XVIII. Prisioneros

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La prisión de Lukyánivska funciona desde tiempos remotos como un centro de detención preventivo, situada en el barrio del mismo nombre en la capital ucraniana, Kiev. El lugar es un conjunto de diferentes estilos de arquitectura histórica, cuenta con un edificio de cuatro plantas e incluso una iglesia construida en tiempos soviéticos. Cuenta con dos partes: la parte vieja y la parte nueva. En sus sótanos se extiende un completo sistema de túneles que permiten la circulación entre las distintas partes, aunque la parte vieja ya no se utiliza para mantener prisioneros, en algunas ocasiones se utiliza como calabozos preventivos al estilo medieval.

Ahí mismo, en una de las celdas de la parte nueva de la prisión, se hallaba detenido Clarck Richardson, antiguo trabajador del hombre más famoso de la nación. Llevado ahí por el plan bastante egoísta de Davis apoyado por las mentes criminales y malcriadas de los oficiales del Raion de Ivankiv, fruto de la injusticia de la nación.

Después de más de dos meses sin verlo, George Black, su antiguo compañero de trabajo, fue a visitarlo. Tomaron tan solo cinco minutos para que el hombre fuera transportado a la sala de visitas. George yacía sentado aguardando a su amigo, tenía apoyado los codos en la orilla de la mesa y miraba cómo el reloj se movía lentamente.

Las bisagras de la puerta metálica donde accedían los prisioneros rechinaron al abrirse. Black sonrió delicadamente y, tras ver que Clarck no le devolvió el gesto, eliminó la sonrisa de su rostro encogido de hombros.

— ¿Cómo estás? —preguntó con un hilo de voz cuando el hombre se acomodó en su asiento, George no podía evitar sentirse incómodo al notar el escaso positivismo de Clarck.

—Mejor de lo que esperaba —contestó a secas con cara de fastidio, sus ojos reflejaban una mezcla de rabia con tristeza. Y sus facciones reflejaban una combinación de sentimientos difícil de explicar. Quizás rencor.

— ¿A qué te refieres? —preguntó mojando los labios.

—Encontré amigos, dos para ser exactos —mencionó un poco menos tenso—. Benjamín y Harry son sus nombres.

George sonrió al saber que no se la estaba pasando tan mal como esperaba. Siempre creyó que la prisión era un infierno en la tierra.

—Me han violado —confesó Clarck dando pequeños gruñidos y apretando el puño. Black se quedó mudo—. Recibo una dosis diaria de golpes, humillaciones y mordidas —mencionó con asquerosidad—, ¿Y sabes? —Masculló con una mirada helada—, esto es nada comparado con lo que vives con Davis.

Aquel hombre no consiguió articular palabra e igual bajó la mirada. Sabía que las palabras frías de Clarck eran ciertas, cada momento que George pasaba con Davis era una tortura. Pues él era una persona despreciable, cruel y manipuladora.

— ¿Cómo te va a ti? —preguntó Clarck interrumpiéndolo de sus pensamientos tan siniestros, ya que por el hecho de pensar en Davis se le erizaba la piel.

—Creo... que es mejor estar aquí dentro que en Pripyat.

— ¿Lo dices por Davis?

—Está demente, soy su prisionero en el apartamento. Estoy aquí porque logré escapar. No he logrado conseguir datos que nos ayuden a acabar con esto —confesó decepcionado de sí mismo torciendo el labio inferior.

— ¿Hay alguien que te pueda ayudar?

—DeWitt Bukater —respondió enseguida cruzando los brazos—, él ya sospecha, pero Davis me encerró y no lo he visto en días. En semanas quizá.

—¡¿Semanas dices?! —exasperó el hombre—. Creo que ese hombre ya está en el cementerio —alzó una ceja y soltó un suspiro—. Lamento decirte esto, pero eres el único que puede acabar con Davis. Sabes mucho de él y con eso puedes destruirle, razón por la cual no le conviene que ya no te vigile.

Radioactivos II: Era Radioactiva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora