Leonardo Hamato tenía una vida que muchos envidiarian, una bella esposa y dos hermosos mellizos, una buena posición económica, campeón invicto de karate y boxeo, su difunto padre dejo a su cargo el negocio familiar, para sus hermanos era un ejemplo...
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- ¡NO! - grito, se levantó sudando otra pesadilla. La misma de hace una semana, soñaba con su familia después ellos desaparecían uno a uno sin poder evitarlo.
La observaba día a día, no sabía qué hacer. Todo lo había intentado y no había funcionado.
Se culpaba asi mismo, extrañaba a sus hijos, la tierna Gisselle y el muy travieso Ryan, a Karai. Extrañaba que ella lo abrasara por las noches, que lo esperara en la entrada de su hogar, las salidas en familia, las veces en las que los niños los despertaran dando brincos en la cama, incluso al bebé, que aunque, supo de su existencia muy brevemente.
- lamento tanto haber deseado no conocerte - susurro al techo, dirigiéndose a Karai como si la tuviera en frente.
- lo siento mucho mis niños - acariciaba los juguetes.
Lágrimas de dolor caían por sus mejillas, no entiendia el porque ella no recordaba, llegó a la conclusión de que solamente él reco daba ya que fue el culpable. En su mesa de noche se encontraba la piedra, brillaba.
Sabía que le quedaba un deseo, temia usarlo y perderla para siempre, un deseo.
Vio a través de la ventana, el sol salia, sabía que significaba. En unas horas sería la boda de Karai. Cansado de intentarlo su cabeza le decía que debía resignarse, pero su corazón que debía luchar hasta el último momento.
No quieria vivir esa vida, se arrepentía de no haberla escuchado cuando le pedía que se quedará en casa, que no bebiera.
Se ducho y se vistió sabía que lo que haría era una locura. Pero su corazón le decía que lo hiciera. Si no funcionaba estaba más que claro que lo enviarían a prisión o a algún psiquiátrico.
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Sabía dónde vivía, esperaba llegar a tiempo sin ser visto, los gritos, salían del pequeño apartamento. Los "te vez hermosa" "estas bella" " que suerte tiene". Lo mataban poco a poco. Dentro de esa habitación estaba Karai vestida de blanco, se casaria. Leo puso la caja en la puerta, toco y después escucho que se acercaban. Una de las amigas de Karai la tomo, la llevo hasta ella y lo abrió.
- que es esto - pregunto una de ella, Karai saco los juguetes.
Recordó a Leo, haberle contado esa historia de su supuesta vida. Era difícil de creer. Aunque él no lo sabía, Karai trato con todas sus fuerzas recodar algo. Pero no pudo
Así que la teoría de Leo era cierta, ella no recordaba nada debido a que la piedra cumplía el deseo y el responsable era únicamente quien lo pedia.
Salió de su departamento, sus amigas la ayudaban con su vestido. Leonardo ya había salido, estaba frente a la iglesia.
Minutos después la boda dio inicio con la novia entrando. Cuando llegó el momento de interrumpir salió de su escondite
- ¡NO TE PUEDES CASAR! - grito llamando la atención de varios invitados.
Ambos novios se giraron, Jhon lo reconoció al instante.
- saquen a este tipo - pidió a sus amigos.
- no, ella es mi esposa - los invitados jadearon sorprendidos.
- no es cierto, este tipo está loco - dijo Jhon furioso. Karai se había quedado en shock.
Dos hombres lo tomaron por los hombros e intentaron sacarlo del lugar, Leo forcejeaba con ellos, los recuerdos hicieron su aparición en el momento menos oportuno.
Lograron sacarlo y dejarlo en el suelo, cerraron las puertas Leo alzó la vista y lo último que vio fue el rostro de quién era su esposa.
Lo único que pudo hacer fue gritar.
- ¡NO! ¡ESTO NO PUEDE SER! NO!..... NO QUERIA ESTO!!
gritaba el joven viendo como la persona que amaba estaba por contraer matrimonio con otro, viéndola vestida de blanco recordó el día de su boda, tan hermosa, tan alegre, tomo su cabeza entre sus manos, se derrumbó por completo, lo había arruinado todo.
- no.....lo siento mucho... Lo siento.. y-yo no quería que esto pasará - dijo cayendo de rodillas. - me equivoque-.
Lloró, deseando más que nada que todo fuera un sueño, que despertaría y encontraría a su esposa junto a él y llevaría a sus hijos a la escuela. Pero sabía que al despertar solo encontraría soledad.
Debería estar feliz su deseo se hizo realidad.
No era alguien que llorará por nada, no le gustaba que lo vieran llorar, pero en ese momento no le importaba.
- lo siento, lo siento mucho - lloaba como nunca lo había hecho. Llevaba consigo la piedra que había sido su perdición.
Se puso de pie y avanzó por la calle, las personas lo veian.
Lo único que susurraba era "lo siento"
Comenzó a sentirse mal, sentía que su cabeza explotaría, no veía su camino hasta que escucho a alguien gritar.
