Deseo

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Lan Sizhui estaba que ardía en celos. Si bien era consciente que Jingyi tenía todo el derecho de hacer su vida al lado de la persona que amaba, el no podía aceptar de buena manera que este se comprometiera tan rápido con el alfa.
¿Porque no lo pensó? ¿Acaso el ya no me importaba? ¿No que eran destinados? ¿Acaso no estaban hechos el uno para el otro?

En su mente solo recordaba cada momento que vivió a su lado. Si bien antes debía reconocer que lo veía como un hermano u familia, ahora no podía responder lo mismo. Desde que aquel delicioso aroma se filtró en sus fosas nasales, lo había enloquecido de tal manera que sintió que su cuerpo se derretía por el pequeño Omega.

Aún recuerda cuando le prometió casarse con él, cuando a escondidas hicieron aquel juramento y tímidamente el menor le dio un beso en la mejilla, porque el beso real se lo daría cuando esté estuviera con su vestuario Rojo.
Admitía haber sentido su pecho latir con fuerza, y sus mejillas teñirse de un leve color cereza, pero...

Todo aquello cambio cuando llego a los 13 y Jingyi no tenía olor...

Eso hizo que perdiera el interés en el, después de todo, él era un alfa que debía tener descendencia para que el clan siga prospero... Y cuando Jin Ling fue dado como Omega, naturalmente lo cortejo para que fuera su pareja.

Era consciente que a veces lastimaba a su amigo con palabras crueles como que al ser un beta no hallaría a alguien que lo amara con la misma intensidad cómo se amaban ellos. Pero sabía también que eran celos que sentía al descubrir que estuvo levemente interesado en Jingyi en su niñez. Como también notó las miradas que le daba Jin Ling al en ese entonces aún beta.

Sabía que lo deseaba, igual que el también empezó a desearlo. Pues, a pesar de ser un beta, su cuerpo le hacía ver como un delicado Omega, una belleza que podía competir con facilidad con una bella flor de loto recién florecida. Y una personalidad indigna de apellidar Lan, pero si precisa para tener el apellido Wei...

Deseo... Eso era lo que ambos sentían hacia Jingyi, mero deseo carnal, querían enterrarse en su cuerpo y ver como su inocencia era arrancada por ambos. Querían llevarlo poco a poco a la locura, deseaban ver como se perdía la cordura del menor ante las caricias que se le podían propinar. Eran ellos que deseaban la castidad de este mismo.

Jin Ling y el eran muy sinceros el uno con el otro. Así que hablaron sobre llevarse a Jingyi con ellos. Primero claro se casarían ambos para poder dar poder a la secta, y luego el se casaría con el beta quién pasaría a ser como la segunda esposa, quién estaría a disposición de la primera esposa.

Ambos ganaban, y Jingyi no se quedaría solo. Ellos podrían tenerlo cuántas veces se le diera la regalada gana, y el tendría a sus amigos para siempre...

¿Era perfecto verdad?

Entonces ¿Porque siente ahora que todo aquello era una tremenda estupidez?

Si tan solo hubiera esperado un poco, tal vez quién estuviera comprometido con Jingyi sería él, quién vería sus sonrojos, el que recibiría sus besos, quién vería su danza, recibiría sus abrazos, sería él...

Tal vez debió marcarlo incluso apenas descubrió que su amigo era Omega, debió encajar sus dientes en su blanco y bello cuello, para dejar a todo el mundo pasmado al saber que ese bello cisne era solamente suyo...

Tal vez se hubieran dejado llevar y entonces... Estarían esperando a su primer cachorro, sería enteramente hermoso, si hubiera sido alfa, lo hubiera llevado a cacerías nocturnas, y viajarían mucho. Si hubiera sido Omega lo protegería de cualquier alfa con malas intenciones. Y a su querido Jingyi lo vería cada vez que llegase a su hogar, besaría sus rosados labios e irían juntos a dormir después de acostar a los niños...

Cerró sus ojos, imaginando lo que pudo pasar durante el celo del menor, su mano recorrió su abdomen, descendiendo hasta cierta parte que se encontraba semi despierta, acariciando lentamente al recordar como el menor de los dos emitía aquel seductor e inocente aroma, acostado en su cama, con las mejillas sonrojadas, labios entre abiertos, y su mirada escondida por aquellos hermosos abanicos tupidos que eran sus pestañas...

Imagino entonces que este abrió sus bellos ojos, mirándole con aquella inocencia característica de él, mientras le preguntaba lo que sucedía con su cuerpo. El sin duda se acercaría, tomaría su mano para besarla con suavidad, para murmurar que era algo sumamente natural, que su cuerpo estaba en celo, y necesitaba apagar su calor. Qué si deseaba podía ser él quien le ayudase a bajar aquello que tanto dolor le provocaba.

Por supuesto, el menor aceptaría, aún sin saber que es lo que seguiría, el aceptaría porque confiaba en él. Entonces como un león acechando a su presa, se pondría encima del menor, para besarlo con suavidad, probando de esa manera, aquellos labios rosas que tanta tentación le daban. Sentiría al inicio la incomodidad del otro, incluso intentaría luchar para que se detuviera, pero pronto dejaría de hacerlo, sabía que temeria hacerle daño.

Entonces el aire se acabaría, así que con pesar tendría que separarse. Pero antes morderia su labio inferior. De pronto Jingyi se tapatía con la sábana que aún estaba en medio de ambos, dándole un aspecto aún más inocente, más tierno, más tentador.

Retiraría con sumo cuidado aquello, le susurraría cosas dulces para que se calme y así poder seguir con aquellas caricias, para de ese modo poder poseerlo.

Pronto otro beso iniciaría, uno lleno de pasión que abriría pasó a los actos siguientes, y con ello las ropas de ambos irían desapareciendo, dejando solo un par de cuerpos siendo acariciados el uno al otro. Uno con lujuria, y el otro con inocencia.

Dejaría sus dulces labios para descender a su cuello, besando y marcando aquella blanca piel, para que nadie pudiera dudar que aquel bello ser era suyo.
Jugaría con sus pezones, escuchando la voz del menor suspirar de placer, y al recorrer con su boca el cuerpo del Omega, sentiría cada temblor de este mismo, escucharía cada suspiro, jadeo, gemido, que seguramente lo volvería loco...
Y cuando fuera momento de estar unidos, vería la escena más erótica de su vida... Jingyi con las mejillas rojas, mirada cristalina, piernas abiertas, esperando a que el ingresase en él...

Tragaria saliva, ante tal tentadora imagen, y por supuesto... El no dejaría al menor de esa manera....

La mano del Alfa empezó el vaivén de arriba y abajo tratando de aliviar su miembro despierto...

Cuando sus carnes chocaran, haciendo aquel sonido obsceno, de los labios del menor saldría su nombre una y otra vez, pidiendo por más, mientras el acataria sus ordenes, porque lo desea, porque se siente a gusto en él, se siente completo, y cuando estuvieran a Punto de llegar al clímax, mordería su cuello, dejando aquella marca que lo hacía suyo. Sería el Alfa más afortunado de todos al haber marcado a tan bello ángel...

Lan Sizhui se corrió ante tan tentadora imagen...

El nudo sería difícil, y sentiría el leve llanto del más pequeño, lo consolaría besando su cuello en donde la herida estaba hecha. Entonces aquel Omega, estaría esperando a su primer cachorro...

Pero ahora...

Todo aquello solo quedo en él hubiera... En el pasado...

Al menos que....

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Holii

OMEGA CODICIADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora