran una especie de casitas… algo así como un palacio. Pero se veía raro, tenía una arqitectura que parecía bastante antigua. No tenía miedo, al fin de cuentas su padre lo encontraría fácil debido a la cuerda. ¿O no?

En la superficie, el padre de Percy estaba aún conversando sobre baseball con sus amigos, entonces decidieron seguir con la búsqueda, el padre de Percy se levantó y tomó sus cosas. Tuvo la sensación de que le hacía falta algo, volteó hacia el lado donde se había ido Percy, pero no lo recordaba. Ninguno de ellos recordaba a Percy, de hecho, ¿A quién se supone que buscaban? No sabían nada del niño o niña, no había imágenes (ya no).

Nunca nadie encontró la cuerda por la que bajó Percy.

Percy iba llegando a uno de los patios de aquel… palacio. Era impresionante, a pesar de todo, se veía increíblemente limpio. Llegó sin ningún problema hasta un pequeño jardín de flores doradas. Tuvo que pisar algunas para aterrizar, pero en general todo había salido bien. No estaba exhausto como se imaginarían, pero si algo cansado. Pensaba llegar hasta el fondo de esto, quizás en aquel palacio encontraría pistas sobre los desaparecidos, o incluso los encontraría a ELLOS. Camino poco a poco a través de un sendero recto, tuvo que pasar por algunos puzles, pero no eran absolutamente nada para su intelecto, probó un par de combinaciones de palancas para abrir unas rejas, siguió un sendero marcado por hojas caídas, movió unas piedras sin problemas y activó interruptores, pero al fin, logró llegar, una hermosa casa al frente.

Asgore estaba en el nuevo palacio, lo puso justamente en dónde estaba la barrera, tenía un nuevo plan para atrapar a los niños, aunque ellos no quisieran, tendría que ir hasta él si querían intentar salir del subsuelo. Al menos podía esperar ahí más cómodamente. A petición de Toriel, le pidió que construyeran una casa exactamente igual a la que tenían del otro lado del subsuelo, así podría sentirse como en casa más fácilmente. Asgore notaba Tori distante, algo se había perdido en ella, una innata felicidad. No era para menos, había sufrido la pérdida de dos hijos al mismo tiempo y luego vio morir a dos niños frente a ella. Sólo decidió darle tiempo y comprensión. Pero le faltó darle algo muy importante amor.
Toriel extrañaba un poco su vida antes de cambiar de casa, incluso habían construido el cuarto de Asriel tal cual lo tenía en la otra casa, sólo había una diferencia. Por alguna razón, Asgore se hizo muy fan de las flores doradas. Tanto, que había adornado toda la nueva casa con ellas. No eran feas, claro está, pero debido a lo que una vez sucedió con ellas, le parecía que no debían estar ahí.
-Tori –Dijo Asgore- Debo volver al nucleo con el doctor Gaster, me dijo que quería mostrarme uno avance muy significativo en su investigación.
-OK –Respondió Toriel, sin ponerle mucha atención, estaba leyendo un libro sobre platas marinas.

Asgore deshizo su sonrisa rápidamente, besó a Toriel en la mejilla y salió lentamente de la casa. Él no quería ir, esto se estaba volviendo muy tedioso. Quería lo mejor para su pueblo, sí, pero estaba perdiendo el amor de su esposa, podía sentirlo. Por eso accedió tan fácilmente a la petición de que hicieran la casa tan igual a la anterior, prácticamente accedía a cada cosa que ella quería, pero no era suficiente. Pobre Asgore, nunca respondió a los gritos de Toriel. Estaba Sordo.
Percy continuó caminando por todo el palacio, realmente había sido sencillo pasar lo puzles. Llegó a una bonita pero descuidada casa. Entró sin mucha dilación, se veía que había estado abandonada un buen tiempo. La recorrió rápidamente en busca de algo que le pudiera servir, pero no encontró nada. Siguió caminando, en aquel extraño lugar había animales muy raros, ranas extrañamente grandes y unos insectos raros (también muy grandes) aunque estos solo lo veían, no le prestaban demasiada atención, y Percy hacía lo propio. Salió de aquel palacio solo para encontrarse con un sendero largo de bosque, al final se veía que había una explanada nevada, todo se estaba volviendo muy raro. Nieve debajo del suelo, construcciones raras con luz proveniente quien sabe de dónde. Había un verdadero misterio ahí.
Y él sería el primero en desvelarlo
Al seguir caminando por el sendero, finalmente se topó de frente con un gran letrero. Este rezaba: Bienvenido a Snowdin. Igualmente había visto algunas criaturas bastante raras en el camino, pero nada de qué preocuparse. Percy continuó caminando hasta llegar al pueblo. Se encontró con una tienda, un hotel, algunas casitas, e incluso un bar, pero todo era tan raro, la gente era… eran como monstruos.
Su estómago empezó a rugir, le exigía algo de comer, y pronto. No tenía mucha idea de qué hacer, o si aceptarían su dinero en un pueblo tan extraño. Pero tenía que intentarlo. En el letrero del bar decía “Grillby’s”. Percy dubitó por un momento. Entonces, se decidió, entró al bar, estaba muy cálido ahí dentro, una rockola vieja tocaba canciones que él jamás había escuchado. Olía a deliciosa comida, olía como… hamburguesas. Caminó hasta la barra, dónde se encontró con lo que parecía era fuego, pero este fuego tenía ropa, y lentes. Limpiaba una pequeña copa con un trapo. Sentados en los alrededores, había algunos perros con armaduras, un gato con cara feliz que temblaba mucho y no se entendía bien lo que decía entre otros monstruos, no le hacían demasiado caso a Percy. 
-Disculpe –Pronunció con timidez, el fuego extraño volteó hacia Percy, parecía que las llamas se habrían en una pequeña sonrisa-
-¿Pero qué tenemos aquí, un pequeño niño perdido no? –Su voz sonaba profunda-
-Hola señor… yo, tengo hambre y quería saber si…podía comprar comida
Percy sacó un billete de 1 dólar, y rebuscaba en su bolsillo por si tenía algunas monedas. Grilby supo entonces lo que para otros hubiera sido obvio. Un niño humano acabab de entrar a su establecimiento. Pero se veía tan inocente, el niño sólo tenía hambre ¿Y si lo delataba y lo mataban? Sería como el culpable indirecto, pero no tuvo que pensarlo mucho, una voz se alzó rápidamente.
-Vamos, Grillby, dale una hamburguesa y unas papas a este chico, yo pago.

Historias de las 7 almas humanas UNDERTALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora