XLIII

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[Maratón 1/3]

-Narra Mario-

Le seguí mandando mensajes a Yuliana pero ya no me contestaba. No podía creer lo que me había enviado. El hecho de saber que tenía un amante me enfureció.

Luego me acordé de algo y bajé al sótano. Sé que había prometido confiar en ella pero en emergencias como estas, se necesitaba el aparato que le puse en su ropa y celular, ya que hablarle a la policía sería una pérdida de tiempo. Comencé a buscarla en la computadora pero la señal parecía estar débil. Una vez que la encontré, me di cuenta que estaba muy lejos.

No importa lo lejos que tenga que ir para encontrarla, yo la voy a encontrar y la traere de regreso por que es mía.

-Narra Yuliana-

Mientras Sebastián estaba quien sabe dónde haciendo quien sabe que, yo intenté buscar una salida. Las cadenas y el candado que tenía puesto me cansaban mientras caminaba, sin embargo, no me di por vencida. A un lado, encontré una pequeña navaja. Arrastrándome, fui por ella. Saqué mi mano de la jaula y la estiré hasta llegar a la navaja.

Una vez teniéndola en mis manos, intenté abrir el candado. Al principio, se me hizo difícil, pero después de varios intentos y algunas cortadas, logré abrirlo. Sonriendo, me quité las cadenas y caminé hacia la puerta de la jaula para abrirla también. Esta fue más difícil de abrir ya que el candado estaba afuera. Lo intenté varias veces pero era inútil. De pronto, el candado se abrió solo y cayó al piso.

Rápidamente, abrí la puerta de la jaula y salí corriendo. Estaba a punto de subir las escaleras cuando sale Sebastián aplaudiendo lentamente.

 Estaba a punto de subir las escaleras cuando sale Sebastián aplaudiendo lentamente

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"Mira nomás," dice, "mi novia desesperada por que le de."

"Estás equivocado idiota!" le grito mientras retrocedo, ya que él caminaba hacia a mí.

"Intentabas escapar, no?" me pregunta, "ya te lo dije Yuli, de aquí tú no sales."

"Eso ya lo veremos," le digo antes de patearlo en medio.

Este cayó al suelo y yo empecé a correr, sin embargo, el me agarró el pie, lo cual causó que me cayera también. Aún así, no me detuve. Me dirigí hacia las escaleras arrastrándome pero una vez estando cerca, la salida se cerró con una puerta de barrotes de acero. Luego lo escuché reírse detrás de mí.

Obsesiona2 || Mario BautistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora