Capítulo 12

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Naruto

QUERIDA AMNESIA SELECTIVA,
Te necesito en mi vida en este momento. Siempre tuyo, Chico irremediablemente idiota.  

Sentado en la cama vistiendo mi chaleco de percusión y mirando hacia la pared cubierta con carteles, cuelgo mis pies en el aire mientras reproduzco cada segundo de anoche. Estúpido, estúpido, estúpido. Yo era el idiota. No Sasuke. Sasuke simplemente tomó lo que yo tontamente le ofrecí en mi neblina de ebriedad. Jesus, él fue la voz de la razón (ahora aquí hay una oración que nunca pensé que diría, incluso en mi mente) quien me preguntó repetidamente si estaba demasiado tomado. Sasuke, quien fue lo suficientemente dulce para envolverme en mantas. Sabes que estás en un mal lugar cuando el señor Promiscuo A Montones es tu caballero en armadura.

Fue un momento de debilidad, pero nunca sucedería de nuevo. Esta noche, iba a estar en mi mejor comportamiento durante la cena de ensayo. Deidara solo tenía un doncel de honor, su servidor y no iba a joder esto. No después de todo lo que había hecho por mí. Además, hasta donde yo sabía, Sasuke y yo nunca tuvimos sexo. Y definitivamente no tuvimos el mejor sexo que haya tenido en la vida, tan sucio y caliente, estaba en un nivel completamente diferente a cualquier cosa que hubiera experimentado antes.

Porque si un árbol cae en el bosque y nadie está ahí para escucharlo, ¿aun así hace un sonido? En otras palabras, lo que mi familia no supiera, no podría lastimarla. Yo no iba a decir una palabra. Tampoco lo haría Sasuke.

Un golpe en la puerta me hizo presionar el botón de pausa en mi reproducción de la escena donde Sasuke me penetro con su caliente lengua. Una escena que nunca sucedió, me recordé. Me levanté y alisé mi cabello fuera de mi rostro.

—Está abierto.

Deidara entró con una bandeja llena de bocadillos. Su sonrisa era de disculpa. Probablemente sobre anoche. Le devolví la sonrisa estirándome hacia el cajón junto a la cama y abriéndolo.

—Te traje desayuno —anunció.

—Te traje postre —dije.

Ser un entusiasta de la música tenía sus ventajas. A Deidara también le gustaba el punk rock y la música alternativa, pero a diferencia de mí, estaba demasiado ocupado para buscar a esas pequeñas bandas recién aparecidas que trataban de abrirse paso hacia la fama. Yo, para eso vivía. Para buscarlas y perseguirlas. Así que siempre me aseguraba de tener una pila de demos para darle a mi hermano cada vez que lo veía.

Apareciendo una USB en forma de Ernie de Beetlejuice, la balanceé frente a sus ojos.

—Espera hasta que escuches la voz de Zack Wade. —Sonreí—. Tiene talento para tocar la guitarra y las cuerdas de tus hormonas.

Colocó la bandeja de los panqueques, el jarabe de maple y café recién preparados sobre mi mesita de noche, murmurando:

—Mis hormonas están bastante bien. —Antes de morder su labio. Bajo una inspección más detallada, sus ojos estaban inyectados en sangre y su cabello era un lío.

—Nii-san, ¿estás bien? —Me puse de pie, envolviéndolo en un abrazo paro soportando su peso al mismo tiempo.

El chaleco todavía estaba sobre mí y había un tubo gigante entre nosotros, pero estábamos acostumbrados a eso, ninguno le prestó atención.

Dei se quedó completamente flojo en mis brazos. Sería mejor que Itachi no estuviera causando problemas. Aunque, tengo que reconocerle una cosa. Desde que se conectaron, ha sido un hombre excepcional para Dei. Era una lástima que fuera un imbécil con todos los demás.

—¡Estoy genial! —Ondeó su mano hacia todos lados, descartando mi pregunta y enderezando su postura—. Probablemente un virus estomacal o los nervios. Itachi me va a llevar al doctor para una revisión. Ya son las diez y no has salido de tu habitación. Vine para ver si tú estabas bien.

No estaba bien. Estaba lo contrario a bien. Simplemente estaba demasiado ocupado fantaseando sobre el exnovio de nuestra prima  a segundos de meter una mano bajo mi ropa interior.

—Lo siento. —Lo atraje hacia otro abrazo, mi mentón sobre su hombro—. Me aproveché de estas pequeñas vacaciones. Normalmente abro la cafetería a las seis y media y no me voy a ala cama antes de las diez u once.

—¿Todavía haces voluntariado con los bebés? —Frunció su nariz. Miré hacia mis manos, preparándome para otro sermón—. Necesitas dejar de hacerlo. —Su voz fue indulgente.

—Sí, bueno, eso no va a pasar.

—Te estás haciendo daño. ¿Por qué harías eso?

Porque no podía hacer voluntariado en ningún otro lugar. Todos los demás lugares: hospitales, clínicas, hospicios, estaban llenos de gente enferma y mi sistema inmune era tan frágil como mi corazón cuando se acercaba a cierto Playboy.

—Confía en mí, no soy un santo. Si no me encantara, no lo haría. ¿Qué hay de ti? ¿Emocionado por el ensayo de esta tarde? —cambié el tema. Dei exhaló y se dejó caer sobre los cojines. Me volví a sentar, pero no me quedé mirando hacia el techo como el. No podía hacerlo con mi chaleco.

—Supongo. Aunque la despedida de soltero es lo que realmente estoy esperando. Será agradable pasar algo de tiempo juntos.

Dei  y yo solo habíamos estado separados durante un año, cuando era estudiante de último año, antes de abordar un avión e irme a  Nueva York. Pasamos de vivir juntos durante años a vivir en diferentes extremos del mundo.

—¿Quieres que vaya al doctor contigo? —Alisé su cabello—. Puedo ir por un café, cuidar tu auto si no encuentras estacionamiento. Ser tu mandadero. —
Tambaleé mis cejas.

—No hay necesidad. —La mirada de Dei se movió, sus manos aterrizando en sus muslos, pero esta vez, no los frotó. No era estúpido.

Los síntomas se agrupaban rápidamente. Estaba enfermo en las mañanas, atontado todo el día de ayer y mamá no quería que levantara cosas pesadas. Aun así, antes de ser un exestudiante de enfermería y un ser humano con un cerebro funcional, era un hermano.

Un hermano que sabía que mi hermano no ocultaría estas noticias de mí. Porque no había nada que quisiera más que verlo feliz. Y sabía que un bebé haría a Dei muy, pero muy feliz.

—¿Hay algo que no me estés diciendo? —pregunté, manteniendo mi voz tan casual como fue posible.

—No —dijo bruscamente, acariciando mi brazo de nuevo, como a menudo lo hacía para tranquilizarme—. Todo estaba bien.

—Esa no fue mi pregunta.

—Pero esa es la respuesta que vas a obtener. —Aclaró su garganta—. Quiero decir, vamos, Naru-chan. Me voy a casar en unos cuantos días. Se me permite tener algunos días libres.

Bastante justo.

Me giré en el lugar y apagué la máquina enganchada al chaleco, luego realicé el ritual habitual de doblar todo y colocarlo en su lugar.
Después de eso, hablamos un poco más. Principalmente sobre los preparativos de la boda. Y sobre como gaara había terminado con su último novio.

—Buena suerte con el doctor —dije, cuando Itachi llamó a Deidara desde abajo y el atravesó la puerta.

La bandeja todavía estaba junto a mi cama y permanecería intacta hasta que me deshiciera de ella. Había perdido mi apetito en la cena de ayer y no lo había recuperado.

Volé mi cuerpo hacia la cama y cerré mis ojos de nuevo, ignorando el golpeteo entre ellos y a mamá gritándole a papá escaleras abajo para que mandaran a traer los Twinkies de Dei.

No me había dirigido la palabra en toda la mañana y dado que Dei no los había traído a colación, sabía que todavía tenía la ley del hielo.

Felizmente permanecería ahí por el resto de esta visita.
No iba a disculparme por quién era. Por quién quería ser. Independiente y libre.

"Sasuke" PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora