18. Cuidados

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–Será mejor que encienda la calefacción.–Dijo el rubio una vez que entró al auto asegurándose de que Marinette lo hubiese hecho.

–Me estoy congelando, fue tu culpa por lanzarme al agua.

Adrien no pudo evitar soltar una carcajada, pero ella tenía razón. Como él prometio, encendió la calefacción junto al automóvil para así digirigirse a su departamento ya que ese era el más cercano de los dos y no quería arriesgar a Marinette para que se enfermara.

–Creo que hay una frazada detrás de tu asiento, tómala.

Marinette giro sobre el asiento confirmando que ahí estaba una pequeña cobija, tan pronto como pudo la pasó por sus hombros para así eliminar sus temblores que eran provocados debido por el frío. Adrien no pudo evitar sonreír ante las acciones de la azabache, en un momento que tuvo la oportunidad, pasó su brazo detrás de la espalda de la chica para abrazarla y así darle un poco de su calor.

–Nos vamos a resfriar, de eso estoy segura–Dijo la ojiazul en cuanto vio pequeñas gotas de lluvia topar con el cristal del automóvil.

–Tranquila, no pasará eso y si es así me encargaré de cuidarte todo el tiempo.

La azabache sonrió ante tan hermoso gesto acurrucandose más en los brazos del rubio y apoyando su cabeza en el hombro de este mientras veía el paisaje que le daba las vistas del hermoso París. Una vez que llegaron al departamento de Adrien, ambos optaron por cambiarse de ropa, Marinette se encontraba en el baño ya que había decidido por darse una cálida ducha para así tratar de evitar resfriarse, mientras ella hacía eso, Adrien preparaba un poco de chocolate caliente para que ambos entraran en calor mucho más rápido.

–Creo que podrías entrar a trabajar conmigo a la cafetería–Dijo a modo de broma la azabache mientras le daba un pequeño beso en su mejilla y tomando así la taza que estaba en la barra.

–Quizá podría tomarte la palabra–Se giro sobre si mismo para verla.

Pudo reconocer aquella ropa que ella traía puesta, una camiseta color negro junto a unos pants gris que aunque le quedarán algo grandes se le veían demasiado cómodos.

–Deberías cambiarte, tu ropa aún está húmeda–Se acerco a él tomando el cuello de su camisa para desabotonar los únicos dos botones que tenía esta.

–Si... Creo que sería lo mejor–Respondio él, quedando embobado en los ojos azules de la joven.

Marinette no pudo evitar quedar de la misma forma, observando cada detalle del rostro del rubio mientras subía sus manos recorriendo su cuello hasta acariciar sus mejillas de una manera lenta. La azabache salió de su trance negando con su cabeza mentalmente para después sonreírle y alejarse un poco de él.

–Anda, ve a hacerlo–Se separo del chico hasta llegar a la isleta que estaba a su lado y sentarse mientras tomaba un poco de su chocolate sintiéndose empapada por el calor que este le brindaba.

Adrien no pudo evitar soltar una pequeña risa al ver un pequeño rubor en las mejillas de la ojiazul, aun así se dirigió al baño para ducharse, no sin antes dejarle un pequeño beso en la mejilla.

Mientras tanto, Marinette miraba detenidamente el departamento del rubio, se levanto de su lugar al identificar varias fotografías en el estante que decoraba la sala de estar. Tomó una en especial, al parecer se trataba de Adrien cuando era un adolescente, estaba en compañía de sus padres mostrándose claramente aquel claro al que iban, no pudo evitar sonreír al ver una fotografía de cuando era aún más pequeño, pudo reconocerlo perfectamente aunque ahora sus rasgos habían cambiado.

Un seul Café/TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora