VI. NO TODO ES COLOR DE ROSA

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Mayo comenzaba a reflejar el fin del verano, Christopher tenía en mente la cuenta regresiva de su cumpleaños número veinticinco, Emma y mi madre comenzaban a planear la fiesta sorpresa anual, organizada siempre con un tema diferente y con las mejores organizadoras de eventos, por lo que el trabajo de mis queridas madre y hermana era solamente dar las órdenes de lo que querían que estuviera hecho en la fiesta. Mientras, mi padre y yo nos encontrábamos en nuestro lugar favorito de Antigua Guatemala, nuestro lugar de despeje, con masajes, rodeados de la naturaleza, consentidos con un té de frutos rojos y convencidos siempre por nuestros almuerzos bien elaborados con base en recetas vegetarianas.

En uno de los fines de semana libres que tenía, en los que la Universidad me estaba absorbiendo demasiado tiempo, lo único que anhelaba era relajarme un poco y olvidarme de todo lo que me rodeaba, y no bastó comentar mi estrés con mi papá para que tomara la decisión de emprender los dos juntos un viaje en motocicleta hacia nuestro paradero.

-Estoy realizando un nuevo planteamiento de negocio en el extranjero, espero que se pueda cerrar el trato con esta empresa- comentó mi padre conmigo, siempre nos gustaba hablar de negocios y nuevas maneras de poder emprender.

-Hablando de negocios, he pensado en que quiero extender mis conocimientos, después de terminar la Universidad quiero estudiar una maestría en España, ¿qué piensas de eso?- comenté con mi padre. La conversación se alargó y se volvió amena, compartiendo conocimientos y esperanzas de alcanzar más sueños y metas.

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-¿Cómo va Argentina?- le pregunté a Abdi en la video-llamada, habían pasado ya unos cuantos meses que él había partido de Guatemala, -¿Has conocido a alguna chica que te robe el corazón?- reí en tono burlesco.

-Ja, ja, ja, ¡qué graciosa!- contestó en tono frío, -¿realmente piensas que puedo lidiar con más de una persona en una relación?- afirmó más que preguntar.

-No lo sé, las páginas de chisme indican lo contrario, trato de no fiarme de ellas, pero todos lo comentan, y es difícil defender mis argumentos cuando solamente el dos por ciento de las personas que me rodean saben de nuestra relación secreta.- dije con duda.

-¿Estás dudando de mí, Isabela?- preguntó con tono un poco molesto.

-¡Claro que no! te estoy molestando, sabes que confío en ti- afirmé guiñando un ojo, a lo que respondió con una carcajada por que el asunto de los guiños nunca me ha favorecido.

-Bueno amor, debo irme, quieren salir a comer, las pizzas de Argentina son las mejores, un día vamos a venir acá juntos.- dijo mientras buscaba el botón para finalizar la llamada.

-¡Pórtate bien eh!, y guárdame un poco de pizza para cuando nos volvamos a ver-.

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Los preparativos para la fiesta de Christopher estaban casi listos, solamente faltaba el vestuario perfecto, este año la temática era <<fiesta de disfraces>> por lo que Ana y yo decidimos ir a buscar nuestros disfraces juntas. Carolina regresaba de su viaje a Ohio esa tarde, nos encontraría en la tienda de disfraces, luego almorzaríamos con un menú de quesos y jamones frescos y emprenderíamos nuestro camino a la fiesta.

Todos en el salón de eventos estábamos esperando a que Christopher hiciera su gran entrada al salón, de mano de mi cuñada, Andrea, al momento de hacer su entrada, todos comenzamos a cantar la típica canción del Happy Birthday celebrando sus veinticinco años, como era de costumbre pidió un deseo antes de apagar las velas, en ese momento intenté robarme una parte de su deseo de cumpleaños y también tomé la oportunidad de pedir el mío, posteriormente al pastel, la música comenzó a sonar, a los pocos minutos nos encontrábamos en la pista de baile, cada uno mostrando sus mejores pasos.

Donde me sientas, estaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora