Jungkook era un joven empresario que llevaba una vida perfecta y correcta. O al menos eso veían los demás. Lo cierto es que Jungkook estaba aburrido y decepcionado consigo mismo por no seguir su verdadero sueño: ser cantante. Siempre había sido muy...
Advertencia antes de seguir: el que haga spoilers será eternamente bloqueado. Ahora sí proceda con su relectura. Bye 🙂
Neverknewlovingcouldhurtthisgood Anditdrives me wild Cause whenyoulooklikethat I'veneverever wanted to be so bad It drives me wild You'redriving me wild, wild, wild... Canción: Troye Sivan - Wild
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Jimin contó el dinero rápidamente y al ver que estaba completo, le entregó la pequeña bolsa con la mercadería a su cliente. Éste la tomó, le hizo un leve gesto con la cabeza y se retiró de aquella esquina pero antes miró hacia todos lados, vigilando que no los estuvieran observando.
La noche en Busan estaba fresca. El invierno aún no se iba del todo y era jueves, por lo que había poca gente caminando afuera a esas horas. Era la mejor época para vender sustancias ilegales en las calles. Y esa noche Jimin, por aquella razón, había tenido más ventas que lo usual.
Sonrió feliz. Aquel dinero le serviría para vivir unas cuantas semanas más. Era increíble lo que ganaba en una noche de racha.
- No se vale. - le dijo Taehyung. El chico de pelo rojo con el que solía compartir el negocio en esa zona de la ciudad no había tenido tanta suerte como él ese día. - Siempre te compran a ti porque quieren ver tu linda carita de bebé.
- Cierra la boca. - se quejó Jimin. - ¿Cuánto necesitas?
- Nah, no tomaré tu dinero, hyung.
- No seas tonto. Toma. - respondió ofreciéndole un par de billetes.
Jimin tenía sus gastos contados, pero si el chico necesitaba ayuda no tenía problema en compartir sus ganancias. Al fin y al cabo Taehyung tenía hermanitos pequeños que mantener.
Él, en cambio, estaba solo. Completamente solo. Sin familia y sin lugar al que llamar hogar realmente. Solo se tenía a sí mismo.
El pelirrojo no tomó el dinero. No tenía tanta confianza como para ello. Hacía años que conocía a Jimin y que compartía las calles con él pero nunca habían llegado a ser amigos realmente. Y es que en esa clase de negocios era mejor mantener las distancias. Era un mundo peligroso y nunca se sabía quién sería el próximo en caer.
Como lo veían, la policía era la menor de sus preocupaciones. El verdadero problema lo representaban los enfrentamientos con otras bandas distribuidoras. Las peleas con otros narcotraficantes. Eso era lo peor que podía pasar. Porque eso significaba muerte.
El mejor escenario en que podían encontrarse alguno de ellos era precisamente ser descubiertos y ser llevados a prisión. Ah, pero sin delatar a nadie por supuesto. Ser desleal con los jefes de la banda, traicionarlos, también era sinónimo de muerte.
