1. Tu nombre

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Las mañanas en las calles de París eran hermosas o bueno eso era lo que ella pensaba. Una chica cuyos cabellos eran obscuros igual que la noche llegando a ser azabache por oso reflejos de la luz y sus ojos color azul cielo que cautivaban a cualquiera que estuviera cerca de ella.

Marinette Dupain Cheng cuidaba y trabajaba en una cafeteria cerca de la torre Eiffel, un lugar simple pero elegante al mismo tiempo. Varias parejas pasaban su tiempo ahí mientras bebían algunas tazas de café o algunos pastelillos y compartían su amor cerca del emblemático símbolo de Francia, la ciudad del amor como la solían llamar, o también alguna que otra amistad se reunía para convivir mientras tomaban algún helado.

Ella contemplaba a cada una de esas personas con una tierna sonrisa, adoraba su trabajo, el ver como la gente juguetaba entre ellos.

No es que se considerará una acosadora pero el ver las expresiones de la gente junto a su media naranja la hacían sentir bien, aunque ella aún no hubiese encontrado la suya esperando por aquel que llegase a cautivar su corazón.

Una mañana había caído una torrencial lluvia, por lo que no había mucha gente en el establecimiento, solo una que otra llegaba a resguardarse de las gotas que habia en las calles o a pedir un café y esperar a que esta cesará. Marinette se concentraba en la lectura que la había atrapado desde ya hace unas semanas en un libro que su abuela le había traído especialmente para ella.

–¡Hola Marinette!– salió de su ensoñación en el momento que una voz interrumpió su momento.

–Alya ¿Qué haces aquí?– rodeo la barra para poder salir a su encuentro. –Se supone que es tu día de descanso.

Se acercó hasta su amiga ayudándola a quitarse el abrigo que llevaba todo empapado a causa de la fuerte lluvia que estaba a sólo una puerta de ellas.

–Lo sé, lo se– dijo mientras cerraba el paraguas– Solo quería venir a ver como te encontrabas y quizá ayudarte un poco, aunque sea en la caja registradora ya que se canceló la cita que tenia con Nino.– Explicó la morena mientras finjia un pequeño puchero.

–¿Enserió? De verdad lo siento mucho Alya.

–Descuida, la verdad no estaba lista para conocer a mis suegros– Aseguró la morena mientras soltaba una sonora risa, logrando una en la de rasgos asiáticos.

Alya era una chica de la misma edad que Marinette, su cabello era castaño y su piel algo morena con sus ojos avellana que la caracterizaba muy bien junto a sus lentes. Al contrario de ella, era decidida con sus acciones y tomaba rápido las cosas sin dudarlo, eso era lo que le agradaba a la azabache de su amiga.

La morena removió un poco el paraguas que traía consigo para quitarle el exceso de agua y lo dejó en una esquina del local para que este se secara junto a su abrigo.

No abría problema por el frío ya que Marinette encendió la calefacción permitiendo que el calor las abrazara. Las dos chicas fueron hasta la pequeña barra del lugar para sentarse una al frente de la otra.

–Y dime algo Marinette ¿Ya has creado otro?– la azabache sonrió y asintió sabiendo muy bien a lo que se refería ella.

De su bolsillo sacó una pequeña llave, introduciendola en el cajón que estaba a su lado abriéndola en el acto. De este, sacó una libreta de color rosa con algunos puntos blancos de decoración y la coloco en la madera de la barra extendiendolo hasta Alya.

La morena lo abrió pasando a las páginas más recientes observando diseños más nuevos que los demás.

–Vaya... Marinette esto es hermoso– dijo asombrada mientras pasaba las hojas para seguir revisando cada uno de los vestidos que eran plasmados en la libreta– Has caso a lo que te digo, deberías ir a Gabriel's a entregar tus diseños, es lo que querías en la preparatoria ¿O no?

Un seul Café/TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora