CAPITULO 20

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Los padres de Miriam ya habían vuelto y estábamos esperando a que Miriam se despertara para que el médico le diese el alta. Estuvimos hablando durante un rato los cinco hasta que Miriam despertó.

- Amor, ¿cómo estás? ¿Has dormido bien?- le pregunté agarrando su mano.

- Un poco mal por el dolor. Pero estoy bien- me contestó.

- Voy a llamar al doctor para que te dé el alta y podamos volver a casa- dijo su madre.

- ¡No! Yo no voy a ir a casa. Yo me quedo aquí con las chicas hasta que acabe la semana. Esto que a pasado no me va a impedir no disfrutar con ellas. Os vais vosotras- dijo Miriam decidida.

- Hija, es mejor que vuelvas con nosotros a casa para que te recuperes antes- dijo su madre.

- E dicho que no. Y no me llames hija, tú no eres mi madre. Vosotros no sois mis padres- dijo Miriam con mucha rabia.

Narra Miriam

- Vosotros no sois mis madres- dije con rabia. Ellos me habían mentido sabiendo que odio las mentiras.

- Miriam, nosotros te hemos criado, Somo tus padres aunque no biológicos- dijo mi padre.

- No, desde que me mentisteis no sois mis padres. Me ocultasteis que mi madre estaba muerta y yo odio las mentiras- dije ahora llorando.

- Miriam, por favor calmate. Voy a llamar al doctor para que venga y podamos salir de aquí- dijo Mimi y se fue.

- Cariño, nosotros no sabíamos cómo decírtelo. Tu padre y yo teníamos miedo a que te enfadases con nosotros y es lo que a pasado- dijo mi madre.

- Sabíamos el carácter que tienes. Es el mismo que el de tu verdadera madre y por eso no te lo dijimos- dijo ahora mi padre.

- Si, pero porque me habéis mentido. Si me lo hubierais contado yo no me hubiera puesto así. Me hubiera afectado, pero no estaría enfadada con vosotros- dije.

Entonces no pudimos continuar la conversación porque entro Mimi con el doctor. Este me reviso la herida de la bala y como estaba bien me dio el alta. Me cambien de ropa porque estaba con ropa de hospital y cuando ya estuve preparada salimos de allí. Ya estaba harta de estar ahí metido y eso que solo había estado un día. Cuando salimos me despedí de mis "padres" con un simple adiós y les dije que ya hablaríamos cuando volviera el domingo. Ahora no tenía ganas de discutir más, solo quería aprovechar estos días con mis mejores amigas y mi novia y no pensar en nada.

Mis padres se fueron por un lado y nosotras por otro. Nos montamos en el coche, Mireya conducía y Mimi estaba sentada en el asiento del copiloto, y Ana y yo íbamos en la parte de atrás. Yo tenía la cabeza apoyada en su hombro y abrazándola. Todavía no podía asimilar del todo lo que acababa de pasar la noche anterior. Nunca pensé que Mary sería capaz de hacer algo así y menos hacerme daño a mí. Dejé eso pensamiento a un lado y me quedé dormida todo el camino hasta la casa.

- Miri, amor despierta. Ya hemos llegado- me dijo Ana.

- Umm un poco más- dije adormilada.

- Si sigues en esa posición te va a doler el cuello. Venga vamos a la casa y te metes en la cama un rato y cuando está la cena hecha te llamamos.

- Está bien- dije aregañadientes y me levanté.

Salimos del coche y yo, como me había dicho Ana, fui a la habitación y me tumbe un rato mientras ellas hacían la cena. Estaba cansada por todo lo que había pasado y no había pasado muy buena noche por culpa del dolor, así que nada más tumbarme me quedé dormida.

Narra Ana

Cuando salimos del coche Miriam se fue a la habitación a descansar un poco y Mireya, Mimi y yo nos pusimos a hacer algo de cena. Hicimos algo sencillo porque las tres éramos un poco torpes en la cocina. La única que sabía cocinar bien era Miriam, pero estaba dormida y no puede mover un brazo, ya que lleva un cabestrillo para no hacerse daño en la herida. Hicimos la cena como pudimos mientras que charlábamos las tres.

- E pensado una cosa- dije de repente.

- Iluminamos banana- dijo Mimi.

- Mañana la voy a llevar a un sitio aquí cerca que e visto y que tiene unas vistas preciosas. Así a ver si consigo que se anime un poco y se olvidó de todo durante un rato por lo menos.

- Me parece buena idea. ¿Tenemos que ayudar?- dijo Mireya.

- Uf no que pereza y encima con lo cursis que son estas dos, si tengo que ayudar me va a dar diabetes- dijo Mimi.

- Idiota- dije riendo.

- Auch. Que manía con pegarme- dijo Mimi porque Mireya la había dado en el brazo.

- Eso por bocazas. Deja de decir idioteces. Y Ana, claro que te vamos a ayudar, no hay problema- dijo Mireya.

- Gracias Mireya, tu si que eres una amiga. No cómo está otra idiota- dije.

- Iros a la mierda. Aquí hay un complot contra mi. Os odio, solo Miriam está de mi parte- dijo Mimi.

- Puede, pero ahora ella no está aquí jajaja. Ahora escucharme. Necesito que me ayudéis a preparar comida para mañana poder llevarla. Quiero estar con ella todo el día y eso quiere decir que os dejamos solas. Hasta la noche no volveremos así que estaréis aquí solas. Espero que cuando lleguemos esto no esté todo desordenado. Ya me entendéis jajaja- las dije giñandolas un ojo y riendo.

- No prometo nada - dijo Mimi- Auch. ¡Otra vez!

- Si, y voy a seguir haciéndolo hasta que no te calles la boca. Qué parece que solo sabes decir tonterías- dijo Mireya.

- Pues callame de otra forma, no pegándome. Anda que no hay formas- dijo Mimi.

- ¡¡Mimi!! Yo te juro que te mato- dijo Mireya.

- Ai dios, valla dos. Luego nos decís a Miriam y a mi, pero vosotras también tenéis lo vuestro- dije riendo.

- ¡¡Cállate!!- me dijeron las dos a la vez y las tres reímos.

Aunque parezca que no y que sólo las conozca de hace poco tiempo, se han convertido en una parte muy importante de mi vida y no me gustaría perderlas. Eran como una segunda familia. Cuando terminamos de hacer la cena fui a despertar a Miriam.

Negación~wariamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora