INTEGRIDAD Parte 3

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-Mi nombre es Undyne, mucho gusto Ingrid
Ambas se estrecharon la mano, sonreían con la felicidad más pura que alguien hubiera imaginado. Luego de su pequeña presentación, Undyne le ofreció a Ingrid bañarse, pero ella no tenía muchas ganas, hacía frío como un demonio (Y estaba sumamente avergonzada). Ya casi anochecía (aunque no lo parecía, pero eso marcaba el reloj de Undyne). Luego de compartir una deliciosa comida y más té, hablaron durante horas. Ingrid no mencionó nada de la superficie, ni su familia o los humanos, algo le decía que tenía que ser discreta con eso. Mientras, Undyne le contaba sobre sus aventuras en la guardia real, sobre que jamás supo de sus padres y fue prácticamente criada para ser guerrera, por el mismísimo Asgore (Ni la menor idea, pero suena importante). Ingrid escuchaba con atención, con asombro. Esa vida, era ideal, ya lo había decidido, quería quedarse con Undyne. 
Esa noche, hacía bastante frío, aunque a Undyne no parecía molestarle, era algo como… algo de peces, quizás generaba calor. Tenía que comprobarlo. Cuando Ingrid caminaba al lado de Undyne para recoger la cama en la que se había dormido, la tomó de la mano, en efecto, se sentía escamosa, pero muy tibia, (cosas de peces). Undyne volteó con las pupilas dilatadas, sus ojos enfocaron rápidamente a los ojos de Ingrid, aunque no soltó su mano, debajo de su piel azul, se veía lo ruborizada que estaba, eso hizo, por su parte, que Ingrid se ruborizara también.
Ambas caminaron así, hasta el cuarto, no decían ninguna palabra, solo caminaban en silencio tomadas te la mano. Cuando llegaron, se percataron de algo aún peor. Undyne vivía sola, sólo había una cama. Cuando llegaron, su color había cambiado a un rojo vivo por la sangre en su cabeza, Ingrid trató de decirle a Undyne que ella se quedaba en el sillón, pero lo cierto es que era muy pequeño, y hacía frio. Ambas quedaron en silencio, hasta que Undyne lo rompió
-Si a ti no te importa, a mí tampoco –Dijo con la voz entrecortada, parecía querer llorar.
-Yo… -Ingrid comenzó a temblar- Claro… si tú quieres.
Undyne dejó que Ingrid se recostara primero, la cama estaba junto a una pared, así que en ese lado quedó Ingrid. Undyne se quitó los zapatos y entró en las cobijas con ella. El frio no se sentía más, Nunca se dieron cuenta. Pero el pecho de ambas brilló, un hermoso brillo azul de Ingrid y verde de Undyne.

A la mañana siguiente, Undyne ya se había levantad. Ingrid escuchó pasos afuera, le resultaba muy familiar esta escena, pero esta vez no era sólo de Undyne, unos pasos de alguien pesado resonaban con fuerza, también podía escuchar una voz grave. No sabía por qué, pero Ingrid sabía que no debía salir, quizás era importante, o quizás Undyne estaba... saliendo con alguien. Escuchó como ambos salieron de la casa, y luego se escuchó algo de alboroto, había problemas.
Ingrid se puso un tutú con rapidez, tomó las zapatillas que estaban al lado de la cama, y salió corriendo, por la ventana logró ver a Undyne estaba de pie, riéndose a carcajadas, se le notaba demasiado feliz, un hombre grande, barbón con una capa morada yacía en el suelo, sonriendo con timidez. Ingrid se calmó en ese momento, no había problemas, ambos parecían felices. Ingrid se quedó un rato mirando qué pasaba, y a través de la venta logró escuchar la palabra “Asgore”. Ese era el imponente rey de los monstruos. Luego de hablar un rato los dos ahí, Undyne entró en la casa, encontró a Ingrid sentada en el sillón, pretendiendo que no estaba espiando.
-¡Ingrid! –Dijo Undyne- ¡Ya despertaste! Tengo algo que contarte, Al fin conseguí vencer a Asgore en combate. 
Undyne abrazó a Ingrid con fuerza, la dejó sin aliento un poco, pero Ingrid la abrazó de vuelta, no sabía muy bien que significaba eso de haberlo vencido en combate, pero la hacía feliz, y con eso le bastaba. Undyne entonces le contó que ese día, por fin, empezaría su verdadero entrenamiento como líder de la guardia real. Undyne contunuó hablando de eso por mucho tiempo, pero a Ingrid no le importaba, escuchar la felicidad de Undyne aunque no lo entendiera del todo, era un enorme detalle que lo compartiera con ella. Desayunaron juntas y ese día Undyne ya no tenía más entrenamientos, se quedó con Ingrid todo el día, vieron películas (los monstruos tienen películas muy raras), comieron palomitas y encargaron pizza, se la pasaron bien.
El tiempo pasó, a Ingrid no le podía interesar menos el volver a la superficie, era feliz al fin. Día tras día, Undyne salía muy temprano de la casa para ir a entrenar, Ingrid se quedaba en la casa, hacía algo de aseo, aprendió, poco a poco, a preparar comida, y tenía muy buena sazón. Cuando Undyne llegaba, entre las dos acababan la comida, e Ingrid aprendía más y más. Fue hasta la tercera semana de su estadía con Undyne, una tarde en la que Ingrid estaba aprendiendo a preparar pizza casera, que todo cambió.
Undyne e Ingrid preparaban la masa para meterla en el horno junto con el queso, ambas la lanzaban y atrapaban la masa, estaban cubiertas de harina y se estaban divirtiendo. Ingrid empezó a utilizar ropa de Undyne, a ella no le molestaba, y ya se había hartado de usar leotardo y tutú tanto tiempo. Metieron la pizza al horno de la estufa y decidieron cambiarse en lo que se cocinaba. Ingrid entró al baño primero, Undyne la esperó pacientemente. Aunque solía tardar al bañarse, se quedó mirando la pizza en el horno, hasta que el sonido de golpecillos en la puerta la sacó de su trance.

Historias de las 7 almas humanas UNDERTALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora