XLIV

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[Maratón 2/3]

"Te lo dije mi amor, no hay escapatoria," dice con un control en la mano, "por cierto, el candado de tu jaula, lo abrí yo."

Antes de levantarme, le doy una patada en la cara. Él sólo se río.

"Sólo haces que empeore cada vez más tu castigo, Yuliana."

"Aléjate de mí!" le grito con la pequeña navaja en mi mano.

"Tú en serio crees que eso me detendrá?" él me pregunta.

Asustada, retrocedo con cada paso que él camina hacia a mí. En menos de un segundo, él me quitó la navaja de las manos y me agarró para aventarme a la cama. Tuvo que corretearme varias veces hasta que por fin logró sujetarme.

"De una vez te digo que no disfrutarás esto después de todo lo que hiciste," me dice.

"De todos modos no lo iba disfrutar por que me das asco," le escupo en la cara.

Apretando mis muñecas y colocando el peso suficiente para no zafarme de su agarre, empezó a besarme. Cuando notó que yo no le correspondía, él gruñó y soltó mis labios.

 Cuando notó que yo no le correspondía, él gruñó y soltó mis labios

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"Si no colaboras, te irá peor."

"Déjame ir!" fue lo único que grité.

Cuando menos me lo esperaba, Sebastián me dio una cachetada para que me callara. No le tomé importancia y seguí gritando. Por cada cosa que no hacía o hacía y no le gustaba, me lastimaba de cualquier forma que le llegara a la mente. Esto siguió hasta que llegué a un punto donde ya no podía más. Lágrimas corrían por mis mejillas y sólo pedía que Mario llegara en cualquier momento, sin embargo, no pasó. No tuve de otra mas que hacer lo que Sebastián me decía.

"Por favor, déjame ir," le pido llorando.

"Sólo hazme caso y lo disfrutaras tanto como yo lo haré," me susurra.

Comenzó a desnudarme mientras que yo seguía llorando. Cada cosa que hacía era tortura para mí. Aunque le hacía caso a todo lo que me decía, me seguía lastimando.

"No me hagas esto por favor," le pido antes de que entre.

Sin embargo, a él le valió lo que yo le decía y entró bruscamente. Yo sólo deje salir un fuerte grito de dolor, acompañado con lágrimas que no dejaban de salir.

"No te preocupes," me dice, "en unos minutos se pondrá mejor."

Lo que me había dicho no era cierto, era completamente lo opuesto. Cada vez se ponía más peor y sentía aun más dolor que antes.

Obsesiona2 || Mario BautistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora