Capítulo 14

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Naruto

Seis años atrás 

¿Que te hace sentir vivo?

Mi familia. Sus imperfecciones Su amor feroz Su preocupación incondicional. Su dedicación a una causa perdida. A mí. 

La noche anterior a que Karin se fuera no fue tan diferente a cualquier otra noche. Dormimos en la misma cama. Los pies en la pared, mirando al techo, abrazando una almohada. Esa era nuestra posición característica. A veces era mi cama. A veces era la de ella. Odiaba que me encantara dormir en su cama porque olía a él. No estaban teniendo sexo, pero su olor estaba en todas partes.
En sus sábanas. En su escritorio. En mi alma.

Esta vez estábamos en mi habitación, y las estrellas que brillaban en la oscuridad nos devolvían la mirada. Siempre me gustaron las estrellas, Me recordaban cuán pequeños eran mis problemas en este gran universo.

—Sasuke y yo volvimos a dormimos juntos —graznó en la oscuridad y tomó mi mano en la suya. Me puse rígido, mis ojos se cerraron. Piensa en las estrellas. Todo se detuvo. Me ardían los pulmones, me dolía el cuerpo y las lágrimas quemaban la parte posterior de mi nariz. La habitación se oscureció; mi respiración se hizo más pesada. Ella no sabía. Mi prima, que era tan perceptiva, sabía todo sobre mí, sobre mi cuerpo, sobre mi salud, mis amigos y mi gusto por la música, ni siquiera sabía lo que su novio me provocaba. Solo oír su nombre hizo que hormigueara mi corazón. Se me revolvió el estómago, oleada tras oleada de calor arremolinándose en su interior. Pero, por supuesto, ella estaba ciega a mis sentimientos. Estaba demasiado ocupada con los suyos.

—¿Fue bueno? —Fingí una sonrisa. Y la odiaba. Y lo odiaba. Pero, sobre todo, me odiaba a mí mismo. Ella se encogió de hombros. Rozó los míos.

—Fue un error.

—¿Tú crees?

—Lo sé. —Todavía estábamos mirando al techo y no nos mirábamos, y por eso, estaba agradecido—. Toda nuestra relación lo es. Creo que él está conmigo porque trata de protegerme de Suigetsu. Él no entiende que eso solo alimenta el fuego en este tipo.

—¿Y tú? —Logré preguntar a través de la bola de lágrimas retorciéndose en mi garganta.

—Y yo... —Su agarre en mi mano se apretó—. Me gusta Sasuke. ¿A quién no? Él es la definición de diversión. Pero no...

Lo amo. Como yo.

—Estamos tratando de hacer que suceda, pero falta algo. La magia. Él dice que está en esto cien por ciento. Actúa de esta manera, también. Sin embargo, nunca me preguntó sobre Harvard. No es que lo culpe, pero acaba de aplicar, inscribirse e hizo planes sin mí. De todos modos... es genial. No es como si quisiera ir con él. Oye, ¿Naru?

—¿Sí?

—¿Cuál es tu sueño?

Parpadeé una vez, luego otra. Ella no lo sabía, pero yo estaba luchando contra las lágrimas, y no solo porque tenía relaciones sexuales con el tipo que amaba.

—No tengo un sueño. —La respuesta llegó después de unos segundos de mí tratando de regular mi pulso.

—¿Por qué?

—¿Porque cuál es el punto? No tendré tiempo de perseguirlo.

En lugar de discutir, Karin tomó un enfoque diferente. Inclinó su cuerpo en mi dirección, rozó mi mejilla con su pulgar, y preguntó:

—¿Y si el tiempo no fuera un problema?

—Entonces... supongo que ser Papi sería agradable. Quiero decir, sí, quiero ser financieramente independiente. Tal vez convertirme en un diseñador gráfico o un enfermero o lo que sea. Pero lo que realmente quiero es cuidar de alguien y amarlo total e incondicionalmente. Y, por supuesto, hacerlo en un lugar genial.

—Creo que serias un gran Papi. ¿Dónde vivirías si tuvieras la oportunidad? —Ella sonrió. No sabía a dónde iba ir. No sabía que se iría en absoluto. No sabía que se escaparía con él.

—¿Nueva York? —contemplé—. Sí. La gran Manzana. Parece un buen lugar para desaparecer.

Sonrió en la oscuridad.

—Entonces ahí es donde te llevaré.

                                     ***

Seis  años atrás

Golpeé los nudillos con Kouta Nishijima después del juego, pateando el barro pesado de mis pies. La temporada de fútbol fue hace unos meses, y terminamos el semestre hace una semana, pero a veces jugamos juegos de práctica en ciudades vecinas.

Especialmente con otras universidades privadas que formaban parte del loco y caro programa de fútbol mi universidad se inscribía todos los años. Esta vez estábamos Kyoto. Ganamos. Con Sai sentado en la banca y mirándonos jugar —su yeso estaba amarillo, viejo y olía mal— era mi trabajo guiar al equipo desde un agujero de veinticinco puntos contra los de  universidad privada de kyoto.
Era imposible, hasta que no lo fue, y anotamos diecinueve puntos en el último cuarto. Hicimos todas las jugadas. Estuvimos jodidamente fantásticos, y no dejé de notarlo: la ausencia de Suigetsu en el juego (vacaciones en Hawái) no supuso ninguna diferencia. No solo no lo necesitábamos, sino que su temperamento y su basura rah—rah demostraron ser una distracción. Por ejemplo, habíamos perdido el anterior partido, y él estaba allí, en canoa doble de cháchara estúpida.

—Me encantan los juegos de práctica. —Kouta me dio una palmada en la espalda, e hice lo mismo con él. Kiba se me acercó, su cabello castaño goteando sudor en su frente y arruinando su pintura de guerra. Él agarró la parte de atrás de mi cuello y me dio un abrazo.

—Increíble lanzamiento. —Frotó las tiras oscuras en mi mejilla como si fuera mi puta novia.

—Increíble todo, amigo. Soy yo. —Besé cada uno de mis bíceps, luciendo serio pero obviamente bromeando. Me dio un puñetazo en el pectoral y se rio mientras todos regresábamos bajo la lluvia de vuelta con el entrenador. Veinte minutos más tarde nos estábamos bañando, preparándonos para tomar el tren de regreso a Tokio. Estaríamos durmiendo durante el viaje, pero era un precio pequeño a pagar por toda esa gloria.

Después de salir de las duchas, saqué ropa fresca de mi bolsa, listo para vestirme. Mientras lo hacía, cayó una nota, aterrizando en el piso. La atrapé antes de que se mojara, reconociendo la letra de mi novia. ¿Me dejó una carta de buena suerte? Eso sería extraño de Karin.  Pero de cierto modo la convivencia con Naru la había vuelto un poco más blanda, no tan jodidamente dulce como el, pero a veces se  parecían demasiado. Una sonrisa casual se estampó en mi rostro, comencé a leer.  

Sasuke,
   Esto es lo más difícil que he tenido que hacer. Ni siquiera estoy segura de cómo comenzar. Lo único que quiero que sepas antes de leer esto es que no eres tú. Me preocupo mucho de ti. Me has dado lo que nunca nadie en esta ciudad ha hecho. Seguridad, respeto, tiempo y amor.  

Mi sonrisa se disolvió en un ceño fruncido. No sonaba como una carta de buena suerte. Parecía una carta de despedida. Alguien me dio una palmada en la espalda mientras se dirigían a otro banco en el vestuario, y alguien más gritó al lado de mi oreja. Todos fueron ignorados.  

Necesito irme. Confía en mí cuando digo que tengo que hacerlo. Algo ha sucedido que no puedo deshacer. Como lo último que quiero es complicarte la vida, necesito dejarte atrás. Por favor no trates de encontrarme. Solo empeorará las cosas. Quiero que sigas tus sueños y vivas tu vida. No merezco tu lealtad, Sasuke. Nunca lo hice. 

Tomando una gran bocanada de aire, leí el último párrafo, sintiendo mis manos apretar el papel con más fuerza.  

Eres la persona más viva que conozco. Alejarme de ti es difícil, pero permanecer sería aún más difícil. Espero que entiendas, y con el tiempo, incluso te pido con ansia que me perdones. Me enamore de alguien más.  
Amor,  
Karin

"Sasuke" PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora