Capítulo 7

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Naruto

Él siempre me hacía sentir manipulado.  No era el hecho de que quisiera acostarse conmigo. Era el ex novio de mi prima y mi primer amor.  Estos hechos nunca deberían estar conectados.  Demonios, no tenían lugar juntos en la misma oración.  Eso no lo hacía menos cierto.

Cuando llegue a casa una de las sirvientas me dio la bienvenida, y me aviso que me esperaban mi familia en el salón.

Lavé mi rostro en uno de los muchos baños del primer piso y me di una charla enfrente del espejo. 

Estás bien.  Eres un adulto.  Estás a cargo.  No te dejes bebé.

Me encantaba mi vida en Nueva York.  La suciedad urbana, las alcantarillas hirvientes y los diversos rostros.  Me encantaba mi independencia, me aferraba ella como si fuera aire, sabiendo lo sofocante que podía ser la vida con mis padres, pero estaría mintiendo si dijera que no siento una daga negra retorciéndose en mi corazón.

— ¡Aquí estas!, — Gritó mi hermano, haciéndome dar media vuelta.  Me recliné contra el reposacabezas de madera dura de su sofá, sonriendo de oreja a oreja.

—Oh, Naru, — dijo cuando me arrojé sobre el, haciéndonos tambalearnos hacia atrás mientras lo sofocaba con mi amor.  —Te extrañe como una extremidad.  ¿Eso tiene sentido?—Me quitó de encima de el por un segundo para que pudiera examinar mi rostro, acariciando mi mejilla.

—Te ves demasiado bien, — me quejé, frunciendo mi la nariz.  —Odio cuando pones la barra demasiado alta.  Siempre lo haces.  Pellizcó el hombro y se rió.  — ¿Dónde está tu novio?  ¿Pensé que venía contigo?

Por una razón más allá de la lógica, me encontré sonrojándome cuando Sasuke cruzó mi mente. 
Dei, por supuesto, estaba hablando de Neji.  Nunca me molesté en decirle a mi familia que rompimos.  Dei tenía suficiente en su plato con los planes de la boda sin que yo volcara el tema de la ruptura en la mezcla.  El plan era contarles esta noche, pero iba a utilizar cualquier excusa para posponer lo inevitable.  Preferiría recibir un tratamiento dental de un mecánico antes que decírselo a mis padres. 

—Quería pasar tiempo con mi familia, cara a cara. — Plasme una sonrisa.  Arqueó una ceja, silenciosamente llamándome la atención por mi mierda y alisó mi cabello con su palma. 

—Todavía no puedo creer que tengas novio, — reflexionó. —Pensé que nunca ibas a sentar cabeza. 

—Bueno, me estoy poniendo viejo.  Veintiún años es como sesenta y cinco con fibrosis quística—. Me encogí de hombros.  —Revisaremos este tema en la cena. 

Donde aplastaré sus corazones y te diré que Neji ya no está en la imagen.

Me empujó hacia el pasillo con un resoplido.

—Mamá te está esperando.  Ella está en la cocina.

Difícilmente había algún parecido en la forma en que mis padres nos trataban a Dei y a mí. 
Respetaban, admiraban y consultaban a mi hermano mayor, mientras que yo era tratado como un bebe, asfixiado y manejado como un huevo agrietado que estaba a punto de derramarse en cualquier momento. Aunque, papá era un trillón de veces mejor que mamá.  Él, al menos, adoraba mi personalidad sarcástica y me aplaudió por encontrar mi independencia en Nueva York.  Mamá estaba demasiado ocupada preocupándose por mi salud, que no tenía tiempo de conocerme completamente, de enamorarse de la persona que era.  Siempre en modo mamá oso en toda regla, sin tomar un segundo para conocer a su cachorro.

Para ella, era el símbolo del niño enfermo, el punk, el sinvergüenza.  El chico tonto que arriesgaba su vida para trabajar en un estúpido café en Nueva York en lugar de optar por vivir cerca de su familia. El chico que nunca sentaría cabeza con un buen varón.

Esa era la segunda razón por la cual mi familia era ajena a mi ruptura con Neji.
Salir con un médico significaba que me dejaran en paz después de que Deidara volviera a Japón.  Es cierto que era parte del encanto de Neji.  Su— desconocido para él— capacidad para evitar que mis padres perforaran mi oído instándome a  regresar a  Tokio y vivir bajo su techo como un chico burbuja triste e introvertido. 

Yo no era un chico burbuja.  Yo era un duendecillo aficionado a la música que preparaba un horrible café, leía la revista Vice, hacía reír a las madres ansiosas por los recién nacidos prematuros y siempre estaba dispuesto a una buena fiesta. Era una persona. Con cualidades e ideas. 
 
En la cocina, el decepcionante encuentro con mamá me había recordado porqué empaqué una maleta y me mudé al otro lado del mundo tan pronto como me gradué de la preparatoria. Me abrazó, palmeó mis mejillas y me preguntó cuándo iba a venir Neji, haciéndome sentir como un premio de consolación. Abrí mi boca, listo para contarlo todo allí y en ese momento, pero mamá interrumpió antes que pudiera formar palabra alguna, diciéndome que estaba orgullosa de mí, que estaba tan feliz que “finalmente encontré a un hombre respetable con quien sentar cabeza”. Continúa y solo dilo, quise maldecir. No cualquiera es lo suficiente noble para sacrificar tanto por un chico enfermo.

—Estimo que está sumamente ocupado. Espero no lo estés tratando duramente por ello, Naru. Solo estoy contenta de que pueda llegar a tiempo. —Mamá palmeó mi mejilla un poco demasiado fuerte.

—Bueno… —Aclaré mi garganta. Debería sacármelo de encima. Arrancarlo rápidamente como un curita—. En realidad…

—No puedo esperar a conocer al chico. —Colgó su dedo en mi rostro—. Han estado viviendo juntos por un tiempo ahora y conoce tu situación con…

Se suponía que Neji iba a llegar en el mismo fin de semana de la boda. Pensó que, para entonces, también podríamos decirle a mi familia que éramos los siguientes.

Pensó mal.

Vivir en Nueva York significaba que estaba al mando y elegía cuidadosamente la información que compartía con mi familia. Mis padres y hermano no tenían forma de saber que rompí con mi novio. Nadie podría decirles.

Además de Sasuke Uchiha.

Hice una nota mental de mandarle un mensaje a Sasuke acerca de mantener su boca cerrada.

Necesitaba hacer cambios de último minuto a su despedida de soltero y aún tenía que decir las noticias de Neji durante la cena.

—Estoy realmente feliz de que estés aquí. —Frotó mi brazo, ambos éramos  pequeños, pero yo era diminuto. Se sentía apropiado que fuera tamaño bolsillo, especialmente porque me sentía de ese modo cuando mamá estaba alrededor—. Sé que estás ocupado. Tienes tu vida en Nueva York y quiero que sepas que aprecio que vengas aquí. Tanto, tanto, Naru.

Hablamos un poco más antes que se retirara de vuelta a la cocina. Al minuto que estuve solo, arrojé mi cuerpo al colchón tamaño queen con docenas de almohadas esponjosas, saqué mi teléfono del bolsillo trasero de mi descolorido short de mezclilla y le escribí un mensaje a Sasuke.

El primer mensaje que le había enviado nunca.
Naru: Padres y hermano no saben que rompí con Neji. Por favor no digas una palabra. Les diré esta noche.

Respondió en segundos.
Sasuke: Mierda. Necesito cancelar ese comunicado de prensa que concerté. ¿Tan mal por allá?

Se sintió bien que me hiciera una pregunta, sabiendo que él en verdad esperaba por una respuesta.

Naru: Las usuales travesías Namikaze - Uzumaki. ¿Tú?

Sasuke: Devorando un sándwich mientras escucho el chisme de ciudad de mamá acerca de las nuevas regulaciones de césped. Viviendo el sueño. Llama si necesitas salvación.

Naru: No eres mi superman.

Sasuke: Soy lo que quiera que necesites que sea.

Naru: Eso fue tan cursi, de verdad me diste antojo.

Sasuke: Gracioso que debieras mencionar antojo, justo estoy pensando acerca de cómo una cierta parte del cuerpo tuyo sería mucho más deliciosa que mi sándwich.

Resoplé una risa poco atractiva mientras mi cabeza golpeaba la almohada, entonces cerré mis ojos. El sueño vino y también me vine yo, numerosas veces. En mis sueños. ¿Mi coprotagonista? Sasuke Uchiha. Maldita sea.

"Sasuke" PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora