Ya el sol se había disipado cuando los dos autos en los que viajaban los jóvenes llegaron a los territorios de Chernóbil, ocho kilómetros más al norte, se ubicaba la extraordinaria ciudad de Pripyat y, seis kilómetros al noroeste, se alzaba detrás de aquel bosque denso y rojo y cruzando el caudal y sereno río Pripyat, la extravagante central nuclear.
El cansancio se notaba en el rostro de Charles, el chico llevaba dos noches sin poder conciliar el sueño debido a la desaparición de su hermanita, se sentía tan culpable con Rafa, y tan inútil al no poder encontrarla. Anna y Roberth no comentaron nada durante el trayecto, se limitaban a ver, asombrados, el tenebroso bosque espeso que rodeaba la zona de alienación. Era una nueva imagen para ellos, y en tanto les ponía nerviosos.
Kevin miraba fijamente al auto que iba delante suyo, segundos antes de arribar a la caseta de entrada de la ciudad, entrecerró los ojos para divisar mejor a los más de diez hombres militares, con escopetas en mano, con gorros rojos de la URSS soviética, y con expresiones tan frías y amenazantes a la vez. El auto de Davis se detuvo unos segundos, un hombre se acercó al conductor y entablaron una charla de aproximadamente un minuto, Kevin y el resto miraron la escena. El hombre militar, miró al auto de atrás y ellos se sintieron intimidados. Pronto Davis continuó su recorrido y Kevin le siguió, tras pasar por la caseta, las casi diez miradas se clavaron en ellos, hasta perderlos en el horizonte.
Los más de cinco kilómetros de la gran avenida Lenin les daba la bienvenida, en el centro, una hilera de altos y delgados pinos adornaban la acera central que dividía la calzada. Un par de edificios pequeños surgían en las primeras calles flanqueando la pretensiosa avenida. Los jóvenes miraban con asombro el contraste, en las zonas más alejadas de la ciudad se notaba el abandono mientras que, aquella avenida era fastuosa y discordante de toda la zona de alienación.
—Me arde la piel —se quejó Kevin pasándose la mano en la frente. Las manos les sudaban de los nervios, pero se resistía a soltar el volante. Sus ojos brillaban por el asombro de la ciudad.
Kyle asintió frotándose la piel del brazo derecho con las yemas de los dedos de su otro brazo.
—Es el aire radioactivo de la ciudad —comentó Priscile—. Necesitamos la proteína para no sentir esos ardores.
—¿Tú cómo sabes eso? —cuestionó Aimee.
—Lo dicen todos los noticieros —respondió la chica, mirándola enseguida—. Brad Davis, padre de Brad, descubrió esa proteína—informó—. Por eso los Davis son muy importantes en esta ciudad y fue muy fácil encontrar su paradero.
—Me alegra que tu noviecita esté apoyando en esto —le dijo Aimee a Kevin, con una sonrisa pícara. El chico se limitó a mirarle a través del espejo retrovisor. Priscile resopló con mal gesto.
Pasado ya el primer kilómetro de la extensa avenida Lenin, un semáforo en rojo, les detuvo en el primer entronque principal de cuatro metros cuadrados. El multifacético 'Banco Nacional de Ucrania' contaba con una subordinación en la ciudad, ubicada en la esquina noroeste de aquel entronque, un edificio de cinco niveles, con una fachada de vidrios blindados y polarizados, típicos de los bancos. En la esquina sureste, se hallaba un pequeño establecimiento de un café francés, su fachada al estilo bulevar de Paris resaltaba de los edificios adyacentes deslucidos, apenas distinguibles.
Brad intentaba estar bien, la cabeza le daba vueltas, un millón de ideas estallaban en su cerebro. Estaba nervioso. Sudoroso. Incómodo. Lanzaba lánguidos suspiros. Charles también estaba incómodo y distraído. Tanto que no se fijó en qué momento el semáforo cambió a luz verde sino hasta que los cláxones de los autos detrás estallaron en coro, despertándolo de su aturdimiento. Rápidamente aceleró y el motor rugió soltando una nube de humo negro por el tubo de escape.
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Radioactivos II: Era Radioactiva.
Mystery / ThrillerDespués de la aprobación de la proteína que protege al ser humano contra la radiación, surge la Nueva Pripyat, reconstruida sobre los escombros y renaciendo como una nueva población buscando ese tan anhelado futuro utópico. No obstante, su renaci...