INTEGRIDAD Parte 4

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Doctor Gaster –Dijo Undyne- ¿Qué lo trae por aquí?
-Vine a felicitarla, líder de la guardia real –Dijo Gaster, ofreciéndole una caja pequeña de regalo- Le traje este presente en honor a su ascenso, la próxima semana termina su entrenamiento intensivo, entonces será la líder.
Emocionada, Undyne abrió el pequeño regalo, había lo que parecía una flecha de color azul, muy pequeña. Ella sonrió, aunque no sabía qué era
-No necesita fingir, señorita. Es un regalo muy poco usual, pero que viene muy bien para su nuevo cargo. Sinteticé, con la ayuda de las almas humanas, algo de magia en esta pastilla. Si usted la ingiere, desarrollará un poder mágico, nunca viene mal.
En ese momento, Ingrid al fin salió del baño, ya se había vestido, pero se dejó la toalla en la cabeza, desde ahí, visualizó a Gaster, una especie de esqueleto muy alto, vestido con un traje negro. Gaster se le quedó mirando a Ingrid, con un movimiento de su mano, la puerta detrás de Undyne se cerró
-Líder –Dijo Gaster con un tono más acertivo- ¿Ha estado manteniendo oculto a un humano?
-¿Un humano? Creo que usted está confundido, Docto, ella es sólo Ingrid… mi… amiga. Es un monstruo también, solo que es un tipo raro de monstruo. 
-Querida líder, yo he visto en mi vida a 3 niños humanos, Y son iguales a ella, no quiero decirle qué hacer. Pero recuerde las órdenes del señor Asgore. 
Un momento de silencio, Undyne parecía contrariada
-Nos vemos, Doctor Gaster, 
Undyne abrió la puerta y entró a su casa, Ingrid seguía parada en el mismo lado, luego, volteó a ver la pastilla con forma de flecha. 
-¿Qué sucede, Undie?
-Nada, Ingi vamos a comer, la pizza ya debe estar lista.
Ambas se sentaron en la mesa, cada una con una rebanada de pizza y un pequeño bote de cátsup al frente. Undyne se veía desconcertada, pero Ingrid no quería profundizar en algo que no sabía. Fue a servir algo de soda. Undyne se quedó en la mesa, pensativa. Ingrid se armó de valor, llegó y se sentó en un asiento más cerca de Undyne, le puso un vaso de soda al frente. Undyne la volteó a ver, se topó con una gran sonrisa frente de ella, esto hizo que Undyne perdiera todo en lo que estaba pensando, ella la hacía feliz. 
-Mira dentro del vaso –Dijo Ingrid-
Undyne obedeció, confundida. Era soda de color negro, lo cual dificultaba eso, pero su impaciencia hizo que se bebiera el vaso de un solo sorbo, sólo para encontrarse un pequeño collar dentro, era un pedacito de cristal, de esos que brillaban en color purpura, atado a una cuerdita. Undyne lo vio, casi llora de la emoción, volteó a ver a Ingrid. Ambas se quedaron viendo por un momento, Undyne se acercó y la besó. Ninguna se ruborizó esta vez, ambas lo sabían.
Se amaban

Durante la noche, Undyne no podía dormir, Ingrid se acurrucó junto a ella, pero no podía dejar de pensar en lo que le había dicho Gaster, ¿Ella era un humano en verdad? Quizás, al día siguiente tendría que tener esa plática. Volteó a ver a la mesa de un lado, dónde había dejado la pastilla con forma de flecha. Aunque Gaster no fuera mucho de su agrado, un regalo así no podía ser despreciado, después de todo, le caería muy bien tener poderes mágicos. Se levantó de la cama, dispuesta a hacerlo.
Su error fue no preguntarle a Gaster los efectos de aquella pastilla

Salió del cuarto, muy pensativa. Tomó un vaso y lo llenó con agua, mientras sostenía frente ella la pastilla. No sabía si dolería o algo, pero tenía que aguantar. Iba a enfrentar a Asgore, si ella era un humano, no permitiría que se la llevaran, y para eso, tendría que ser más fuerte, incluso más de lo que era ya en ese punto. Tomó la pastilla y se bebió el vaso de agua entero. Absolutamente nada pasó en el instante, Undyne pensó que quizás los poderes se iban a desarrollar poco a poco, así que decidió ir a dormir. Apagó la luz y se dirigió al cuarto, cuando quizo tocar la perilla, su mano falló, lo intentó otra vez, pero su mano pasó al lado de la perilla, como si ni tuviera percepción de su espacio. Entonces, sus rodillas se vencieron, Undyne calló de espaldas, sus manos dolían, dolían muchísimo. Resistió bastante, pero al final, no pudo evitar quejarse y gritar.
Ingrid se despertó sobresaltada, salió del cuarto y vio a Undyne retorcerse en el piso, parecía que su piel escamosa se derretía. No se le ocurrió nada por hacer. Se acercó a ella y le preguntó como estaba, que sentía, pero Undyne sólo balbuceaba. Ingrid la tomó entre sus brazos y la abrazó con fuerza. Poco a poco, el movimiento de Undyne se iba tranquilizando. Aún se quejaba, pero ya no era demasiado. Ingrid la cargó hasta el cuarto y la recostó en la cama, la cobijó y fue corriendo a preparar té, quizás eso le ayudaría. En ese momento, vio el vaso vacío de agua de Undyne. ¿Habría tomado alguna cosa sin decirle? Pero no era el momento de preocuparse por eso. Tenía que ayudarle a sanar.

Justo afuera de la casa de Undyne, Gaster, se encontraba mirando, su ojo izquierdo brillaba con un intenso azul, y su ojo derecho de naranja. Había adquirido mucho poder con la ayuda de las almas humanas, estas eran como baterías de mágia que se recargaban solas con algo de descanso. Y él había descubierto que, entrando en contacto con ellas, absorbías algo de su magia, pero si entrabas en contacto por mucho tiempo, el poder te corrompía, te hacía hacer cosas sin saber, tardabas en acostumbrarte al poder. Te llevaba mucho tiempo. Lo que le había dado a Undyne, era solo una prueba del poder. Igual que a Sans, se lo administraría poco a poco, para ir aumentado su ataque y defensa.

Gaster veía todo dentro de la casa, o más bien, lo sentía. Con ese poder, podía tener unos sentidos muchos más agudos, sabía lo que pasaría, necesitaba esa tercera alma humana. La tendría esa misma noche

Historias de las 7 almas humanas UNDERTALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora